No me gusta Declan.
No me gusta que a Declan le gusta Salmeé.
¿Por qué? Es un altanero que mira al resto con superioridad y a las exquisitas galletas de Hilda con repugnancia, por no decir con inseguridad a nuestra máquina de café. Cree que el local es antihigiénico, un lugar que solo los de clase social media o media baja pueden frecuentar. Esas son algunas de las cosas que me disgustan del sujeto, dejando de lado que prefiere apreciar sus uñas antes que pasar los sobres de edulcorante que la mujer en la mesa a su lado le está pidiendo hace cinco minutos.
Salmeé le lleva el pedido. Él deja de contemplar sus cutículas para sonreírle y pasar dichos edulcorantes a la clienta siendo consciente de que la castaña puede verlo ahora. Pretende ganarse una cita con falsa amabilidad.
Dejo de mirar la escena a través del cristal y me adentro al lugar tras haber despejado la entrada y haberle sostenido la puerta a una anciana y su nieto. Voy directo al patio interno, dejo la pala, y al volver a entrar a la cocina me despojo de abrigos innecesarios: bufanda, guantes, chaqueta.
—¿Hora de los desnudos? ¿Por qué nadie me avisó? —La jefa me mira desde el umbral con ojos brillantes.
—Pensé que estabas demasiado ocupada vigilando que Declan no se sobrepasara con Salmeé.
—Si ese imbécil se extralimita con Pecas, me ayudarías a meter su cabeza dentro del retrete, ¿verdad?
Avanza hacia el horno y echa un vistazo a las galletas de limón y nuez que puse antes de ir al mayorista.
—Ni siquiera tendrías que pedirlo. —Sonrío—. ¿Puedo preguntar por qué Salmeé no lo envió a volar ya? No parece interesada.
—No lo está. Sospecho que no quiere romperle el corazón, así que lo rechaza con gentileza mil veces en lugar de hacerlo una vez de forma definitiva pero dolorosa. Debe saber lo que se siente que te rompan esto. —Lleva una mano a su pecho—. Tiene que juntar valentía para hacerlo. Mientras tanto, espera que él solito deje de insistir.
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Lo que callo para no herirte
Kısa Hikaye¿Callo para no herirte o te cuento la verdad?