59. Iván

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 Si tuviera un marcapasos en mi pecho, esas palabras lo hubieran averiado

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Si tuviera un marcapasos en mi pecho, esas palabras lo hubieran averiado.

—¿De qué está hablando? —repito, pero ella no responde.

Siento náuseas.

Siento tantas malditas cosas.

—¿Qué le hiciste? —Me giro para enfrentarlo.

Elián contiene el aliento y esos ojos tan familiares no son un recipiente lo suficientemente hondo para contener las lágrimas dentro.

—No lo recuerdo exactamente —murmura cabizbajo.

Vislumbro cosas que jamás pensé que podrían asociarse con su persona: vergüenza, aflicción y arrepentimiento. Luché años para verlo sentir algo más que furia y odio, y ahora que lo logro, quiero golpearlo de la misma forma en que él me golpeó, tanto como quiero abrazarlo, pero cuando vuelvo a echar un mirada a Mare, sé lo que tengo que hacer.

Intenté no involucrarla. Me esforcé para que nunca conociera la peligrosa y horrible familia de la que formaba parte. Reprimí todo lo que sentía por ella para mantenerla a salvo de las consecuencias que conllevaba estar emparentado con Elián, y todo fue un vano.

Comienzo a avanzar.

Quiero saber. Necesito con desesperación asegurarme que no la hizo sufrir igual o peor que a mí. Mi visión se nubla con las imágenes de lo drogado y borracho que estaba esa noche.

Pudo haber hecho cualquier cosa. Me aterra y enloquece saberlo.

—La tetera de mi abuela. —Me detengo en cuanto la voz a mis espaldas cobra fuerza—. La tengo desde que cumplí catorce. Era una de las pocas cosas que había llevado conmigo cuando me fui de casa. —Fijo la mirada en mi hermano y nos observamos hasta que Mary vuelve a hablar—. ¿Recuerdas que tenía la costumbre de hacerme un té a medianoche, por el insomnio?

No quiero dejar de mirar a Elián. La idea de darle la espalda me genera inseguridad.

—¿Lo recuerdas, Iván? —presiona ella para que retroceda.

—Sí, lo recuerdo —confirmo, cediendo y alejándome.

Necesito saber la historia completa antes de actuar.

—También recuerdas haberme dicho que no saliera de mi habitación, ¿cierto?

Mi mirada se traslada a ella. El pasado cobra vida en esos ojos otoñales. Luce pequeña desde donde estoy, rodeada por tan poca luz y tanta oscuridad en el otro extremo del local.

—No me hiciste caso, ¿verdad? —susurro impotente.

—No, no lo hice.

Mary y mi hermano se miran por un segundo. No creo estar preparado para lo siguiente que vaya a escuchar, pero casi nadie está listo para enfrentar la crudeza de las verdades, por más que tenga pistas de antemano.

Teniendo en cuenta que Elián no lo recuerda, tampoco creo que él lo esté.

—¿Qué te hice esa noche? —le pregunta.

En el rostro de la chica se leen dos palabra:

Muchas cosas.

Lo que callo para no herirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora