CAPÍTULO 2:

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«Fingir mi muerte.»

***Cinco años después***

SERENA:

Los segundos, los días, en si la vida, se me iba muy lentamente, mientras que yo lo único que quería, era que avanzara, y llegara pronto el día de mi muerte. Mi vida era un completo fiasco. Era más que una prisionera. No podía ver la luz del sol más allá de las ventanas de la que ha sido mi casa últimamente. Ni siquiera puedo ir al jardín, por miedo a que la prensa, o gente que conociera a mi esposo, me reconociera, y supieran que aún sigo viva. Aunque se podría decir que era lo mismo, pues después de todo lo que he pasado, ya me siento muerta en vida. Pero sabía que no podía pensar así, ya que aún debía vivir por mi hijo, para cuidarlo de el demonio de su padre. ¡Así es! Cómo lo escuchan. Después de mi primera noche con él. Aquella noche en donde de una manera cruel tomó mi virginidad, yo quedé embarazada del monstruo de Zafiro Black. Y para su bendita suerte, yo había estado en espera de un varón. El varón que tanto deseaba para que siguiera con su legado de abuso y de poder. Afortunadamente mi hijo no tiene la sangre tan fría como el. Él es todo para mí. Pero para mí maldita desgracia, sacó esos ojos a los que yo tanto les tengo miedo. No puedo ni ver de frente a mi propio hijo más de unos minutos, por el mismo temor. Beso su rostro, cerrando mis ojos para no imaginar esa mirada fría también en él. Sé que mi hijo es mi adoración, pero también mi miedo de verlo a la cara, es mucho. Estoy traumatizada.

Estoy mal, y sé qué tal vez necesito ayuda psicológica, pero es que es lógico que esté así, después del despojo de mujer que ha hecho Zafiro conmigo. Él ha destruido completamente la vida. Desde el principio decía odiarme y aborrecer mi cuerpo, pero no ha habido día en que no abusara de mi, y cuando lo hacía, disfrutaba manosear, lamer, morder mi cuerpo, y hasta golpearme en pleno acto sexual, con completo gozo. Se satisfacía con mi cuerpo, me ponía en las posiciones que a él se le antojaban, me penetraba cada que él se le apetecía... En fin. Yo era como su dama sexual. Me veía como a una de esas mujeres, que trabajan sexualmente complaciendo a los hombres. Pero yo ya ni siquiera replicaba, sufría o me negaba a hacerlo. Me tenía a su merced con amenazas y golpes siempre. Y para mí, el que tomara mi cuerpo, ya no significaba nada, ni siquiera dolor. Antes de enterarse de que estaba embarazada, eran golpes y violaciones salvajes frecuentes. De hecho agradezco a Dios que mi hijo no sufriera ningún daño por todo lo que él me había causado antes de saber de mi estado. Aunque después de éste, no cambiaron mucho las cosas, solo que los maltratos se podría considerar que fueron "moderados." No hubo día en que no recibiera una amenaza de su parte. Hasta cuando iba a dar a luz me amenazó, advirtiéndome que si algo le pasaba a su hijo en la sala de partos, podría considerarme muerta. Ni siquiera ese día pudo ser gentil conmigo. Cómo era de imaginar, él me dejó sola en esa sala de operaciones, mientras yo sentía todo el miedo del mundo porque iba a ser mamá por primera vez. Y no obstante, también con miedo de que algo saliera mal, y que la amenaza que me había dado el monstruo de Zafiro, se cumpliera. Afortunadamente mi hijo nació con perfecta salud y con un excelente peso, sin ningún daño debido a sus golpes. Recuerdo perfectamente ese día, cuando desperté cansada y adolorida en esa cama, y lo primero que vi fue a Zafiro cargando a mi hijo. Sentí un miedo enorme, al verlo en sus brazos, y más cuando me dio una de sus maliciosas sonrisas que prometían solo más dolor y sufrimiento. Lo primero que pensé fue que no le importaba que fuera su hijo, él le haría daño. Pero por fortuna no le hizo nada, ni a mí, pero si fue uno de los despertares más aterradores que he tenido en la vida. Inclusive aún más que cuando yo dormía, y el arremetía en mi habitación por las mañanas, y me despertaba con violencia solo para obtener sexo. Desde el día que nació, él se hizo dueño de mi hijo. Disponía de su tiempo y mandaba por el cuando él lo deseaba. Sin duda, a pesar de que lo quería solo para cobrar su herencia, se había encantado tanto con él, que hoy en día es lo único que lo hace feliz. Es la única razón por la que lo he visto sonreír. Aunque su carácter y su temperamento siguieran siendo los mismos. Zafiro con mi hijo era otra persona diferente. A él afortunadamente nunca lo golpeaba, y era muy atento con él, como nunca antes lo había visto con nadie más. Y no voy a negar, pero eso en parte, me tranquilizaba un poco.

𝔈𝔫𝔰𝔢ñ𝔞𝔪𝔢 𝔞 𝔳𝔦𝔳𝔦𝔯 𝔰𝔦𝔫 𝔪𝔦𝔢𝔡𝔬 🌙 (EN CORRECCIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora