CAPÍTULO 4:

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«Un ángel»

SERENA:

Me sentía morir. Sentía que la vida ya no tenía sentido, sin el. Sin la única salvación que tenía para soportar cualquier dolor, cualquier sufrimiento. Sin él, no sabía para qué seguir viviendo. Zafiro me había quitado la única razón que tenía para seguir viviendo. No sabía cómo lo hizhabia hecho, pero nos encontró, y se llevó a mi hijo con el. Me siento vacía, con un gran dolor en el alma... Sé que nunca nada será lo mismo, porque sé que nunca más lo volveré a ver. Mi amado hijo se fue con su padre, seguramente contra su voluntad y a base de engaños. De solo recordar lo que el muy maldito le había hecho a mi hijo, hacía que más miedo y más desesperación me diera, al no saber en qué parte del mundo podrían estar. Pero no podía hacer nada. Era como buscar una aguja en el pajar. Y eso me desespera, me llena de rabia...

Extraño sus bracitos abrazando mi cuello, su vocesita hermosa llamándome mami... Extraño leerle un cuento por las noches, después de arroparlo... Extraño esos ojos de color frío como su padre, pero que son tiernos y amorosos, a comparación con los de su progenitor.... Sin duda, el vivir sin mi hijo, es como no vivir completamente. Es como si me faltará el aire para respirar, y yo ya no quiero mi vida sin el.
Recordar lo que pasó, y cómo sucedió todo en fracción de segundos, me da una rabia impotente, seguida de una constante nostalgia.

***FLASHBACK***

Verlo ahí, frente a la puerta de la pequeña estancia, me dejó congelada aquella tan temprana mañana. Su mirada, como siempre, me dio un inmenso terror. Pasó sobre los demás guardias y se abalanzó sobre mi atacando mi cuello. Hizo que mi cabeza retumbara contra la fría pared, mientras me tenía muy bien sujeta. Yo temblaba de miedo en sus manos, y trataba de soltarme sin éxito, mientras el hacía más presión en mi cuello.

Comenzó a hablar, a torturarme frente a todos. Preguntó por Ami, y mentí al decir que no sabía dónde estaba. Por suerte había salido. Temía también por ella. Mis piernas fallaron y comenzaron a temblar cuando le informaron sobre donde estaba mi hijo. Pidió que nos dejaran solos, no sin antes dar la orden de que si Ami volvía, la retuvieran. Me sujetó cruelmente de los cabellos, mientras tapaba mi boca para que no gritara, y me llevó a la habitación contigua. Me aventó a la cama, cerró la puerta tras de el, se subió sobre mi, desgarrando mi blusa, mientras yo forcejeaba y ponía resistencia, tratando de quitámerlo de encima. Pero el como siempre, se salió con la suya. Logró aturdirme con un golpe en mi rostro, y con rapidez terminó de desvestirme, antes de comenzar a saciarse con mi cuerpo, mordiendo mis pezones hasta provocar un dolor agudo. Supliqué con lágrimas, pero como siempre, éstas no funcionaron. Comencé a sentir su asquerosa lengua sobre mi, y el ignorándome, continuó manoseandome, y probándome por todos lados.

Terminando de desvestirme salvajemente, se medio desvistió el, y se colocó de nuevo sobre mi. A pesar de que yo intenté mantener las piernas cerradas, el se hizo espacio entre ellas, sujetó su miembro, y de una sola estocada me penetró.
El infelíz estaba demasiado excitado, teniendo su propio placer con mi cuerpo, como siempre. Movía con furia sus caderas, y arremetía más duro contra mi, provocando un agudo dolor en mis entrañas. Yo solo manoteaba y golpeaba su pecho, pero ni eso lo detuvo. Me hizo y me puso como quiso, e incluso me penetró aún con más fuerza, con más salvajismo, mientras yo solo suplicaba para que me dejara en paz, pero al hacerlo, solo lo motivaba a seguir. Me susurró palabras asquerosas, y segundos después, su asqueroso semen se expandió dentro de mi, y lo hizo soltar un gemido de excitación.

Por un momento pensé que había acabado conmigo, pero como siempre, me equivoqué. Me giró con fuerza, dejando mi trasero al aire, y mi rostro pegado al colchón, y sin consideración alguna, me volvió a penetrar desde atrás. Una ola de dolor indescriptible me invadió. Grité y lloré con más fuerza y coraje. Pero mis gritos ahogados y de dolor, solo eran música para sus oídos, y solo provocaba que el que se excitara más. Unas estocadas después, y volvio a correrse derramando su esperma caliente sobre mi trasero, y yo me rendí ante el dolor, y caí rendida sobre el duro colchón, desplomada por el cansancio ,y ardor en mi cuerpo. Lo escuché vestirse otra vez, pero cuando se estaba despidiendo, sin poder evitarlo hice una cara de asco cuando sentí su lengua en mi mejilla. Esto solo provocó de nuevo su ira. Segundos más tarde, ante mis aturdidos y agotados sentidos, lo único que sentí fue aquel inmenso dolor al ser azotada con lo que parecía ser su cinturón. Lo hizo hasta que se cansó, y cuando terminó, se acercó de nuevo a mi, y me habló, jalándome los cabellos otra vez, antes de decirme sus palabras de triunfo. Pensé que había sido todo, pero nuevamente me equivoqué. Escuché como se encaminó hacia la puerta, pero antes de salir murmuró aquellas palabras que me dieron la estocada final.

𝔈𝔫𝔰𝔢ñ𝔞𝔪𝔢 𝔞 𝔳𝔦𝔳𝔦𝔯 𝔰𝔦𝔫 𝔪𝔦𝔢𝔡𝔬 🌙 (EN CORRECCIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora