El hombre estaba esperando muy impaciente, para saber algo de su mujer, pero los nervios lo estaban matando.
Esa mañana había llegado con su esposa al hospital, y ya habían pasado más de dos horas desde que entró al área de partos, y aún no le decían nada de ella. Estaba desesperado. Era su primer hijo el que estaba a punto de nacer. El segundo al que ella daba a luz en su vida. Y aunque sabía que su mujer era fuerte y ya había pasado por todo eso, aún así temía por ellos. De pronto una enfermera entró en donde él, su nana y su suegra esperaban. Y con tranquilidad se dirigió a él.—¿Usted es el esposo de la señora Tsukino? —él asintió.
—Su apellido es Chiba. —aclaró a la delgada mujer de avanzada edad, el nuevo apellido de su mujer, a lo que ella solo se limitó a hacer una mueca de irritación —Y si. Yo soy su esposo.
—Acompáñeme Señor Chiba. Su esposa está a punto de dar a luz, y desea verlo —él no lo pensó dos veces y volteó hacia las damas presentes, quienes con la sola mirada le indicaron que fuera con ella.
El casi corrió detrás de la enfermera, hacia donde su esposa se encontraba, pero antes de llegar, la enfermera tomó un traje antiséptico de un cuarto lleno de estantes, y le dijo que se lo colocara. Él con torpeza y desesperación, se lo colocó, junto con el cubrebocas y el gorro de color azul, y ya estando vestido adecuadamente, se dirigió de nuevo con la señorita enfermera, para poder encaminarse y entrar al fin a dónde su esposa estaba. Apenas la señorita abrió la puerta y lo dejó pasar, vio al centro de la habitación a dos pares de enfermeras más, junto con un doctor que estaba al frente de su mujer, y todos le prestaban toda la atención a ella. Él, al verla tan demacrada, cansada y con gotitas de sudor corriendo por su frente, se apresuró a estar a su lado. La chica esbozó una débil sonrisa al verlo a su lado, y él, a pesar de estar muy asustado, le sonrió y besó su frente mientras que sujetaba la mano de su esposa para darle apoyo.
Ella le habló, cansada y pausadamente, mientras una nueva contracción la embargaba.—Me...alegro...de que ...estés aquí —él besó su frente de nuevo.
—No te dejaría sola nunca, mi amor —ella le sonrió, y apretó fuertemente la mano de su esposo, en el momento que le daba otra contracción.
—Señora, debe hacer un poco más de esfuerzo. ¡Ya falta muy poco! —le hablaba el doctor con algo de tranquilidad, pero al mismo tiempo con desesperación.
—¡Vamos mi amor! ¡Falta poco! —su esposo trataba de animarla, pero ella solo negaba con la cabeza, sintiéndose cansada.
—No. ¡Lo siento! ¡Ya no puedo Darien! —sollozó un poco, y él apretó su mano con delicadeza y besó sus cabellos.
—No digas eso mi amor. ¡Vamos, tu puedes hacerlo! Has vencido obstáculos más grandes y dolorosos que esto. ¡Sé que podrás!. Aprieta mi mano y toma mi fuerza, mi amor —ella conmovida con sus palabras, asintió y comenzó a tomar aire, para pujar de nuevo con más fuerza.
—¡Vamos señora! ¡Solo uno más! —la animaba el doctor, ya más tranquilo de saber que la criatura llegaría pronto.
—¡Vamos mi amor!! Confío en ti. ¡Se que tú puedes hacerlo! —él esposo estaba aún más asustado que ella misma, pero aún así trataba de darle ánimos. Ella tomó la fuerza de su mano y de sus palabras, y pujó una vez más, con un estruendoso grito de dolor al final. Se hizo un extraño silencio, cuando de pronto, unos sollozos fuertes y delicados, irrumpieron en la habitación.
—¡Felicidades!! Es una pequeña muy sana —el doctor maniobraba a la pequeña, y la limpiaba por encima, con las toallas que había cerca. Después, dándole una mirada, se dirigió al afortunado papá. —Señor Chiba, ¿Desearía cortar el cordón? —el emocionado papá no lo pensó dos veces, y soltando por poco tiempo la mano temblorosa y delicada de su esposa, se acercó hacia donde estaba la recién nacida y con lágrimas en los ojos y poniendo atención a las indicaciones del doctor, cortó con nerviosismo y con cuidado, el largo y algo grueso cordón umbilical. El doctor le sonrió, y pasó al recién nacido a una de las enfermeras, para que le hicieran una limpieza y los chequeos de rutina. Mientras el señor Chiba se acercaba de nuevo a su esposa, y la tomaba de la mano nuevamente, no sin antes besar los débiles nudillos de su mano.
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𝔈𝔫𝔰𝔢ñ𝔞𝔪𝔢 𝔞 𝔳𝔦𝔳𝔦𝔯 𝔰𝔦𝔫 𝔪𝔦𝔢𝔡𝔬 🌙 (EN CORRECCIÓN)
FanficSINÓPSIS: Serena tendrá que aprender que no todos son lo que dicen ser, y sufrirá demasiado por las malas decisiones de su corazón. Lamentablemente, para poder sanar, tendrá que aprender a confiar nuevamente, dejando aquellos miedos profundos que l...