Capítulo 4

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Me encontraba sentada en la cafetería monet donde habíamos quedado Lauren y yo, había llegado hace tres minutos y ella aún no aparece, le mande un mensaje y me dijo que en treinta estaba acá pero ya habían pasado cuarenta minutos, no era sorpresa para mi, ya una vez pase esto de esperar por alguien. Me levante de mi asiento, deje una propina y camine hacia la salida, nunca me imagine que Lauren fuera de las personas que mienten y tampoco de las que dejan esperando a las demás personas. Abrí la puerta del local y salí, camine hacia mi coche cuando de repente escuche una voz que decía mi nombre.

-Camila. -era Lauren, lo sabía bien. Me di la vuelta y ella estaba corriendo, su cabello se movia con cada paso rápido que daba. Al llegar cerca de mi note su respiración muy acelerada. -Camila, lo siento, es que salí tarde del estudio de arte.

-No te preocupes, si estás ocupada regresa y luego nos vemos- note su mirada de confusión y de decepción.

-No, ya no estoy ocupada. En serio perdón no fue mi intención hacerte esperar.

Sus ojos estaban oscuros y la notaba distinta, a decir verdad muy distinta a la última vez que la vi, sus ojos no mostraban ese verde esmeralda que me gusta y su labios estaban un poco agrietados.

-Lo siento en serio. Vamos dentro del local por favor -me quede viéndola unos momentos, ella estaba mal y por el tono de voz lo podía suponer.

Le di un asentimiento de mi parte y ella de su parte me regalo un simple suspiro de alivio. Caminos nuevamente al local, entramos y buscamos una mesa más cercana a la ventana. El día de hoy estaba tan gris y tan frío, lo podía notar a través de la ventana, había demasiado viento y esto solo decía que lloverá en cualquier momento. Sentí una mano sobre la mía, me quedé observando su mano junto a la mía, se sentía bien, su mano no era tan pesada como podría ser la de un chico, era más suave y tierna la de ella. Levante mi mirada y note una sonrisa débil de su parte, no sabía con exactitud que era lo que le pasaba. Pedimos dos tazas de café fuertes, Lauren no quitaba su mano que estaba encima de la mía, observe con disimulo cada uno de sus dedos, estos no estaban tan bien cuidados como los tenía yo misma, sus uñas mostraban un poco de pintura en cada esquina de estas, cualquiera que viera sus manos pensaría que de verdad es una pintora.

-Este día ha sido el peor de todos, ¿sabes?-comenzó a decir ella mientras nos entregaban nuestro pedido, ella le dio un sorbo a su taza de café, me quedé viendo su gesto y en mi cabeza podría crear un poema de ella y cada uno de sus movimientos con sus manos. Acerco su nariz a la taza y suspiro llevando consigo un poco del olor del café. -Me encanta el olor del café recién hecho.

-Si, igual yo. Oye dime ¿el porque de tu mal día? -le pregunté mientras le daba un sorbo a mi taza de café, estaba delicioso más que el que yo hacía en el departamento. Deje la taza sobre la mesa y observe a la ojiverde que estaba frente de mi.

-Necesito tres cuadros nuevos para mañana y aún no se que pintar. -su rostro mostraba frustración y un poco de desesperación. Eso teníamos las personas con poco tiempo, nos frustrabamos con facilidad.

-Tal vez si encuentras a tu inspiración puedes lograrlo.

-Si, lo sé pero ya hice demasiados cuadros con ayuda de mi inspiración -sus ojos ahora me miraban con una sensación de alegría y calidez que a la vez me hacían perderme en ellos. Me perdí en ese maravilloso color verde que me llenaba de alegría y de calidez por una extraña razón eso ocasionaba en mi. -Ya encontraré que hacer. Ya basta de hablar de mi día, cuenta el tuyo.

-Pues no hay mucho que decir, toda la mañana la pase descansando ya que ayer me quede hasta tarde escribiendo -termine de decir y note su mirada en mis labios luego de notar la mía en ella rápidamente levantó su mirada y miro hacia la ventana, se notaba sonrojada, se miraba tan tierna así.

Entre Pinceladas 2 (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora