Capítulo 35

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Narrador omnisciente.

En esta vida tenemos días felices, días que simplemente estábamos muy bien. En un lado de la ciudad de Nueva York estaban dos casados muy felices, te dabas cuenta de eso cuando los veías pasar de la mano por las calles, pero como dicen nada es para siempre. Camila y Matt estaba en el auto, iban en camino hacia la playa donde pasarían sus cinco semanas de luna de miel. Camila vería al médico dos veces a la semana como lo había hecho antes, debía hacerse los chequeos que el doctor le había recomendado. En el transcurso del camino en el auto, Camila iba pensando en lo que había pasado en su boda, ella lo había disfrutado mucho pero siempre estaba aquello que le decía que no estaba haciendo lo correcto, amaba a Matt eso si es cierto pero ella sabia muy bien que con su felicidad hacia mal a una persona y ella lo sabía muy bien. Camila había sufrido un accidente que la dejó sin recuerdos de dos años de su colegio, ella iba recordando poco a poco, pero nunca lograba encargar los recuerdos que iban apareciendo en su memoria, ella sabía muchas cosas, pero también era ajena de muchas cosas que al final del día podrían poner su mundo de cabeza.

En la ciudad de Nueva York, todo estaba en calma las personas transitaban por las calles en sus automóviles, todo normal como es de esperarse en una ciudad un poco grande. Al otro lado de la ciudad podíamos ver a personas entrando y saliendo de la cafetería más famosa en toda la ciudad y hablamos de Monet, esta hermosa cafetería que servía los mejores cafés del mundo o eso pensaba nuestra segunda protagonista. Lauren se encontraba sentada en la mesa de al fondo, ella siempre lo hacía cuando llegaba a tomarse una taza de café, ella estaba muy distraída y era por qué no vería a Camila, no durante cinco semanas, los cuales ella no las pasará bien. Pero había algo nuevo que le ayudará a pasarlo entretenido. En la entrada de Monet estaba una chica de cabello castaño y de ojos azules, ella no dejaba de ver a Lauren y era de esperarse, pues esta ojiazul era la chica que había conocido en la boda de Matt. Samantha, la ojiverde estaba ajena a esa mirada laciva que recibía de nuestro nuevo personaje en esta hermosa historia. Con una sonrisa y con valor, Samantha se acerco a la mesa de Lauren, al llegar le dio una sonrisa y se sentó sin ser invitada.

—Pero si los ángeles no beben café ¿o si? —la ojiverde le dio una mirada y sonrió con un poco de disgusto. No era que no le agradaba solo que no esperaba verla ahí.

—Pues no soy un ángel, no me considero así pero gracias, supongo —agradeció con duda. Samantha solo rió de la actitud que le mostraba la ojiverde, la misma actitud arrogante que le mostró en la fiesta.

—Estas muy molesta hoy, ¿que pasó?.

—Nada, solo que no te esperaba acá —la ojiazul sonrió un poco coqueta.

—Te dije que siempre estoy donde menos te lo esperas —Lauren por alguna razón le dio gracia lo que ella decía, pues para la ojiverde no tenía sentido. —. Te ves más hermosa cuando sonríes.

—Bueno, gracias. —Samantha era una chica muy insistente ella iba por lo que quería y lo que quería era lograr conquistar a Lauren.

—¿Que le puedo servir? —llegó una chica de estatura media hasta la mesa, era la mesera.

—Quiero un café negro y un trozo de pastel de chocolate, por favor —Lauren no puedo evitar escuchar el pedido, era lo mismo que ella siempre pedida en la cafetería, tenían sus gustos muy similares. La mesera anoto el pedido y se alejo. —¿Te molesta que este en tú mesa?.

—No habría por qué —dijo Lauren sin importancia, le dio un corto sorbo a su delicioso café negro. —, si bien es cierto la mesa no es mía, es para quien la quiera utilizar.

Samantha reía al tales palabras con sentido de la ojiverde, era obvio eso, Lauren al verla sonreír también la imitó, estas dos eran muy parecidas en algunas cosas y eso lo pudo notar Lauren en la fiesta y ahí mismo en el café. A los pocos minutos la mesera llegó con el pedido de la ojiazul. Le dio un trago a éste y gimio al sentir el sabor amargo y un poco caliente del café, Lauren notó el sonido que salió de su boca. Y simplemente rió, le daba gracia Samantha, para Lauren ella era muy graciosa y también interesante, no era la típica chica aburrida y que solo hacía las cosas típicas para conquistar.

—Me encanta el café amargo —dijo Samantha con una enorme sonrisa en sus labios. —¿a ti no?.

—Si, es muy delicioso —contestó sin importancia. —, pero no ando gimiendo frente a las personas.

Samantha se echo a reír por las ocurrencias de su compañera de mesa, simplemente hermosa e interesante, así pensó ella de Lauren, era como su amigo Matt la había descrito. Samantha habías conocido a Lauren en revistas y también en la televisión, desde que la vio se quedó perpleja por sus hermosos e intensos ojos verdes. Desde entonces quería conocerla en persona y tratar de ser su amiga. Pero las intenciones de la ojiazul eran otras, ella quería conquistar el corazón de nuestra protagonista.

Ellas se quedaron hablando cosas sin sentido, pero agradables, Lauren no se sentía molesta con su presencia al contrario, estaba un tanto alegre por no estar sola en esa cafetería donde la mayoría de veces lo pasaba solo o se iba a él parque con su café en mano. La chica era simple y muy simpática, pensó la ojiverde mientras miraba a Samantha, tal vez eso necesitaba, un poco de entretenimiento y salir de la rutina para poder olvidar su dolor y también su insomnio que estaba pasando.

Al otro lado de ciudad de Miami estaba Matt y Camila, ya habían llegado al hotel de la playa donde pasarían sus hermosas semanas juntos, Camila le encantaba la idea de tomarse un respiró y más si es con su hermoso y amado esposo. Tal vez Camila se estaba mintiendo con sentimientos hacia Matt o tal vez no, quizá solo sea agradecimiento al estar con él o tal vez no, lo que sí estábamos seguros es que ellos serían felices o tratarían de serlo con su hermoso bebé que venía en camino. Cuando entraron a la habitación lo primero que hizo Camila fue tumbarse en la hermosa cama, no se pudo resistir ya que era muy grande y era cómoda como se miraba. Matt al verla una sonrisa salió de sus labios, la amaba y él estaba más que seguro con eso, pero a veces debemos ser sinceros con uno mismo y luego que la parte que más amas en tú vida. No era que Matt guardaba secretos, él era sincero con su ahora esposa, lo que él trataba de hacer era no arruinar su felicidad, la felicidad de su esposa era primordial en su vida. Dejó las maletas en el piso y se tumbo con Camila en la cama.

—Es muy cómoda —comenzó a decir la morena, Matt aún tenía esa hermosa sonrisa en su rostro.

—Si que lo es —cogió la mano de su esposa y entrelazo sus dedos con los de ella. En sus dedos estaban ya los anillos de casados y eso le encantaba saberlo Matt, por fin Camila era su esposa cómo siempre lo había soñado.

—Debemos disfrutar estas semanas, bebé —la morena se levantó y le dio un beso a su esposo en los labios. —, solo los dos, son libros que publicar o cosas que arreglar, quiero pasarlo contigo.

Lo volvió a besar y se perdieron en ese beso lleno de amor y mucho cariño por parte de ambos. Ellos se amaban no había duda alguna, ellos eran la pareja perfecta que toda chica o chico sueña tener en un futuro. Lo son, pero no todo es perfecto en una relación. Mientras se besaban Camila no dejaba de pensar en una ojiverde que le estaba robando últimamente sus pensamientos y eso no lo encontraba muy bueno a la hora de estar con su esposo. Esa tarde Matt y Camila se amaron hasta quedar cansados, hicieron el amor como toda pareja recien casada lo hacía. Luego de eso ambos quedaron dormidos, en la enorme cama de la habitación del hotel. Dos cuerpos desnudos después de haber compartido besos y caricias yacían en la cama descansando de tanto amarse. La vida duele y mucho, pero a veces te pasan las cosas por algo eso dicen, no creo tanto en eso, simplemente es karma.

Eso era lo que Lauren estaba sufriendo pero en estos momentos se le estaba olvidando. Ella estaba con Samantha sentadas en el césped del parque, Lauren le agradaba la compañía de ella, simplemente le simpátiso, amabas sonreía sin decir nada solo se miraban, tal vez acá comience otra historia de amor para Lauren, ella debe olvidar a la morena simplemente ya no era de ella y ademas estaba casada ya no sería más de ella. Así pasaron toda la tarde entre risas y bromas sin sentido de Samantha.

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NOTA.

Hola a todas y a todos mis lectores, solo pasaba para agradecerles por los votos y también los comentarios, eso me ayuda a seguir con esta hermosa historia. También gracias a los lectores fantasmas, igual los amo.

También quería decirles que en adelante voy a narrar la historia de esta forma, por que se me hará más fácil meter a todos los personajes y lo que esta pasando con ellos, si tienen alguna sugerencia o opinión con gusto los leo. Cuídense los amo. Besos y abrazos.

Entre Pinceladas 2 (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora