Hay una noche específica al año, cada 6 de diciembre que aparece el payaso sonriente, pero no le aparece a cualquier niño, sino a los que se pierden cercas de los bosques, a esos niños que salen en los papeles de se busca y más nunca se encuentran.
Jason tenía diez años, en el colegio había oído una rara historia de un payaso sonriente, entre sus amigos bromeaban acerca de quien esa noche del 6 de diciembre se atrevería a ir al bosque, él creyéndose del más valiente, fue el único que se ofreció, sus amigos no quisieron acompañarlo, pero para demostrar su estadía en aquel oscuro y solo lugar, tendría que grabar todo lo que sucediera.
Jason se escapó de su casa, esperó a que sus padres se durmieran y por la ventana de su casa hizo el menor ruido posible. Tenía en su bolso algunas golosinas, su celular y un casco donde se podía poner cámara.
Caminó por unos minutos, al principio tenía miedo, pero todo era tan tranquilo, se oían de fondo a los insectos y a los carros pasar.Puras leyendas – se sintió un poco estúpido por haber aceptado el juego –
Se puso su casco y se adentró al bosque, los árboles gruesos los vigilaban y sus hojas ni sonaban, de pronto sintió algo moverse detrás de él, era mucho más grande que su pequeña estatura.Muchachos … – presumía que eran sus amigos jugándole una broma pesada –
Vio entre el monte profundo moverse una silueta muy colorida, ahora sí estaba empezando a espantarse.Lo digo en serio, paren – movía la cabeza en todas las direcciones asegurándose que nadie le llegara de sorpresa –
No hubo repuesta. Empezó a devolverse, cuando una mano que le impedía moverse, con un guante rojo le sostuvo el hombroVamos a jugar – le dijo el payaso, era horrible, tenía los ojos deformes, una pequeña peluca roja y un traje blanco con un arcoíris en el pecho, lo que más perturbaba era su sonrisa toda ensangrentada y cosida a sus pómulos –
¿Payaso sonriente? – dijo gimiendo del susto, con el corazón latiendo excesivamente rápido –
Si adivinas en qué mano tengo el caramelo, te lo puedes quedar e ir a casa, pero si no lo adivinas te quedas conmigo y sonreirás para siempre – su voz era gutural, como si un animal salvaje pudiera pronunciar palabras –
Jason señaló la mano izquierda, el payaso sonriente abrió la mano y no había nada. El payaso soltó una sutil carcajada irónica, seguida de una voz estremecedora de la que se entendia una palabra –Perdiste–
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Historias De Terror
TerrorHistorias de terror Algunas Reales Otras No Tú decides cual creer que es real.