Las Brujas de Nabambu

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Cuenta la leyenda que en el pueblo de Nabambu, cada noche de luna llena, llegado el duodécimo repique del campanario se reunían las brujas de diferentes lugares, pero el lugar exacto era un misterio, pues nunca repetían, siempre cambiaban.

Una de esas noches, Bastian un apuesto joven llegaba al pueblo, de un largo viaje, atravesaba la montaña a pie, pues su caballo se había quebrado una pata y tuvo que sacrificarlo, pero al aproximarse a una laguna vio un gran numero de hermosas mujeres .

Estas dejaban su forma de mujeres bellas con largas cabelleras rubias, por la de feas y horribles brujas .
Bastian no lo podía creer estaba viendo autenticas brujas, el prefirió seguir su camino, al llegar al pueblo, entro a la cantina, pidió un trago y contó a los que allí estaban, lo que el había visto.

La noticia corrió por todo el pueblo ,sus habitantes estaban aterrados y preocupados por sus hijos, a las brujas
se les atribuían la creación de tormentas y de mandar plagas en las recolecciones del campo de llevar mala suerte a las personas y de comer niños.

Era necesario refugiarse de sus conjuros. Clavando una herradura roída en los puertas de las casas, poniendo en puertas y ventanas cruces de palma o ramos de laurel. Todo el mundo creía que eran formas eficaces de evitar a las brujas.

El regidor del pueblo, al enterarse y preocupado porque el pueblo cada vez tenía menos habitantes, pues emigraban a otros lugares, veía como tarde o temprano el sitio donde siempre había vivido y donde deseaba morir, terminaría por ser un pueblo fantasma.

Por este motivo ofreció una gran recomienza, a quien consiguiera encontrarlas y quemarlas, pero
nunca las podían encontrar, pues estas temiendo ser quemadas en la hoguera, cambiaban continuamente de lugar.

Una noche ,antes de que se escuchara el
ultimo repique del campanario, Frederik salio a dar una caninata hasta la orilla del mar , encendió un cigarro, , se recostó sobre una barcasa que estaba sobre la arena, se deleitaba viendo el cielo estrellado, mientras disfrutaba del cigarro, la fría brisa y ese maravilloso cielo nocturno.
De pronto ese mismo cielo se vio surcado por muchas brujas en sus escobas , que llegaron a tierra, luego se sentaron e hicieron un circulo entre ellas mismas,cerrando los ojos y entrando en un trance de meditación,que al parecer les permitía estar en paz con sigo mismas.

Luego de un rato, Frederik escucho lo que conversaban, Seguimos siendo rechazadas y temidas porque todo lo malo que ocurre siempre lo atribuyen a nosotras, ya estamos cansadas de que muchas hayan ardido en la hoguera,lo único que queremos es vivir en paz.
Solo salimos por la noche para buscar en las casas los elementos que necesitamos para hacer nuestras pociones.

Frederik regreso al pueblo ,y contó al Regidor del pueblo lo que había escuchado y le sugirio que se les ayudara en su labor, este le dijo a el que dices insensato, acaso no ves el miedo que infunden al rondar el pueblo, Frederik agrego, pero este miedo y mal no lo hacen por diversión, sino porque las rechazamos y se ven perseguidas.

El regidor no daba crédito a lo que el joven le decía, pero era tal el desquicio que sufría él y su pueblo, que dejó al joven continuar con su planteamiento,
las brujas sólo buscan un sitio donde reunirse, donde hacer sus pócimas, en este maravilloso e inconfundible entorno han encontrado ese lugar.

La belleza del lugar, la tranquilidad y cercanía del mar, les hace sentirse en paz, pero cuando se ven amenazadas por nosotros, sale lo peor de ellas y actúan como verdaderas brujas, sólo tenemos que ser amables con ellas.
Dijo el Regidor ,acaso no te asustarías e intentarías defenderte si en medio de la noche te encontrases a una bruja bajando por la chimenea de tu cabaña.

Claro señor,  respondió Frederik ,pero lo que sí podemos hacer es montar unas ollas encima del tejado, justo donde está la chimenea de esta manera no podrían colarse, además tendrían el recipiente para elaborar sus pócimas al fuego de nuestro calor.

Así en primer lugar logramos que no se cuelen en las viviendas por la chimenea y por lo tanto que no asusten a sus moradores, y en segundo facilitarles el que puedan hacer sus pócimas .

El regidor no estaba muy seguro que esta fuera la mejor solución, pero qué iban a perder con ello. Ordenó comprar tantas ollas como chimeneas tenía el pueblo, y también ordenó que cada noche cuando estuviera a punto de sonar las campanadas encendieran el fuego de las chimeneas.

Esa misma noche cuando sonó la última campanada de la medianoche aparecieron como era costumbre las brujas. Y sucedió que se encontraron con las ollas sobre las chimeneas , y observando que los lugareños encendían las chimeneas, se pusieron a elaborar sus pócimas con el calor que emanaban, y hechizos con el amor que percibían, y desde entonces se dice que en este lugar reina el amor, la paz y la belleza interior de quienes allí viven. Y las brujas pudieron

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