El señor del Cementerio

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Como decía mi abuelo que en paz descance: No está ustedes para saberlo, ni yo para contarlo, pero lo que les voy a contar es un hecho real que me aconteció a mi hace aproximadamente como diez años en mi pueblo llamado Jalpatagua que es un municipio del departamento de Jutiapa, republica de Guatemala.

Un amigo mío y yo teníamos la costumbre de visitar el cementerio del pueblo por la noche y quedarnos ahí pasadas las doce de la noche para ver si acontecía algo paranormal o simplemente para probar nuestro valor, cada fin de semana era lo mismo, a las nueve de la noche con una mochila repleta de golosinas y refrescos partíamos rumbo al cementerio. Un noche llegó mi amigo y juntos nos sentamos en el comedor para degustar de una cena que mi madre nos había preparado cuando de pronto ubo un corte de energía eléctrica y nos quedamos solo con luz de candelas.

Mi amigo preguntó.

-¿A que no tienes valor de que vayamos ahorita al cementerio en esta oscuridad?
- ¡Pues para luego es tarde, vamos pues!,

Ya íbamos rumbo al cementerio cuando a medio camino mi amigo se encontró con su novia y se quedó con ella.

- ¡Nos encontramos allá donde quedamos!

- ¡Si, ahorita te alcanzó!

Cuando llegué al cementerio noté que en la entrada se encontraba un anciano sentado en la ceiba fumando muy tranquilamente.

- ¡Buenas Noches señor!

- ¡Buenas noches hijo!

Estaba a punto de entrar al cementerio con ese viento que sacudía los arboles y el negro manto de la de la noche que cubría casi todo, cuando de pronto el anciano me preguntó.

- ¿A DONDE VA?.

- Al Cementerio.

- ¿Y QUE VA A HACER AHÍ A ESTAS HORAS DE LA NOCHE?

- Nos reunimos con un amigo todos los viernes para contar historias de miedo y chistes y pasadas las doce nos vamos.

- No anden haciendo eso porque es falta de respeto para los muertos y recuerden que así como aquí hay gente buena sepultada tambien hay gente que en vida fue mala y les puede ganar el alma.

De pronto lo reconocí, era un señor que de niño me visitaba y me llevaba pan, al conocerlo le di la mano y entable conversación con el que por cierto no dejaba de fumar y el me dijo que a los muertos había que tenerles respeto y que ya no visitaraa de noche el cementerio porque era peligroso.

Poco después de hablar con el unos veinte minutos y al ver que mi amigo ya no había llegado me despedí de el señor quien se llamaba Eulalio y le decímos don Lalo, le di la mano y le dije:

- Pase feliz noche Don Lalo y gracias por el consejo.

- Gracias igualmente hijo y ya le dijo pues dejen de venir aqui de noche porque no es bueno.

Al llegar a casa le comenté a mi madre de lo ocurrido y le conté que el señor que estaba en la entrada del cementerio era mi amigo Don Lalo que hacía tiempo que no lo veía, mi madre muy asustada me dijo:

-¡Hijo por el amor de Dios, si Don Lalo falleció hace como un año!
- Claro que no mamá si yo platiqué con el y hasta le di la mano.

- No hijo, en una noche lluviosa Don Lalo iba para su casa se cayó ahí por la ceiba que está en la entrada del cementerio y se quebró una pierna y como nadie se dio cuenta porque era muy noche, el pobre viejito toda la noche con lluvia, se murió de frío en la mera entrada del cementerio.

Yo me quedé atónito y comprendí que el como fue mi gran amigo quería advertirme eso de visitar el cementerio de noche, al día siguiente visité a los familiares de Don Lalo y me aclararón toda duda a cerca de su fallecimiento, ese mismo día visité la iglesia y horé por el alma del Anciano que me había prevenido de un peligro, despues de ese día nunca volvía ir al cementerio de noche, no se si me crean pero es la verdad; pasé como dos semanas que no podía dormir porque se venía a mi mente la imagen del señor del Cementerio.

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