Marioneta del Recuerdo

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Tan solo un inmenso dolor y un vacío irreparable, era lo que abundaba en la vida del viejo y abatido Marcus. Él era un famoso marionetista, considerado un genio en su rubro, o al menos así lo era hace muchos muchos años.

Su amada hija Valerie era el sol que alumbraba su existencia, lo fué desde siempre. Lamentablemente a temprana edad se le despertó en su organismo un terrible e incurable caso de esclerosis, lo cual fué apaciguando incesantemente todo su sistema motriz. Quedando desgraciadamente paralítica desde muy joven.

Su padre la cuidó de sol a sol durante todos esos difíciles y largos años en medio de un tortuoso abismo de penas y llanto. Pero el desenlace de esta historia fué el peor posible, aunque por más cruel que esto suene, era el final esperado. Ya no tenía sentido alguno prolongar su suplicio insoportable, ni su continuó estado de languidez crónico. Era inhumano querer mantenerla así en contra de la voluntad y designio de Dios hacia ella.

Pero a pesar del tiempo que ya había pasado(20 años de hecho) Marcus nunca se hizo a la idea de dejarla ir. Era imposible para él aceptar o idealizar su enorme y extenuante pérdida. Los años pasaban y pasaban y el titiritero comenzó a enloquecer, según se comentaba en los alrededores de su casa, por vecinos y antiguos allegados a él.

Se decía que estaba inmerso en extrañas y demoníacas prácticas cultistas. Para lograr su cometido, traer de vuelta al reino de los mortales a su adorada Valerie. Incluso también se hablaba sobre su adherencia a la urna de su difunta y cremada hija, los relatantes afirmaban que este incluso mantenía conversaciones y dormía con el inanimado objeto funerario.


Ahora un morboso y demencial plan rondaba su loca cabeza, como una repentina inspiración de satán. Esto no era para nada una fútil información adicional, ya que el maestro estaba apunto de realizar su nigromántico intento de resurrección.

Todo estaba ya listo para el intento, los cremados restos de su objetivo en una vasija decorada, abundante cantidad de su propia sangre(obtenida a partir de su automutilación). Y lo más importante, el cuerpo que iba a albergar la evocada alma de su hija(o al menos podría llamársele cuerpo). En este caso se trataba de una perfecta obra de sus habilidosas manos de artesano, una pequeña pero idéntica (o muy similar) réplica de su querida Valerie. Esta había sido tallada en un deslumbrante y costoso roble blanco, tras años de duro esfuerzo y dedicación para armarla manualmente; estaba terminada. Reflejando los rasgos de su musa inspiradora, y actualmente huésped de ese recipiente. O por lo menos la parte espiritual de la misma.

Con el profanante e impuro ritual concluido, la bizarra muñeca había sido traída a la vida por fuerzas sobrenaturales y oscuras. Esta simplemente lo miró con sus penetrantes y cristalinos ojos de imitación, con tintes de culpabilidad u odio hacia su reanimador. Esta mirada se mantuvo durante largas horas, de incesante acoso visual. Pero a su vez, Marcus permanecía inmóvil, con una malvada e hilarante mueca risueña en su avejentado rostro, expresando una especie de conformismo retorcido. Simulando estar feliz con su atroz creación.

Poco se supo luego de ese oscuro capítulo en la historia de nuestro pueblo. Lo única afirmación acertada, aunque escalofriante a la vez, sería decir que esa misma noche. Desaparecieron misteriosamente, tanto la marioneta, así como el anciano Marcus. Y sólo fué encontrado…un cincel totalmente cubierto de sangre.

FIN.

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