La niña que rezaba por el diablo

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Hace ya mucho tiempo en la comunidad de Rincón de Romos Aguascalientes vivía Alondra, una pequeña niña inocente y sin malicia alguna, que era observada con sorpresa y creciente preocupación por sus padres, quienes estaban asombrados y escandalizados por las oraciones nocturnas de la pequeña, al grado de llamar al sacerdote del pueblo, quien pensaba que los padres exageraban su protección y preocupación por la pequeña.

Le invitaron pues a cenar y a observar detenidamente el comportamiento de la chiquilla, la cual no era sino un verdadero ángel a los ojos del clérigo, después de la cena la dulce Alondra se despidió y dirigió a su habitación, así pues los preocupados padres pidieron al clérigo acompañarlos, la oración comenzó normal como algo así:
....".Y cuida a mi mami, a mi papi, a mi abuela y mis hermanos, ah, y por favor cuida mucho de Lucifer, pues nadie pide por el, yo lo hago en su lugar, amén".

El padre se horrorizó ante semejantes palabras, pero a pesar de todo, la conducta de la niña era intachable así que el clérigo solo ordeno el vigilar de cerca a la pequeña.
Y el tiempo paso pero lamentablemente las condiciones en las que la pequeña y su familia vivían no eran del todo "Optimas" con frecuencia caían en enfermedades y hambrunas, sin embargo, esto no era motivo para que la pequeña Alondra dejase de rezar por el diablo, "Y cuida de mi mami, mi papi, mi abuela y mis hermanos, ah, y por favor también cuida mucho de Lucifer, pues nadie pide por el, y yo lo haré en su lugar, amén" y así lo decía cada noche.

Un fatídico día de invierno mientras los padres de la pequeña salieron en busca de alimento para ella y sus hermanos la bebé sufrió un lamentable accidente y murió.
La familia era tan humilde que no podían dar sepultura a su bebita y lloraban su miseria, cuando de la nada arribó a la humilde vivienda el mas majestuoso cortejo fúnebre que nunca se había visto en ese lugar u otra parte del mundo, rosas, coronas, una carroza elegantísima jalada por seis percherones negros y al frente del cortejo, un hermoso joven de piel blanca como la nieve, cabello negro y sedoso ataviado finamente en un traje de gran gala negro, tanta belleza cautivaba, pero lo que más impactaba eran sus ojos, rojos como la sangre, como carbón encendido, pero hermosos y cautivadores, bañados en lágrimas que ocultaban la verdadera fiereza de su dueño.
Inició la misa de cuerpo presente, la iglesia estaba a tope y el joven en primera fila seguía llorando sin mirar a nadie sino la pequeña cajita blanca de finísimo alabastro que contenía aquel angelical cuerpo.
Los padres de la niña no se animaban a agradecer o cuestionar a su distinguido benefactor, quien cabizbajo seguía ahí en un solemne y silencioso llanto que desgarraba el alma del más valiente.
Finalmente el cortejo partió al cementerio en donde los padres, hermanos y familiares de la pequeña tan solo pudieron contemplar el sepulcro más majestuoso jamás visto, al ingresar el pequeño féretro a su nido de descanso eterno aquél joven estalló en un llanto que dobló a mas de uno, los padres no sabían que hacer.
Cómo aquella persona desconocida podía haber amado y sentido tanto la muerte de la niña?
Y como si hubiera leído sus mentes, volvió su fiera pero enternecedora mirada y con pena y dulzura infinita dijo: "Por miles de años el mundo ha buscado la manera de tacharme de lo peor, desde tentador, ladrón, traidor, enemigo, hasta lo más ofensivo y blasfemo, pero ella, ella con su dulzura, su inocencia, su amor infinito, todas las noches sin falta y a pesar de que era castigada por hacerlo nunca dejó de orar y pedir por mi, ni una sola noche".
Los padres pensaron que se trataba de un maestro de la bebé y le preguntaron pues por su nombre. El joven se alejó y dio la vuelta diciendo: Debes recordar el final de las oraciones de tu propia hija:" Y bendice a Lucifer porque nadie pide por el así que yo pido por todos."
Dicho esto el joven desapareció.

Cada 24 de enero la majestuosa tumba es adornada de rosas rojas de exquisita belleza y se ve al joven llorar al pie de la cripta...

Créditos  a Leyendas de Todo México

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