Era el día de Nochebuena y yo todavía era un estudiante de primer año en la escuela secundaria. Hace tiempo que mi familia se encuentra separada, así que normalmente intercambiamos el día de Navidad y la víspera navideña cada año, y ese año había regresado a casa temprano de la fiesta de Navidad de mis abuelos, mientras todos los demás estaban en casa de mis tíos celebrando en otra fiesta. Cuando me dejaron, mis primos se ofrecieron a quedarse conmigo durante algunas horas, pero lo rechacé. Pensé que podía ver algunos de mis nuevos DVD’s y pasar un tiempo a solas en la casa, lo cual es una rareza.
En ese momento me percaté de que había un coche desconocido estacionado en la calle, aunque no le di mucha importancia considerando que era la víspera de Navidad. Probablemente se trataba de un pariente de los vecinos o algo así. Después de entrar, cerré la puerta con llave, me preparé un bocadillo y me dispuse a relajarme. No había estado en casa por más de quince minutos cuando llamaron a la puerta. Me levanté y fui a abrir, solo un poco, para ver a un hombre parado en el pórtico. Cabello oscuro, anteojos, ligero sobrepeso y ropa informal.
No parecía ser una amenaza, pero algo en él me dio mala espina al instante. Sonrió de una forma desagradable y me saludó.
—Me preguntaba sobre el auto que está afuera, ¿lo tienen en venta?
—No lo creo —respondí.
—¿Hay alguien aquí con quién pueda hablar sobre el auto? —insistió, mirándome fijamente.
—No, puedes volver en otro momento —en ese momento no me di cuenta, pero admitir que estas solo fue el error más estúpido que pude cometer.
Cerré la puerta y giré la cerradura tan rápido como me fue posible. Él alcanzó el asa inmediatamente y comenzó a golpear la puerta, demandando entrar.
Escuché una serie de palabrotas y luego, de pronto, cesaron los golpes. Aterrorizado, me arrastraba por el suelo hasta el teléfono, esperando que él no pudiera verme a través de una de las ventanas. Entonces escuché los ruidos. Nuestra casa tenía una de las puertas del garaje abiertas, la cual conectaba con la lavandería. Allí, la cerradura de la puerta estaba rota y nadie se había molestado en arreglarla aún.En ese momento escuché al hombre gritar, y por el cristal de la ventana, pude verlo correr hacia su auto y huir. Era el mismo vehículo por el que había estado preguntando, por lo cual sentí un escalofrío al darme cuenta de que todo había sido planeado desde el principio. ¡Afortunadamente mi tío había llegado justo a tiempo para ahuyentarlo!
No tengo idea de lo qué habría pasado, si no él no hubiera estado ahí para defenderme. Lamentablemente no obtuvimos el número de placa de su coche, y a pesar de que levantamos un reporte policial, las autoridades nunca lograron dar con él. Desde esa Navidad, nunca más que querido volver a estar solo en casa durante las vacaciones.
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Historias De Terror
TerrorHistorias de terror Algunas Reales Otras No Tú decides cual creer que es real.