Un Demonio En La Tabla Ouija

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Mi primer amor fue Mercedes y murió cuando tenía 19 años. Una enfermedad repentina la tuvo los últimos meses sin poder moverse ni hablar, los médicos no aportaron siquiera un diagnóstico preciso y yo a su lado siempre. Los padres al ver mi devoción dejaban que me quede en la habitación, ella inmóvil, sólo su respiración cortaba el silencio y el intenso color de sus ojos azules me siguieron con la mirada hasta el final, aun así, en la más absoluta fragilidad, seguía siendo de las mujeres más bellas del mundo.

Me llamo Gabriel y tengo 35 años, no pasa un solo día en que no piense en ella, mi Mercedes. Por las noches ocupa todos los sueños. Ahora estoy casado con Vanesa quien piensa que hay algo que no he podido cerrar de mi relación, como es psicóloga me lo explicó con pseudo claridad:

―La falta de diálogo entre ustedes debido a la disfunción en el habla que padeció la chica en sus últimos meses, les impidió una correcta oralización de los sentimientos y hay cosas guardadas que nunca pudieron poner en palabras.

Lo que ella no sabe, es que esas cosas guardadas entre Mercedes y yo, hacen que la ame y extrañe con locura y me pone cada vez más lejos de mi esposa, hasta la desprecio. No me importa verla ni escucharla hablar una y otra vez de patologías aburridas.

Por las noches sólo quiero dormirme para ver llegar a mi verdadera amada, entre los pasillos de la escuela, con su uniforme de colegio, bella, feliz, siempre joven.

En un intento por poner algo de cordura a mi vida hablé con un médium. Créanme, sé lo raro que eso suena. Me aconsejó comprar una tabla Ouija para comunicarme con Mercedes y resolver lo pendiente, me la vendió a un elevado precio.

Tenía que saber, contactarla y entender si los sueños son un mensaje de amor desde el más allá o sólo mi deseo de sentir otra vez esa pasión que nos unía.

El viejo brujo, con fama de poderoso, me advirtió que la posesión demoníaca es una contra indicación frecuente en el uso de estos instrumentos, por lo que decidí apegarme a sus tres advertencias con el mayor rigor posible:

1― Siempre usarla de noche y solo, para tener el control y no darle permiso a un ente indeseable (demonio) para arruinarte la vida, que se haga siempre tu voluntad.

2― Nunca usarla en la casa, al igual que en el juego de la copa, si no se termina la sesión de una manera prolija, el espíritu o el demonio puede quedar en el lugar.

3― La más importante, los demonios se hacen pasar por tus seres queridos para que los dejes entrar. Haz siempre preguntas directas que sólo el verdadero espíritu invocado pueda responder, atención a este punto, lo repito: haz siempre preguntas directas, a modo de orden, con firmeza, que sólo el verdadero espíritu invocado pueda responder. Los demonios saben muchas cosas inexplicables, pero no contestan a una pregunta directa con la verdad. Son los amos de la mentira, pueden decirte cuántos golpes te dieron en cuarto grado tus compañeros, pero si les ordenas que te digan ¿Cómo se llamaba mi primera mascota?, no te responderán. Te consideran menos que una cucaracha y no se dignarán a obedecerte jamás.

Mi recomendación particular, que agrego a éstas tres: no la uses si tu vida es feliz. En este caso, ya no aguanto a mi mujer, la comparo con Mercedes y pierde en todos los puntos. No quiero verla, ni oírla, sólo encontrarme con mi verdadero amor, cuando sueño con ella y luego despierto quiero que Vanesa desaparezca.

Ouija en mano, me dirigí a la vieja casilla de la estación, un lugar solitario y a escasos 200 metros de casa.

―¡Invoco al espíritu de Mercedes Volger! ¡Invoco al espíritu de Mercedes Volger!

La llamo, la llamo, la llamo, primera noche: nada.

Sueño con ella y la frustración inicial se torna en esperanza. Segunda noche, el marcador se mueve, débilmente me indica las letras:

E―S―T―O―Y

Tercera noche, me desespero por llegar a la vieja casilla. Los reclamos de Vanesa me son insoportables. En la Ouija se fortalece el contacto, le pregunto algo que sólo ella puede saber, no me responde, pero sigue con otro tema. Mercedes me habla de cuánto hay entre nosotros que no se ha dicho.

A―L…...F―I―N
H―A―B―L―A―R―E―M―O―S

Cuarta noche, escapo del fastidio de Vanesa que no me deja en paz. Inicio el contacto con la pregunta que sólo ella puede contestar, sigue sin responderla y empiezo a sospechar que, en verdad, es un demonio haciéndose pasar por Mercedes.

Luego empieza a hablar de algo olvidado, odio acordarme de esos días, sufrí mucho. Me lo menciona a Jorge un muchacho que la pretendía, quiere decirme algo importante. El puntero se mueve veloz.

N―U―N―C―A......T―E......A―M―E
M―I......V―E―R―D―A―D―E―R―O......
A―M―O―R......F―U―E......J―O ―R―G―E

Sonreí, el demonio es inteligente, sabe que soy colérico, muy inteligente, quiere que desespere. Le hago la pregunta que sólo ella sabría otra vez, para probarlo, no me contesta.
Es inteligente, muy inteligente, astuto demonio, quiere que pierda los estribos, tal vez que lastime a Jorge, confieso que en algún momento antes de que Mercedes enfermara había pensado en hacerlo, ja, ja, ja. ―Vuelvo a mi casa hablando solo, preso de la furia, sabía que no era mi amada, nunca podría ser ella, sin embargo, quiero seguir intentándolo.

Entro a las 3 de la mañana sin escuchar los reproches de mi mujer. Abro el cajón de la mesa de luz, no dejo de decirme.

―¿Lastimar a Jorge? Demonio astuto, no voy a dejar que se haga su voluntad, se hará lo que yo quiero. ―Encuentro el arma ¿el deseo del maligno es que lo mate? ¿Acaso que me dispare yo?

Vanesa me grita y grita y grita, quisiera que se detenga, no soporto sus reclamos, me llama loco en todas las formas que su estúpida psicología conoce. Que suelte el arma, que va a internarme, que no puede seguir. Le disparo en la cara haciéndola callar para siempre, me gustaría creer que fue un accidente. En mi cabeza sigo contemplando la idea del suicidio, bajo mi arma y grito:

―Acá se hace mi voluntad no la tuya, engendro del infierno, ¿Cómo puedes pensar que voy a confundirte con Mercedes? ―Sigo hablándole no sé a quién y me encierro en el baño, no hay sirenas, pero temo que la policía derribe mi puerta en cualquier momento.

Dejo a mi esposa desangrada en el suelo. La bronca contra el demonio persiste, aún no amanece y me ilusiona volver a la vieja estación a contactar a mi amada. Tal vez sea la única oportunidad antes de que me atrapen, debo apurarme.

Llego a la vieja casilla corriendo, la ilusión me comanda.

La llamo, la llamo, la llamo. El puntero se mueve.

Volví a hacer la pregunta que sólo ella podría saber.

No me contesta, dice:

A―M―O......A......J―O―R―G―E

―Demonio infeliz, ¡responde lo que te pido!
Preso del odio más visceral grito una vez más la pregunta:

―Contesta Mercedes, si eres tú en verdad ¡¿Cuál fue la causa de tu muerte?!

Debo decir que no era un demonio, era el espíritu de mi amada. Al final, antes de que el sol indiferente se asome, en el último intento, Mercedes respondió a mi pregunta directa con la verdad y sólo ella podía saberla.

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