El llanto del Nahual

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Padre mío !!! Dios de las tinieblas, perdóname porqué te he fallado, puse a los pies de esta mortal todo, y no recibí lo que esperaba. A cambio y en tu honor, te ofrendo de mi lo que quieras, ya que como ciervo tuyo no merezco tu compasión.

Estas fueron las palabras de EL GRAN NAHUAL, que se enamoró de YAZBEL una bella dama que sólo lo utilizó para sacar provecho, y ésta no imaginó jamás la visita que recibiría por su acto cobarde.

Los ojos del GRAN NAHUAL, en su metamorfosis de hombre, sucumbieron enamorados ante la belleza única de esta gran dama de vida fácil y galante, que todos los días pasaba frente al negocio del Nahual, adorador de la secta de Satanás, que a punto estaba de faltarle a su padre por culpa de esta mujer.
En su desesperación comenzó a tratar de enamorar a YAZBEL, élla, al ver que podía sacarle provecho, le dijo que era muy apuesto y guapo, pero su trabajo de mujer galante le daba lo suficiente para vivir bien, sin necesidad de buscar un marido.
El Nahual, le dijo que era poseedor de una fortuna inmensa, y le daría lo que pidiese con tal de obtener su amor.
Esta bella mujer, ante tal oferta, le dijo que lo aceptaría como esposo, que pusiera fecha para la boda, pero antes quería que le comprara el Burdel donde trabajaba, pues quería ser la dueña de todo, incluso de las demás mujeres que allí trabajaban.

El Gran Náhual, al ver que esto era fácil aceptó, en dos días le dio el dinero, ella compro ese lugar, lo administró, y nunca imaginó que su futuro marido era el ciervo del mismo Satanás.

Esa semana, el Nahual le dijo a YAZBEL que debía cumplir su promesa de casarse con él, ella sorpresivamente le recalcó que ni loca lo haría, pues era un hombre feo, vulgar, sin atractivo alguno, y que jamás accedería a esa propuesta.

El Nahual, ante el rechazo y el engaño, se aguantó como pudo el dolor que por dentro lo quemaba, se adentró en el bosque, y en su camino destrozó a todo animal que se atravesó, ciervos, osos, conejos, todos fueron sus víctimas. Ya cerca de la cueva donde estaba el altar de su secta, cayó de rodillas derrotado, esperando su castigo, ya que había desobedecido a su padre Satánas.

Estaba a punto de dejarse morir de tristeza, cuando de la oscuridad salió la imponente presencia del oscuro, que al ver a su hijo así, juró furioso vengarse de aquella mujer, sin la más mínima misericordia.

A la noche siguiente, tocaron la puerta del Burdel, YAZBEL abrío la puerta, y un hombre hermoso, moreno, de enormes ojos verdes, y de imponente figura, solicitó los servicios de la mejor mujer de ese lugar.
Ella le ofreció los servicios de Mary, el la rechazó, y repitió … ¡dije la mejor mujer, por eso vengo aquí, porque la mejor eres tu!. Ella se sonrojó, y aceptó, pues no despreciaría a este hombre tan hermoso.
Subieron a la recámara, consumaron el acto frenéticamente, y luego él le susurró al oido … ¡después de esto vendré por ti!.

Élla, pensando que lo atrajo su belleza, se rio y le replicó … ¡si vienes por mí es porque te guste!

Al oir esto, el Príncipe de las Tinieblas -encolerizado- comenzó su metamorfosis, y su belleza humanamente masculina empezó a desaparecer.
Sus patas de cabra, su cornamenta, y sus ojos rojos, se observaron al girar hacia ella, quien al verlo quedó en shock.
Mujer traicionera, insignificante mortal, dije que vine por ti, y en especial por tu alma. Pudiste tener la vida y la juventud eterna con mi hijo, el fue honesto contigo, y lo burlaste. Por eso, te arrastrare conmigo al infierno, pero no te irás sola, me llevaré a cuanta alma este en este miserable lugar.

La luz se fue de pronto, gritos de horror salíeron de todos los cuartos, y en menos de dos minutos, el lugar explotó en llamas, dejando atrapados a la mayoría de los clientes y mujeres impuras. Sin embargo, y curiosamente, YAZBEL logró escapar de milagro.

Dicen que al día de hoy, esta mujer camina por las calles, sin razón, voluntad propia, ni pensamiento alguno, pues aquella noche fatídica, el propio Diablo arrastró su alma al infierno, en venganza a su grandioso hijo el Gran Náhual, que lloró de dolor y rabia por el amor no correspondido de aquella mortal.

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