El Campo De Flores

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Cuando era niño yo disfrutaba de las cosas mas simples de la vida, no necesitaba tener juguetes caros ni lo ultimo en tecnología, yo era feliz con el simple hecho de visitar diariamente un campo de flores que estaba muy cerca de mi casa, y no solamente lo hacia yo, mi mejor amigo Daniel me acompañaba todos los días, realmente al menos 20 o 25 niños y niñas del área nos sentábamos allí a tomar el aire de la tarde entre esas hermosas flores, era un lugar mágico.

Era fabuloso ver a tantos de los niños del pueblo, se puede decir que estábamos casi hipnotizados por estar allí, solo cenábamos, hacíamos la tarea y salíamos al campo. Lo que nos encantaba era sentir la hierba, la tierra y las raíces debajo de nuestros pies, era como si el campo acariciara nuestros piecesitos, casi no podíamos ver el suelo, ya que la hierba lo cubría todo, pero aveces es mejor sentir que ver, y lo que sentíamos era algo que nos hacia cerrar nuestros ojos de placer, todos nos sentábamos descalzos a sentir la caricia del suelo.

A nuestros padres no les gustaba que fuéramos de noche, pero había que hacerlo, de noche era aun mas especial, al parecer de noche aparecían unos hongos…era muy extraño…bueno!…yo les llamaba hongos, porque era muy oscuro para verlos claramente, pero los arrancábamos con los dedos y los comíamos pedacito a pedacito, tenían un sabor muy bueno, y eran muy suaves, las raíces que podíamos sentir eran algo duras, y creo que habían agujeros, pero era lo de menos. Por mucho tiempo estuvimos disfrutando de aquel lugar.

Pero al cabo de un tiempo cosas raras comenzaron a pasar, una noche mirando por mi ventana, me pareció ver a Daniel caminar por la calle en la oscuridad y meterse al campo, seguro se había escapado de casa, y yo no lo iba a delatar, así que aunque lo vi un poco raro, como sonámbulo, preferí no llamarlo, ya que haría ruido, despertaría a todos y lo descubrirían, así que simplemente me fui a dormir.

Al día siguiente, Daniel no fue al colegio, me preocupé porque el no faltaba nunca, al ir a su casa, a preguntar a sus padres, los encontré consternados, sin tener idea de donde podría estar Daniel, yo como apenas era un niño, me asusté, y aún así no dije haberlo visto. En los días siguientes, muchos otros niños que acostumbraban a ir al campo a pasar la tarde, comenzaron a desaparecer. Al parecer a muchos los vieron por ultima vez cerca de aquel lugar, mi madre ya me había prohibido salir de la casa, pero aunque yo también estaba algo nervioso, ya que pensaban que tal vez era algún roba chicos, había algo que me impulsaba a ir al campo, yo no me podía resistir, tenía que regresar a sentir esas caricias en las plantas de mis pies, y comer esos riquísimos hongos.

Así que aprovechando que mi madre ya dormía me escapé, y luego de caminar por la calle, pude poner mis pies descalzos en el campo de flores, la sensación era de un placer inmenso, algo que no podía explicar, me adentré y me senté en el suelo entre las flores, enseguida sentía el placer en mis pies, bajé mi mano y comencé a comer de aquellos deliciosos hongos. Pero algo me sacó de mi éxtasis, cuando sentí como algo sujetaba mi pierna, intenté levantarme y fue cuando algo me mordió muy fuertemente, estaba tan asustado que grité lo mas fuerte que pude, hasta que logré zafarme, corrí desesperadamente sin parar hasta salir del campo, no sin sentir como constantemente algo trataba de sujetarme, con todo el escándalo que hice, logré despertar a mi madre y a muchos de los vecinos, mi madre me atrapó entre sus brazos, mientras yo lloraba y le pedía perdón. Sin embargo al revisar mi pierna tenia la marca de unos dedos y una mordida aterradora.

Los vecinos llamaron a la policía, y yo conté todo lo que sabía, aunque estuviera temblando de miedo, al amanecer, la policía ordenó destruir el campo, trayendo un tractor de esos parar arar el campo, no niego que sentí algo de tristeza, pero mientras esto sucedía, nadie estaba preparado para lo que nuestros ojos iban a descubrir debajo de todas las bellas flores, habían manos cadavéricas semi desenterradas,las cuales nos daban esas caricias, pedazos de piel y dedos, los cuales eran los supuestos hongos que todos comíamos, habían bocas algunas con dientes, seguro las que me atacaron, al parecer resultó ser algún antiguo cementerio maldito, el ambiente se llenó de un olor nauseabundo, ya nada era lo que ese lugar embrujado nos hizo creer que era, las flores solo eran la fachada del terror que se ocultaba debajo.

Todos estaban llorando, aterrados de ver como todos los niños desaparecidos, aparecían uno a uno muertos sujetados por aquellas manos mientras trataron de escapar, a algunos les faltaban partes que ya habían sido comidas por aquellas bocas espeluznantes.

Han pasado mas de 20 años desde que mi infancia fue brutalmente destruida, de ese lugar creo que ya no queda nada, pero yo mantengo un recuerdo eterno de mi amigo Daniel, conservando la marca de su mano, y la mordida de su boca en mi pierna...

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