Soy de Cadereyta, Nuevo León. Este relato comienza cuando tenía la edad de 5 años. En aquel tiempo mi mamá nos llevaba a mi hermano y a mí, todos los fines de semana a Linares a visitar unos familiares y como era habitual nos mandaba a bañar y vestir desde muy temprano el sábado, estando listos antes del mediodía salíamos y al cerrar siempre gritaba:
-¡Ahí te encargo la casa!
La rutina era la misma: pasar todo el fin de semana con los familiares y regresar el domingo por la noche. Sin embargo una de esas noches que regresábamos del paseo, mientras mi mamá buscaba las llaves para abrir se acercó un vecino a platicar con ella y este le preguntó si no se había ido ese fin de semana, por lo que mi mamá extrañada le comentó que si lo habíamos hecho. En aquel tiempo no teníamos luz eléctrica y nos iluminábamos con quinqués de petróleo, por lo que el vecino le comentó que la noche del sábado había visto el quinqué encendido en la mesa de la cocina y que una persona estaba sentada junto a ella. Mi mamá con mucha naturalidad le dijo en tono de broma al vecino que era mi abuela la que estaba ahí y que ella cuidaba la casa mientras nosotros no estábamos. El vecino al escuchar eso solamente emitió una risa nerviosa y se metió a su casa arrepentido de haberle dicho a mi mamá. No volví a escuchar sobre eso o ver cosas a nuestro alrededor hasta que me fui y olvidé esa plática.En el 2012 regresé a la casa de mi mamá para vivir una temporada ahí. Ella se había ido a Estados Unidos y solamente se quedó viviendo mi hermano en un segundo piso que había construido sobre la vieja casa. Como eran independientes las casas no se conectaban entre sí por lo que mi hermano nunca se preocupó por la planta baja. Así que me di a la tarea de habitar ahí para que no se deteriorara por el abandono. De tal manera que mi esposo y yo un día llegamos para quedarnos un tiempo y durante los primeros días no sucedió nada; pero él fue primero en sentir cosas raras dentro de la casa. Yo jamás pude ver o sentir gran cosa, era algo que tenía él y que solo él podía percibir de algún modo, nunca le conté esa historia de cuando era niña y cierta noche despertó alertado por unos ruidos que escuchó en el pasillo. Al incorporarse de la cama vio con espanto que algo, una sombra; pasó rápidamente por el pasillo hacia la cocina e inmediatamente se levantó para ver que no se hubiera metido alguien, al revisar por todos lados se dio cuenta que todo estaba cerrado y pensando que quizá había sido un sueño, se fue al baño a hacer sus necesidades. Al terminar regresó al cuarto; pero algo llamó su atención y se detuvo en seco al “mirar” por el rabillo de ojo que alguien estaba sentado en la mesa de la cocina. Tal fue la impresión que tuvo al voltear y mirar que en efecto estaba la sombra de una persona que parecía estar sentada en una mesita de la cocina, mi esposo palideció y se dirigió lentamente hacia donde estaba la persona sin dejar de mirarla.
Lo que estuviera sentado en la mesa era bastante evidente y mi esposo estaba temeroso de que alguien se hubiera metido a la casa. Cuando entra a la cocina y enciende la luz, la “persona” sentada simplemente desapareció ante sus asombrados ojos. No alcanzó a ver de quien se trataba, la luz de la cocina hizo que simplemente se esfumara. Eso alteró sus nervios y mejor se regresó a dormir. A la mañana siguiente y luego de contarme lo sucedido, vinieron a mí los recuerdos y la advertencia de mi mamá cuando nos mudamos, y era que la abuela cuidaba la casa. Mi marido se negaba a creer aquello; pero dadas las circunstancias no le quedó más que acostumbrarse, después de todo solo era una aparición y no hacia ningún daño. Yo hasta ese punto no había visto o sentido la presencia de la abuela hasta una noche de sábado que nos quedamos viendo la televisión y me levante al baño y a la cocina para traer refrigerios. De algún modo y al entrar ahí me hizo sentir un escalofrío que me recorrió de pies a cabeza y un aliento helado se hizo presente detrás de mi cabeza, tanto que mi cabello se movió. Tan solo me sacudí esa sensación y regresé con mi esposo que me veía sorprendido. Lo que me dijo después hizo que nos fuéramos días después de la casa:
-Acabo de ver que tu abuela te siguió a la cocina después que saliste del baño y te sopló el cabello.
Hasta ahora no hemos vuelto a ese lugar, la casa sigue ahí abandonada. Sin embargo sé que la abuela la sigue cuidando.
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Historias De Terror
TerrorHistorias de terror Algunas Reales Otras No Tú decides cual creer que es real.