3. LA OTRA CARA DE LA MONEDA

2K 105 7
                                    


Estaba sentado frente al piano, intentando sacar una melodía que tenía atragantada, cuando oí el sonido de un correo oficial.

Abrí los ojos y los fijé en la pantalla del ordenador que había en mi sala de música. Un escalofrío me recorrió la espalda, sabía que era ese correo, sabía que significaba y no estaba preparado para ello.

Lentamente me levanté de la banqueta del piano y me acerqué hasta el ordenador, en la pantalla, parpadeando, como burlándose de mí, se encontraba el correo que más había temido recibir desde que cumplí los 21 años.

Era del Ministerio, me habían encontrado una pareja compatible. En el correo adjuntaban una fotografía de la chica y la hora y día en que llegaba a Barcelona.

Me senté en la silla frete al ordenador, ya que me temblaban la piernas, y con el corazón desbocado abrí la fotografía de Amaia, así era como se llamaba mi esposa.

Era una chica preciosa, solo con verla se me aceleró aún más el pulso si eso era posible, tenía unos ojos profundos y atormentados pero que dejaban entrever cierta inocencia y unos labios carnosos que hacían desear verlos sonreír.

Suspiré y me alegré que el destino, o el sistema, la hubiesen traído hasta mí, no me gustaría ver a una chica como ella sufrir las aberraciones que había tenido la desgracia de oír.

No me gustaba perder mi libertad, tener que convivir con otra persona, no poder pensar solo en mí y en mi música, pero sabía que yo no sería el que tendría que hacer el mayor sacrificio.

Me volví a sentar en frente del piano y cerré los ojos, me imaginé a Amaia, aterrada y sola en medio de una estación abarrotada de gente. Ese pensamiento me provocó una punzada en el estómago.

Con su cara en mi mente mis dedos empezaron a danzar por las teclas del piano, estaba creando una melodía sencilla pero desgarradora. Poco a poco, la melodía se volvía más lenta, ya no aplastaba las teclas, las acariciaba pensando en la ternura que me había provocado el destello de inocencia que había visto en los ojos de Amaia y en las posibilidades de encontrarme con un alma que todavía no estaba rota del todo.


..........................................................................................


Este capítulo es corto pero me apetecía enseñar una pincelada desde la perspectiva de Alfred.

¡En el siguiente capítulo ya se encuentran por primera vez!

Junto a miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora