4. LO PONES TODO AL REVÉS (I)

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Bajé del tren temblando como una hoja, no paraba de repetirme en mi cabeza que debía relajarme, que debía ser fuerte, que no me verían llorar, pero decirlo es mucho más fácil que hacerlo.

Alcé los ojos y empecé a buscar a mi marido entre la multitud que había agolpada en el andén. Entonces lo vi, iba vestido con un abrigo negro, unas gafas de sol y el pelo despeinado, creo que él aún no me había visto porque estaba moviendo la cabeza de un lado a otro.

De repente oí un grito, giré la cabeza tan rápido que me hice daño en el cuello, y ahí estaba, el pan de cada día. Una mujer estaba siendo arrastrada de la coleta por un señor unos treinta años mayor que ella. ¿Qué habría hecho? Seguro que nada que mereciese tal trato y tal humillación.

Justo en ese momento sentí como una mano se posaba en mi hombro. Sobresaltada di un paso hacia atrás y me alejé de aquel contacto. Allí estaba él, mi presente y mi futuro.

No sabía qué hacer ni cómo responder, simplemente me quedé mirándole con los ojos muy abiertos. Estoy segura que pudo percibir el miedo en mí ya que se alejó y me sonrió.

Me encontraba totalmente descolocada, pero tenía que reaccionar, no podía permitirme una paliza o una humillación en público solo llegar, eso me acabaría de romper.

- Hola, soy Amaia. - Le extendí mi mano y él la tomó con la suya. Si no hubiese sido por el agarre que él tenía en mi mano la habría soltado de golpe, ya que no podía creer la electricidad que acababa de sentir recorrerme des de la punta de los dedos para extenderse por todo mi cuerpo.

- Hola Amaia, soy Alfred. Estoy muy contento de que ya hayas llegado. - Yo seguía mirándole, sin apenas parpadear, además, no podía decirle lo mismo.

Al ver que no respondía vi como iba perdiendo la sonrisa y su postura empezaba a resultar más incómoda que desenfadada.

- ¿Quieres que te ayude con la maleta? Podríamos pasar a comprar algo para comer antes de ir a casa, si quieres.

La verdad es que no me apetecía nada comer pero si eso conseguía retrasar el momento de estar solos encerrados entre cuatro paredes sería bienvenido.

Durante el trayecto en coche ninguno de los dos dijo nada, la tensión se podría haber cortado perfectamente con un cuchillo de mantequilla. Veía como sus nudillos estaban blancos de apretar el volante, ¿estará también nervioso? No creo que tanto como yo. ¿Querrá llegar ya a casa para encerrarme y someterme? Seguramente.

Después de comprar unas hamburguesas por fin llegamos a su casa. Al escuchar el tintineo de las llaves, cuando las sacó del bolsillo, volvieron los temblores. Ahora sí, era la hora de la verdad, ya no había tiempo de huir.

- Puedes dejar el abrigo y la maleta en la habitación, es la que está en el lado derecho. ¿Qué te parece si ponemos una película mientras comemos? Tienes todo el día para deshacer la maleta, si quieres puedo ayudarte.

¿Ayudarme? ¿Película? Creo que no le había entendido bien. Lo miré con ojos interrogantes. Él sonrió y suspiró mientras cogía mi maleta y la llevaba hacia la habitación que había dicho.

Fui tras él y me encontré frente a una cama enorme con edredones calentitos y almohadas tiradas por el suelo.

- Lo siento, esta mañana me he dormido y no me ha dado tiempo de hacer la cama, ayer estuve despierto hasta tarde.

- No... no pasa nada.

- Perfecto. Te dejo para que te acomodes, ponte un chándal o el pijama si quieres. Te espero en el salón.

Vale, todo esto era una trampa para que me confiase, así el golpe sería más duro. A pesar de todo seguí sus instrucciones y me puse el pijama, al fin y al cabo, era mejor que me quitase el cinturón, no quería llevar armas encima que pudiesen ser usadas contra mí.

Me desvestí, me lavé los dientes, hice pis y me refresqué, todo esto sin que Alfred apareciese por la habitación o el baño. Además se escuchaba un silencio absoluto en la casa, no sabía si sería una buena señal.

Lentamente me acerqué al salón y me encontré a Alfred sentado en el suelo, delante de una mesita, jugueteando con el móvil.


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Más tarde subiré la segunda parte de este capítulo. ¡Espero que os guste!

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