15. COGE AIRE Y VUELVE

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Nos encontrábamos frente a la cafetería de Aitana, eran las 8 de la mañana y apenas habíamos dormido un par de horas.

Ambos habíamos estado toda la noche abrazados, dándole vueltas a las contradicciones que nos pasaban por la cabeza. Queríamos gritar de felicidad y dar botes de alegría hasta no poder más porque un bebé era un regalo, un ser que sería nuestro, que se había creado del amor y que nacería en una casa donde le querrían y le protegerían. Por otro lado también queríamos gritar de impotencia y llorar hasta que no nos quedasen lágrimas por derramar. ¿Cómo íbamos a traer a un ser indefenso a este mundo? ¿Cómo íbamos a dejar que un Estado corrupto hundiese sus zarpas en nuestro bebé? ¿Cómo íbamos a permitir que nos lo arrebatasen algún día para cumplir con un contrato estúpido?

Aitana dejó la revista que estaba leyendo cuando nos vio entrar por la puerta. Me miró con cara sería, como acusándome de algo.

- ¿Qué les pongo?

Me sorprendió la frialdad con la que hizo la pregunta.

- Buenos días Aitana, no sé si te acuerdas de mí, soy Amaia, estuve el otro día aquí tomando...

- Recuerdo lo que tomó señorita, ¿desea tomar lo mismo?

Miré a Aitana sorprendida, no entendía nada de lo que estaba pasando. Entonces miré a Alfred que parecía incómodo. Justo entonces me dio un beso en la frente y se excusó para ir un momento al baño, ¿Por qué me dejaba sola?

- ¿Te has traído a tu marido? ¿Estás loca? ¿Quieres que nos encierren a las dos? ¿Algo peor?

- ¿Qué? No, Alfred nunca diría nada, está conmigo en esto. - Entendí porque Alfred se había ido al baño, habría percibido la hostilidad de Aitana.

- Lo siento Amaia pero no puedo confiar en él, es un hombre, en cualquier momento te abandonará, te denunciará o nos denunciará y seremos carroña para las hienas del sistema.

- Por favor Aitana, lo que sea que tenga que hacer lo haré con él, no le voy a dejar atrás. Nosotros no funcionamos así. Confía en mí, es un buen hombre.

Aitana soltó una risita condescendiente.

- Tú no eres objetiva, estás enamorada de él, te lo puedo oler a quilómetros. ¿Tan bien la usa?

- No estás siendo justa conmigo. ¿Cómo puedes juzgarme de esta manera? Alfred es mucho más que eso... estás hablando como ellos, tal vez debería ser yo la que no me fiase de ti.

Aitana me miró sorprendida, no se esperaba mi contestación. En ese momento apareció Alfred que nos miraba a las dos analizando la situación. Cuando llegó a mi lado colocó su brazo alrededor de mis hombros.

- ¿Ya has pedido, cariño? - Sabía perfectamente a que se refería, y no era precisamente a la manzanilla.

- Creo que no, tal vez tengamos que ir a otra cafetería.

Alfred y yo compartimos una mirada, estábamos asustados. Además vi culpabilidad en sus ojos, no podía permitir que pensase que nada de esto era su culpa, él no había hecho absolutamente nada malo. Me giré para mirarle de frente, pasé mis brazos por sus hombros y apoyándome en ellos me puse de puntillas y le di un beso en la nariz, para acto seguido rozar mi nariz con la suya. Alfred sonrió levemente y me devolvió el gesto. Nos separamos y nos dirigimos hacia la salida. Una vez fuera nos abrazamos fuertemente.

- Lo siento, mi amor. - Me susurró Alfred.

Iba a contestarle cuando Aitana abrió la puerta de la cafetería.

- Entrad por favor, creía que se me había acabado la manzanilla pero tengo más en la parte de atrás.

Una vez dentro, Aitana cambió el cartel de Abierto a Cerrado y nos llevó hacia la cocina.

- A ver, espero que no me esté equivocando al proponeros esto. - Nos miraba insegura y jugueteaba con una pulsera que llevaba en la muñeca. - Hace años que ayudo a mujeres a huir del país. No lo hago sola, obviamente.

Me imaginaba que sería algo así, estábamos preparados para afrontar un viaje.

- ¿Cuándo podemos irnos? - Pregunté impaciente.

- Es muy importante que lo dejéis todo bien atado, nadie debe sospechar nada. La ventaja de ir los dos es que nadie os echará en falta en casa. El principal problema al que nos enfrentamos normalmente es a la persecución por parte de los maridos, a las horas ya han alertado a las autoridades de la fuga. ¿Cuándo es tu próxima cita con el médico?

- En una semana y media aproximadamente.

- De acuerdo, debéis correr la voz de que os vais de viaje un par de días, sobretodo tu. - Sentenció mirando a Alfred. - Fanfarronea con tus amigotes del trabajo, suéltalo en el bar, donde sea, cualquier momento es bueno.

- Siento decepcionarte pero ni tengo "amigotes" del trabajo, ni voy a bares. - Contestó Alfred con una sonrisa. - Pero tranquila, lo iré gritando por todos los sitios a los que vaya.

- Genial, debes ser el único hombre en todo el país que no tiene un grupito para comentar las torturas a las que han sometido a sus esposas. - Bufó Aitana fingiendo indignación. - En estos momentos el lugar más seguro para salir es la frontera entre Galicia y Portugal. Así que debéis coger un tren, un avión, lo que sea... hasta A Coruña. Una vez allí os reuniréis con una compañera. Por motivos de seguridad no voy a desvelaros su nombre o su apariencia, pero ella os encontrará, confiad en mí.


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¡Buenos días! Aquí tenéis el capítulo de hoy, espero que os guste.

¡Muchísimas gracias a todxs!

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