Me desperté escuchando los latidos del corazón de Alfred. Sonreí contra su pecho y me acurruqué más a su cuerpo, ¿sería mucho pedir que se parara el tiempo?
Justo mientras pensaba en quedarme abrazada a Alfred todo el día escuché a Agoney picar en la puerta de la habitación. Entró haciendo comedia y tapándose los ojos.
- Chicos, siento interrumpirles pero tengo que bajar a trabajar. Tienen comida en la cocina, prepárense lo que les apetezca. Y cuando estén listos deberíamos hablar.
Tal como había entrado, salió. Me reí suavemente y escuché a Alfred hacer lo mismo. Levanté la cabeza y le miré, tenía los ojos entrecerrados, el pelo revuelto y las mejillas sonrosadas, era un bebé. Me incorporé levemente para darle un beso en los labios.
- No recuerdo como llegué hasta la habitación... siento haberme quedado dormida. - Le dije con pena.
- No te preocupes titi, necesitabas dormir.
Alfred se incorporó conmigo encima y me apretó contra él con un brazo mientras cogía impulso con el otro para levantarnos a los dos de la cama.
- ¡Espera! - Grité. Alfred relajó el brazo que tenía a mí alrededor y me miró extrañado. - Ayer... me dormí.
- Creo que ya habíamos aclarado esa parte, amor. - Rió Alfred.
- Ya... lo que quiero decir es que... - Empecé a decir con vergüenza. - Bueno... tú... es decir, yo... ya sabes.... Y entonces, me dormí... y tú...
A Alfred se le iluminó la mirada con reconocimiento, había entendido lo que quería decirle. Soltó una risotada y enterró su cara en mi cuello.
- Ai l'Amaieta, que es un bebé y no le gusta hablar de sexo. - Volvió a coger impulso y nos levantó de la cama.
Nuestros cuerpos estaban pegados y Alfred me miraba con una sonrisilla traviesa.
- No te preocupes Amaix, ya me devolverás el favor. - Me guiñó el ojo y después de darme una palmada en el culo se fue hacia el baño.
Me quedé unos segundos mirando la puerta por la que había desaparecido, sonreí y negué con la cabeza. Mi Alfred no tenía remedio y yo no podía estar más enamorada de él.
Después de desayunar bajamos al taller, nos quedamos en la trastienda hasta asegurarnos que no oíamos el ruido de nadie más que Agoney.
- Buenos días. - Le dije a Agoney una vez llegamos al mostrador.
- ¡Buenos días chicos! ¿Qué tal durmieron? - Nos preguntó con una sonrisa pícara.
- Muy bien, gracias. - Le contesté sonrojada.
- Claro... Oigan, quería hablarles de dinero. - Respondió con tono serio. - ¿Ya saben qué van a hacer para conseguir dinero para viajar?
Alfred y yo nos miramos y, al instante, supimos cómo íbamos a ganar el dinero necesario para irnos de Portugal.
- No tendrías alguna guitarra por casualidad, ¿no? - Preguntó Alfred con interés.
- La verdad es que no, pero puedo conseguirles un par. ¿Saben tocarla?
- Lo intentamos. - Respondió Alfred con humildad.
Esa misma tarde Agoney ya nos había conseguido los instrumentos. Nos dirigimos a la plaza del pueblo, no sabíamos si era buena idea exponernos de esa manera, pero la música era nuestra mejor baza para conseguir el dinero que necesitábamos.
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Junto a mi
FanficEn un mundo futuro, donde la vida es bastante diferente a la que todos conocemos, Amaia y Alfred tienen la suerte de encontrarse. AU -------------------------------------- ¡Hola! Después de pensarmelo mucho he decidido empezar a escribir una histori...