Capítulo 37. Frío congelador.

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Hace frió.
Afuera llueve.
Se escuchan las gotas caer, de una en una.
Y yo, sentada a solas en el sillón, escucho con atención.
Siento un escalofrío.
Y siento como me va empapando de a poco el frío.
Tengo frío.
Mucho frío.
Pero no me levanto por un suéter.
Sigo ahí.
Estoy pensando.
No me muevo.
Siento como mis dedos se ponen fríos.
Y a pesar de eso, no me muevo.
Tengo la mirada perdida en el abismo.
Como si pensara en el cosmos o como es que se creo el mundo.
Pero mis pensamientos no divagan tan lejos.
Solo pienso.
¿En qué pensaba?
En nada.
Solo divagaba entre mis pensamientos.
Pasaba por mi mente, el amor.
Amor.
Escucho algo afuera y me asomo a la ventana.
No hay nada, pero el vidrio, está repleto de pequeñas gotitas de agua, que se deslizan lentamente entre él empañado cristal, es difícil mirar con claridad, pero pareciera que se ayudan entre ellas para llegar hasta el final, se unen y se dispersan, una y otra vez.
Y tal vez, así también sea el amor.
Difícil de mirar con claridad, apoyarse, unirse y dispersarse.
Estamos conectados a las personas que amamos por nuestros sentimientos.
Y eso nos une, o nos dispersa.
Podemos amar y aprender a soltar.
Y eso aunque parezca que no tiene coherencia, me suena completamente lógico.
El tiempo avanza y las cosas cambian.
Y eso no está en mis manos.
Yo no dispongo del tiempo.
Las circunstancias a veces no son como esperamos y a pesar de ello me siento tranquila con lo que he vivido.
No me quiero arrepentir de nada.
Porque cada cosa pasa en su momento y en su lugar.
No me quiero aferrar.
No pelearé con el tiempo.
Y no pelearé con lo que ha sucedido.
Porque al final, así tenía que pasar.
Pienso que es como el ciclo de cada etapa, unas se cierran antes que otras.
Personas vienen y otras se van.
Y en algún punto, alguien, un chico apuesto, inteligente, carismático y muy buen amigo mío me hizo entender algo.
Yo siempre creí que mi problema era no saber retener a las personas, no saber cómo hacer que se queden.
Pero.. ¿Realmente ese era el problema?
Porque una persona que te quiere, no duda dos veces en estar contigo, no tienes que pedirle que se quede porque te demuestra que se quiere quedar.
En mis manos solo está lo que puedo dar.
Lo que fue, ya pasó, no puedo regresar atrás.
Aunque a veces quisiera pedirle al tiempo que vuelva, no puedo seguir añorando algo que sé que no pasará.
Trato de encontrar un equilibrio entre lo que está pasando y lo que va a pasar.
Hoy construyo lo que será mañana.
Y en el proceso, trato de relajarme, trato de superarme y trato de sonreírle a la vida.
He adquirido muchas cosas, y me siento muy agradecida con las personas que se han cruzado en mi camino y también, con las que se han ido.
No me frustro con el hoy, porque sé que todo tiene su tiempo.
No quiero vivir el mañana.
No es su momento.
Hoy estoy aquí.
Hoy estoy feliz.
No me adelanto, no me quiero saltar páginas.
Quiero disfrutarlo todo.
Desde el sonido que la lluvia hace en mi ventana, hasta el aire, el calor de sol, las sonrisas y los abrazos que me regalan.
Jamás había amado tanto la vida.
A pesar de que a veces se me olvida como vivirla, amo cada cosa que tengo en ella.
Sé que no lo tengo todo, pero tengo lo suficiente.
Tengo amigos que me quieren y no me juzgan.
Mi familia, mis padres, mis hermanas.
Tengo un corazón, que late con intensidad.
Tengo mi amor, que es mucho, y es mucho para regalar.
Amor, tanto para dar.
No guardo rencores, perdono y sigo adelante.
No me detengo con nada.
Tengo ganas de aprender.
Tengo muchos sueños.
Y quiero cumplirlos.
Hace frío.
Mucho frío.
Me hiela la piel.
La lluvia afuera y el aire que choca en la persiana.
Su sonido me tranquiliza.
Me hace sentir mejor.
Me levanto, y busco mi pijama, esa que me encanta en los días fríos.
El pantalón es blanco con puntos negros y un moñito rosa.
La playera es rosa con mangas blancas de puntos negros, en el centro, tiene un conejo, bastante simpático, tiene un moño negro en una oreja, y un corazón en un ojo, está sonriendo, supongo que está feliz.
Así como yo estoy feliz.
Porque hoy, he mirado todo lo bueno que tengo.
Mis razones para seguir.
Hoy me siento contenta porque recuerdo quien soy.
Recuerdo que es el amor quien me guía.
Hoy puedo recordar.
Me siento en la cama y acaricio la colcha café de pelitos, es muy calientita, y recuesto mi cabeza en una almohada.
Ya había apagado todo.
No se veía nada.
Pero observó el techo y brillan las estrellas y planetas que tengo pegadas.
Hacia tiempo no me fijaba.
Cuantas cosas maravillosas tengo a mi al rededor y yo como si nada.
Vaya, que despistada.
Me río conmigo misma, me tapo con la cobija, cierro mis ojos y caigo en un sueño profundo.
Un sueño del que no puedo despertar.

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