¿Te atreverías a conocerme?

Capítulo 44. La última vez.

¿Cuánto tiempo ha pasado desde la ultima vez que has llorado?
¿Cuánto tiempo ha pasado desde la ultima vez que sentiste que la ansiedad corroía tus huesos?
¿Cuándo fue la ultima vez que sentiste que las personas que te quieren, están molestas o decepcionadas de ti? A pesar de que no sea cierto..
¿Cuánto tiempo ha pasado?
¿Cuándo fue la ultima vez que te dio un bajón existencial que tuviste que dejar de hacer cosas, trabajo, apuntes, notas, para poder pensar mejor?
Y solamente pensar en el tiempo que llevas estando así.
Porque a mi me había estado pasando muy seguido.
Estar al tope de alegría, riéndome y de más.
Y de pronto un bajón terrible.
Donde solamente, me limito a mirar serio.
Estar sola era una cosa pero sentirme sola era algo muy diferente.
Era en ese tipo de momentos como cuando te invitan a salir y una extraña sensación no te deja salir de casa, ni si quiera de la cama.
Decía un vecino de casa de mi abuelita, un doctor, ya grande y con arrugas en la cara, con pelo cano y lentes de fondo de botella.
"Una persona deprimida, siempre tratará de ocultar lo que siente, con sonrisas y con excusas falsas para no salir, para evadir sus emociones negativas"
Y mi abuelita siempre se quejaba de que yo siempre estaba en cama..
Eran ironías.
Mi abuelita e incluso mi madre, se la pasaban hablando de sus emociones, de cómo se sentían, de sus dolores..
Y yo, no podía.
Pero.. que no me viera mal, no significaba que estuviera bien. 
Que no lloraba.
Llevaba semanas con la misma sensación.
Pensando que debía controlar mis emociones.
Pero realmente, no era tan fácil.
Hacer planes con amigos, quedar para salir y unas cuantas horas antes, no querer ir.
Y no porque no me la pasará bien.
Sino, porque no podía.
Porque sentía que decepcionaba a todos.
Sentía que les fallaba.
Y sentir eso, solamente se agregaba a la lista de emociones negativas de mi vida.
Muchas veces me obligaba a mi misma a salir de esa cama, a convivir, porque sentía que deprimirme en casa no era sano, pero..
Cuando sientes que le fallas a tu familia.
Cuando sientes que fallas laboralmente.
Cuando fallas amorosamente. 
Y ahora.. ¿también iría a fallarles a mis amigos?
Qué desgracia. Cuánto sufrimiento.
Mucho en verdad.
Me sentía muy inútil.
Sentía que nada de lo que hiciera, podría ayudarme a salir del profundo pozo en el que me hundí.
Que cada día trataba de escalar.
Y también era desconcertante.
¿Por qué había días en los que toda esta bola de emociones negras, me daba para arriba para querer ser mejor?
Quería volar para tocar las nubes y saber que se siente.
Escalaba 2 y regresaba 1.
¿Por qué había días, en los que sentía que no podía, que quería quedarme todo el día encerrada en mi cama a llorar, donde no quería saber nada de nadie y que nadie supiera nada de mi?
Volé y volé pero al caer el golpe fue más fuerte.
Llorar y llorar.
Dormir y dormir.
No decepcionar a nadie más.
Porque a pesar de sentirme todos los días así, a veces me cuestionaba, ¿Por qué estoy así?
¿Qué tengo?
Y me sumergía en una desesperación contante, sintiendo como si el estómago se me hiciera pequeñito y el hueco en el pecho se agrandara.
Sintiendo que me asfixio un poco más cada día.
De pronto me miro tan llena de vida, tan alegre, tan contenta, con ilusiones, con metas con miles de sueños que alcanzar.
Y de pronto me miro tan callada, con él semblante en blanco, con un gesto serio y el rostro cansado.
Muchas veces personas cercanas a mi, me han preguntado.
"¿Qué tienes?"
¿Cómo puedo explicarles cómo me siento, si ni yo lo sé?
Si de pronto me llega esta maldita desesperación, de querer salir corriendo, sin fijarme y que un auto me pase por enfrente.
Si la ansiedad me abruma, y me hace pensar que soy pésima en todo.
Si las ganas de llorar encharcan mis mejillas.
Si siento como late mi corazón en mi pecho, con mis jadeos cada que me pongo a llorar a las 3 de la mañana, buscando motivos para dormir y despertar un nuevo día.
Para tener una nueva oportunidad.
Pero.. ¿cómo le hago?
¿Cómo?
Sentía que el corazón ya ni siquiera latía de alegría.
Latía, porque tenía que latir.
Así como yo.
Seguía, porque tenía que seguir.
Pero mil veces siento que soy cobarde.
Y que quiero huir.
Encerrarme en el baño y no salir sino hasta que la tensión en mis hombros baje.
Hasta que ya no apriete la mandíbula.
Y mis manos no tiemblen.
Estoy sentada en las escaleras de mi casa.
Está todo oscuro y por la ventana, se ve que llueve.
Se siente frío.
Recuesto mi cabeza en mis piernas, cierro con fuerza los ojos y arrugo mi nariz mientras pienso.
¿A donde se van los sueños, las metas y las ilusiones en días así?
Cuando siento que la apatía es un monstruo que entra por la ventana y no me deja en paz.
Cuando siento que me toca y me desmorona.
Que me transporta a un mundo donde soy de papel y me moja para deshacerme.
Donde soy de arena y sopla para desvanecerme.
Donde no soy nada y me aplasta.
Donde no soy nada..
¿Cuánto dolor podemos soportar?
¿Qué tan rotos podemos estar y seguir aguantando?
Yo sentía que había veces en las que me portaba muy agresiva con todos.
Pero no era mi intensión..
Sentía que me aislaba.
Pero no era mi intensión.
Sentía que me moría, estando completamente en vida.
Y no era mi intensión.
Porque no le tenía miedo a la muerte.
Pero no quería morir.
Aún no.
Me falta el aire.
Me abrumo y me libero.
Así funcionaba este mecanismo tan abstracto. 
Donde por unos minutos me caigo.
Donde muero de pie antes que de rodillas.
Y donde se que tengo fuerzas para seguir aunque tiemblen mis piernas.
Mi pánico solo soy yo.
Porque de un 100%
Aunque 99% sea gris.
Aún hay 1% que es color.
Y esa es la mayor esperanza que puedo tener en mi misma..
Porque si no soy yo..
¿Quién?