6: Sus lágrimas.

3.7K 275 56
                                    

Nunca imaginé el momento en el que un gran dragón me defendería. Que alguien se pondría frente a mi, cubriéndome y protegiendo mi estúpida e incógnita existencia. Nunca creí que valdría lo suficiente para que alguien arriesgara su vida por mi.

O que intentara matar a alguien por mi.

Aún me encontraba aturdido en el suelo. La sangre que bajaba por mi frente se metía en mi ojo izquierdo, impidiendo mi visión. Mareado trataba de comprender lo que sucedía.

Pero solo oía los rugidos de un dragón y las súplicas de un hombre.

Demonios, mi brazo derecho dolía demasiado, pero aún así, con todas mis fuerzas sobrantes, me levanté y admiré la escena.

El suelo estaba lleno de escamas. Escamas blancas, brillantes y luminosas.

Ephraim tenía alas. Unas que no había visto antes. Las abría con fuerza, como si imponiera su presencia contra el hombre arrodillado en el suelo. Sus brillantes escamas reflejaban la escasa luz que había, era hermoso pero luego de procesarlo un momento, di cuenta que, el gran dragón estaba cubierto de sangre que no le pertenecía a él, sino que al oso que se hallaba en el suelo.

- Ephraim... -Suavemente, tomé de los cabellos en la punta de su cola.

Logré exitosamente llamar su atención. Me devolvió su mirada.

- Estoy bien. Estamos bien. Dejémoslo así. -Sonreí, abriendo mi brazo, el unico que no me dolía y cariñosamente, el chico un año más joven, acercó su cabeza dejándome abrazarla.- Vamos a casa. -sonreí, jugando con lo suave de sus escamas.

Entonces, Ephraim dio una vuelta para mirar al oso que estaría tratando de escapar mientras hablábamos.

- Vete. -gruñó. El oso quedó estupefacto.- ¡Te dije que te fueras! -rugió con sus pulmones y el oso salió corriendo asustado.

Su larga cola de blancas escamas rodeó mi cuerpo y me cargó con facilidad hacia su lomo. Un poco asustado deje salir un pequeño suspiro sorprendido.

- Iremos así hasta tu casa. -dijo sin la intención de dirigirme su mirada.

- Pero tu cuerpo... ¿Qué harás con el frío? -pregunté al mismo tiempo que me aferraba a su espalda.

- No pasará nada. Solo debemos llegar rápido a tu casa. -Mencionó, recogiendo mi mochila de la misma manera que lo hizo conmigo.

Entonces, el dragón comenzó a caminar, pero sus largos pasos hacían que pareciera una velocidad impresionante para ser solo una caminata.

- Puedes relajarte si es lo que quieres. -Dijo suavemente. Entonces decidí hacer caso a sus palabras y me acomodé en el amplio espacio de su lomo.

Donde mi cabeza estaba recostada, podía sentir el latir de su corazón, un poco acelerado quizás por la conmoción hace no mucho rato atrás.
Mi brazo dolía, dolía bastante. Quizás me habría hecho algún golpe muy fuerte o algún esguince en el codo mientras corría, a la hora que caí al patinar en el hielo.

Su cuerpo aún estaba algo caliente y en la intemperie se podía sentir el contraste de temperaturas. Mientras que me fijaba en su cuerpo, pude notar unas cuantas heridas de las cuales brotaba la sangre, como por ejemplo una gran herida de las zarpas de aquél hombre reposaba en su hombro y como instinto no me di cuenta cuando había comenzado a lamer su herida.

- ¿Sa-sabes? Si haces eso creo que no seré capaz de no atacarte en medio de la calle... -y dicho esto, un extraño sonido similar a un ronroneo, como un cascabel salió desde lo profundo de su garganta.

- Oh, lo siento. -mencioné retirando rápidamente mi cabeza del lugar. Estaba más rojo que una señal de semáforo.

Entonces, el resto del camino habría sido solo un silencio incómodo. Por un lado, Ephraim parecía estar avergonzado por el reciente hecho y a la vez parecía estar muy molesto. No es como si su rostro de dragón mostrara algún indicio de estar enojado pero su respiración... Era similar a la de un toro, exhalando desesperado.

Hambre [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora