1. Su nombre.

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Ambos lo sabíamos. Esto está mal. Esto está muy mal. Sin embargo el instinto nos lleva a mantener el ritmo.

— Dime tu nombre... —jadeé chocando mi frente con la suya, viendome afectado en el calor del celo. No llevábamos más de dos horas de conocernos y hablar, sin embargo, nuestros cuerpos al frotarse entre sí hablaban por nosotros.

— N- Nael... —Gimió con fuerza al frotar nuestras entrepiernas. — Nael L'Arachel... (Laraquel). —Entonces, lo ví.

Era un lobo de pelaje rojo carmesí, liso y muy despeinado. Era hermoso. Sus ojos azules, sus pecas, piel algo morena y alrededor de 1.70 de altura.

El exquisito aroma que emanaba de su piel, prendía mi cuerpo. Sentía mi sangre hervir, y mi ser se sentía a gusto. Me encantaba la ardiente sensación, quizás por qué soy un reptil y mi sangre es fría, necesitaba la sensación caliente para vivir o solamente, la excitación y el placer me estaban cautivando completamente.

Mierda que me sentía bien. Pero esto estaba mal.

— Yo soy Ephraim Pherae... (Efraín) —Susurré cerca de su oreja peluda de lobo que se alzaba sobre su cabeza para luego morderla levemente, evitando usar mis colmillos.

— ¿E- eres... Un dragón...? —Preguntó sujetando mis mejillas y acariciando mis orejas entre sus dedos, dificultado por su celo, el cual lo mantenía débil.

— Si... —contesté, sujetando su mano con la mía.— Na- Nael... —mascullé en un impulso de decir su nombre.— Te ayudaré a tranquilizarte un rato. —dije, desabrochando los botones de su camisa.— Luego vas a la enfermería.

Cada roce para él significaba corresponder con un gemido fuerte y arquear su espalda.

Con débiles fuerzas, el lobo intentaba sujetarse de la librera atrás de él. Clavando sus garras.

— ¿Tengo tu permiso...? —jadeé cerca de sus labios, sintiendo sus suspiros en los míos.

El chico asintió levemente y solo ejercía una leve presión sobre sus labios, cumpliendo con un beso leve. Pero luego no me permití los límites y lamí estos, pidiendo el permiso para entrar. Sin pensarlo dos veces, él abrió la boca.

— Ngh... Ephra... im... —gimió mi nombre en aquellos momentos en la que soltaba sus labios para obtener un poco de oxígeno.

Mi mano se deslizó por su pecho desnudo. No tenía ni un solo músculo marcado, era delgado en un punto que se marcaban sus caderas.

— Me duele... —Gimió una vez acabado el beso, nuestras frentes estaban aún juntas y sus manos torpemente intentaban desabrochar los botones del pantalón de uniforme, como si tuviera algo enterrado que con ansias deseaba salir.

— Tranquilo, yo te ayudo. —Murmuré. Consumido en lujuria, bajé ambas manos a desabrochar y bajar la cremallera del pantalón, admirando como su miembro intentaba salir de las capas de ropa.— Nael... Dime. ¿Has hecho esto antes?

Rápidamente, negó con la cabeza.

Me sentía algo mal por él.

Tener un celo y ser masturbado por alguien como yo, para colmo, soy hombre y un dragón. Y que sea su primera vez...

Mi mano se introdujo en su ropa interior, entrando en contacto con aquella erección.

— ¡Ah! Uh... —pude ver cómo sus ojos se cristalizaban con lágrimas por el placer.— Ephraim... Hagámoslo juntos. —Gimoteó, apegando su rodilla a la erección que se formaba rápidamente en mi entrepierna.

Aunque esta manera en la que actuaba me hacía dudar si en verdad esto era malo para él.

No parecía disgustado de mi como dragón ni se veía afectado por el hecho que sea hombre. Era totalmente diferente a los lobos que había conocido.

Hambre [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora