24. Paciencia (parte 3).

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Nael sintió un objeto frío como un hielo que se frotaba contra su pecho desnudo. Estaba tan helado que el contraste de temperaturas podía llegar a doler y se estremecía un poco en su lugar en la cama.

Cuando abrió los ojos, la tenue luz de la ampolleta parpadeante de la lámpara de Ephraim iluminaba el rostro desconocido que alarmó completamente a Nael.

Se puso de pie rápido y gruñó, mostrando sus colmillos blancos y arrugando la nariz desde una esquina de la cama.

— ¿¡Dónde está Ephraim!? —ladró amenazante. En cuanto vió que el dragón no estaba en el cuarto, comenzó a desesperarse.

— Uh, tranquilo. —levantó sus manos, mostrando que era inofensivo.

Piel morena, cabello gris con patrones negros. Ojos casi negros y profundos como un pozo sin fondo.

Tenía un estetoscopio colgando al cuello, una bata blanca puesta. Tenía toda la pinta de ser un médico.

— Mi nombre es Jamil. Soy primo de Ephraim. —se presentó.

Entonces vagamente recordó lo que le había dicho Ephraim antes de quedarse dormido. Que un familiar vendría a revisarle.

El mapache sonreía, pero había algo en su sonrisa que le daba un aspecto pícaro, aunque eso era algo clásico en los mapaches. Una sonrisa malévola, aunque no tuviera intenciones oscuras.

Entonces Nael se tranquilizó un poco al saber que no era algún peligro.

— Estoy casi listo. —susurró.— solo necesito saber si es que has comido algo en mal estado o parecido.

Nael no quería responder pero sería estúpido mentirle a un doctor.

— Comí carne cruda y congelada por primera vez. —trataba de no ver a los ojos de Jamil.

— Dios... Eso suena... Asqueroso. —se reía.— Entonces eso explica la fiebre y los vómitos. Sin embargo lo que tú tienes es gastritis. —le dió unas palmadas a la cabeza de Nael.— ¿Tienes muchas pruebas? Deberías tomarte un pequeño descanso de lo que te esté estresando porque te está haciendo muy mal.

— ¿Gastritis...? —susurra Nael.

— Por estrés. Es bastante común en gente ansiosa o bestias expuestas a ciertas situaciones que impliquen una lucha entre su parte humana y el instinto. —decía mientras quitaba el estetoscopio de su cuello.— Dime, ¿Tu familia es humana? —preguntó, guardando sus cosas en una mochila.— Las familias humanas por lo general fuerzan a las bestias a desarrollar una parte humana más de lo que se debería, lo recomendable es que haya un buen balance, ¿Sabes? —En la cabeza de Nael, varias cosas giraban h comenzaban a encajar como piezas en un puzzle.

— ¿Y qué debería hacer? —preguntó el lobo, dejando su cola y orejas salir.

— hm... Te diría que intentaras imitar a Ephraim... Pero él es lo opuesto. Sus instintos están más desarrollados que su parte humana. —suspiraba mirando el techo.— quizás podrías consultar más tus problemas o decisiones con bestias.

— Consultar mis problemas... —susurró y lo primero que vino a su cabeza fue Dante, quien ya mantenía una relación con un dragón, pero antes de que pudieran seguir hablando, un suave toc toc llamó a la puerta.

— ¿Ya estás? —preguntó Ephraim, entrando al cuarto.

— Si. ¿Tienes algún cuaderno? Voy a sugerirle a Nael algunos medicamentos. —pregunta mientras del bolsillo de su bata sacaba una pluma.

— En el escritorio hay uno abierto. —señaló y Jamil se movió hacia el mencionado escritorio.

Ephraim se acercó al chico pelirrojo y se sentó en la cama, poniendo entre Nael y Jamil su cola como si quisiera decir algo con un par de golpecitos en el suelo.

Hambre [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora