8. Su aroma

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Dioses como apesta. Ese oso me había plantado todo su olor en la piel, impregnado, y lo menos que quería hacer estos días era bañarme, pero no había opción.

Aún estábamos en el sótano. Tiempo que no venía a este lugar, y estaba mucho más limpio de lo que imaginaba. Ephraim estaba echado en el suelo como un gran dragón, apegado a la pared y yo me recostaba en él, sacando las escamas que tenía sueltas con el brazo que tenía sano.

Nadie decía una palabra, solamente nos relajábamos. Aunque era un poco imposible relajarse con el dolor de mierda en el brazo. En serio, quería saber qué dolía tanto.

Comencé a mover mi hombro, a doblar mi brazo y mover mis dedos pero no se me ocurría exactamente qué era lo que dolía.

— ¿Sucede algo? —Pregunta Ephraim recostando su cabeza en el suelo, observándome con más atención.

—  Debí herirme el brazo cuando me caí. —mencioné, repitiendo las acciones inútilmente.— Duele como el demonio.

— Deberías ver un médico si te duele tanto. —Comentó.

— O puedo esperar a que sane sólo.

— También puedes hacer eso. Aunque el médico me suena a una mejor opción.

Escuchamos los pasos de Theo bajar por las escaleras hasta donde estábamos.

— ¡Traje sandwiches! —menciona con alegría. Moviendo sus negras orejas, el niño lobo movía la cola al tiempo que sonreía.— ¡Ah! Yo también quiero echarme con el tío Ephraim. —deja la bandeja con comida en el suelo, quedando ésta al alcance de todos.

— Creo que me quieren más que a ti. —se río Ephraim.

— Ja, Ja. Yo sigo siendo su tío, tengo autoridad sobre él.

— ¿Qué es eso...? —ambos reímos y Theo ladeó la cabeza.— Tío Ephraim... ¿puedo hacerte una pregunta? —pregunta, sentándose a un lado de mí, cerca del dragón.— Una vez leí que los dragones tienen alas.

¡Es cierto! Ayer vi claramente que Ephraim tenía alas al momento de atacar a ese oso. Sin embargo, ahora no las tenía.

Ephraim levantó su cabeza del suelo alarmado.

— ¿Por qué tú no tienes alas? —termino su pregunta, esperando una respuesta atentamente, mire en dirección a Ephraim que comenzaba a comportarse extraño.

— Yo... Eh... —trataba de contestar nerviosísimo, tartamudeando de paso.

— Yo también tenía la duda a decir verdad... —susurró.— Ayer tenías alas. ¿por qué hoy no? —Ahora si se había alarmado. Era un espectáculo ver al tan inexpresivo Ephraim de esa manera.

Creo que en el corto tiempo que llevo conociendo a Ephraim, nunca lo hemos visto actuar con personalidad, generalmente es frío para sus cosas y sarcástico pero nunca lo hemos visto reírse como lo harían unos buenos amigos, nunca le he visto con amigos.

Esta vez se le veía nervioso, asustado como si entrara en una crisis mental.

— Creo que Ephraim no sabe bien la respuesta. —Contesté. Quizás forzarlo no era lo ideal.

— Oh... Yo quería ver si el tío Ephraim volaba.

— Con el frío que hace no creo que pueda volar. —sonreí, ey ya es muy tarde, Theo. Tú deberías estar en la cama. —dije.— Perdón, Ephraim. Voy a acostar a este soquete. —reí mientras lo tomaba.

— Pero tío Nai... —se quejaba con esa cara de perrito mojado.

— Toma, cómete un sándwich y a la cama. —reclamé echándole el emparedado en la boca mientras el trataba de seguir reclamando con la boca llena.

Hambre [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora