7: Su respiración

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Siento mi cuerpo a gusto, y aunque las heridas en mi cuerpo realmente ardían; el calor era ideal. Mis pulmones dolían un poco y mi estómago se retorcijaba de dolor por el frío.

Abrí mis ojos, perdido. No sabía dónde estaba, no sabía con quién estaba.

— Buenos días. —sonrió un hombre a mi lado. Por el olor, no me quedaba más que sospechar que se trataba de un humano, quizás no corría riesgo en este momento.

— Ho- hola... —saludé mientras me levantaba de mi lugar. La manta que cubría mi cuerpo cayó de mi lomo y solo cubría mis piernas ahora. La casa entera tenía un aroma a pino, a bosque, era el aroma de Nael. Todo olía igual a él, lo que hacía de este territorio, su propiedad.

— Soy Isaac, hermano de Nael. ¿Quieres? —ofrecía una taza de café, con un fuerte aroma.

Ahora que me fijaba más en él, su cabello era igual al de Nael, con la única diferencia que era más corto, oscuro, casi negro y peinado. Tenía unos ojos pardos, color miel bastante claros y en cuanto a facciones era igual a Nael.

Tomé entre mis manos la taza que se me ofrecía.

— ¿Dónde está Nael? —Pregunté incómodo.— ¿Está bien?

— Si, Nael está en su cuarto, el no soporta el calor por largos ratos, se marea así que lo deje arriba, en el segundo piso, donde el calor no llega. —Mencionó— ¿Puedo hacerte una pregunta? —continuó el hombre, bebiendo un sorbo de su taza.

— Si... —contesté, imitando sus acciones, un poco más relajado, pues Nael estaba bien después de semejante paliza.

— ¿Por qué han llegado así? ¿Quién les hizo eso? —dijo, tomando un atizador y tocando mi hombro, a lo que sentí un fuerte dolor. Cuando me fijé en la herida, pude ver que estaba tratada y cubierta con gasa.

— Ah... —suspiré.— Eso... —dije tragándome un poco el dolor, sobando mi brazo en búsqueda de calmar el ardor.— Un oso quería matar a Nael por razones que desconozco yo me tiré encima, fin. —reí.

— O-oye, eso no fue todo, ¡Explícame con más detalle! —gruñó, pero fue interrumpido por las risas de unos niños.

— ¡Papá! —Los niños correspondientes a las risas venían corriendo y saltando, para luego, en el instante que me vieron, esconderse tras Isaac.

— Papá está teniendo una conversación importante con el dragón. —dijo y al parecer los tres niños se encontraban atemorizados de mí.

— Señor dragón, ¿Qué le hizo a nuestro tío? —preguntaron, tenían un aroma distinto al de los humanos, aunque estaba cubiertos de este.

— Yo no le he hecho nada. —sonreí.

— ¡Quiero ver un dragón! —gritó el hermano mayor al parecer, un chico de cabello revuelto como el de su padre y Nael, ojos miel, su aroma era muy idéntico al de Nael también.

— ¿Cómo te llamas? —Pregunté, volviendo a sonreír.

— Theo. —Contestó mientras me devolvía el acto, alzando las comisuras de sus labios. Mi teoría se confirmaba, era un lobo; Sin embargo el otro chico y la chica, no se trataba ni de lobos ni de humanos.

— Bueno, Theo... Está casa es algo pequeña... —Solté una pequeña risa.— si me transformo, lo más posible es que destruya el techo.

— Oh... —suspiró terriblemente decepcionado, como esa cara que solía hacer Nael cuando no lograba lo que quería, la hacía muchas veces en el día como para poder olvidarla.

— Si te interesa, tenemos una bodega bastante grande en la que solemos guardar la leña en el subterráneo, ahí cabes de sobra. —Dijo Isaac.— La verdad es que yo también quiero verlo. Es todo un espectáculo ver a un dragón en un lugar que llueve y nieva casi todos los días.

Hambre [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora