31. El inicio de un desastre (Parte 4).

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Ephraim estaba cansado pero al fin había terminado sus pruebas y estupideces inútiles. Quería ir a buscar a Nael cuanto antes pues la sensación de malestar le estaba matando. Pero cuando estaba a punto de tomar su mochila y largarse, la profesora Shemir le toma el hombro.

— ¿A dónde vas tan rápido Pherae? —susurra con una sonrisa.

— Perdone profesora, ya perdí mucha temperatura... Necesito irme cuanto antes... —no era una mentira pero tampoco estaba muy urgido por conseguir calor, solo quería irse.

— Ah... Solo quería pedirte si me podías ayudar a conseguir unas cosas de la bodega... Ya sabes, eres bastante alto... —reía nerviosa.— por favor... Eres el único que ha terminado sus actividades y está disponible... Drottel se fue a penas terminar, no encuentro a Alaska y Schwarz no ha venido hoy. —explicaba y agachaba las orejas, jugando sucio con el buen samaritano Ephraim.

— Nnnngh... Ya, está bien pero que sea rápido. —se quejó.

— ¡Tranquilo, no tomara ni un minuto! —empujó la espalda del dragón que veía la salida del gimnasio como algo lejano, agachando sus orejas y suspirando fuertemente.


Dante embistió al extraño ser de Nael una vez más. Detenerlo era difícil, demasiado difícil. Pero aunque lo embistiera mil veces y lo mordiera, la bestia de color negro no le hacía ningún solo daño, solo evitaba los ataques y seguía con su camino a pesar de que el lince ya no estaba en su rango de vista.

— ¡¿Dani?! —gritó a lo lejos, Zacarías, quien cargaba con unas carpetas y libros, al ver que la imagen inconfundible de su hermano el mestizo peleaba contra una cosa totalmente ajena.

Nael oyó la voz. Levantó la cabeza y vió a quien llamaba.

— No, no, no, no, no, no, no, ¡Nael, no te atrevas! —rugió el león pero con suma facilidad fue hecho a un lado

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— No, no, no, no, no, no, no, ¡Nael, no te atrevas! —rugió el león pero con suma facilidad fue hecho a un lado.— ¡¡Zac, corre!! —advirtió, corriendo tras la bestia azabache.

— ¿¡Que mierdas es eso!? —se quejó y con la increíble velocidad que corría Nael, a penas alcanzó a reaccionar para arrojarle las carpetas a la bestia en el rostro y transformarse en un ciervo para correr tras su hermano.

El ser rugió en dirección al profesor y su hermano, dejándolos paralizados.

— ¡Nael! ¡Zac es mi hermano! ¡No puedes cazarlo! —ruge defendiendo al ciervo, exhibiendo su cornamenta en defensa.

Pero el ser no entendió las palabras. Clava las garras en la tierra, sintiéndola antes de echar la carrera.

— Eso... Eso... ¿Eso es una bestia ancestral? —pregunta con miedo Zacarías.— Nunca he visto una pero no hay duda.

— ¿Qué mierda dices? Nael es un lobo o bueno, lo era...

— ¿Dices que esa cosa es L'Arachel? 

Hambre [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora