5: Su Cabello.

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Ahora ambos estábamos al mismo tono, con una camiseta y nada más que bóxers, lo que anteriormente había ensuciado se encontraban en una bolsa a un lado de su mochila.

Nael se veía un poco perezoso. Sus reacciones eran lentas, no estaba alerta, sin embargo sus orejas se movían en todas la direcciones, captando todo sonido como alguna antena.

- Transformate. -Pedí con una sonrisa, admirando sus pecas.

Me devolvió una mirada agotada y al tiempo que sonreía contestó:

- Está bien. -y no tardó en seguir mi petición.

Era un lobo no muy pequeño y no muy grande a mi parecer, pelirrojo de hocico y pecho color crema, de nariz negra como una aceituna y ojos azules que resaltaban en su pelaje, tenía un patrón de manchas negras en sus costados y parte de su cara que lo hacían aún más hermoso.

- Espera un segundo. -mencioné, levantandome de mi lugar a su lado, dirigiéndome al baño por un peine.- Ahora si, te voy a peinar... -me senté de piernas cruzadas en el suelo, dando golpecitos a mi pierna como una invitación para el lobo frente a mi.

- ¿Peinarme? ¿Para qué? ¿Para dejar de ser hombre? No gracias.

- Solo cállate y ven acá. -reí.

- ¿Qué crees que soy? -agachaba sus orejas, refunfuñando disgustado aunque aún asi se arrastraba al punto de recostar su cabeza en mis piernas.

Con suavidad, comencé a acariciar su lomo y unos segundos más tarde tomé la iniciativa de peinados un poco con delicadeza, pues en verdad, su cabello estaba muy enredado.

- ¿Qué tal si te quedas la noche? -pregunté. Mientras pasaba el cepillo de cabello por su espalda, más suave y esponjoso se volvía.

- ¿Qu-quedarme la noche...? -tartamudeaba nervioso, su cola extrañamente se movía con rapidez de arriba a abajo, golpeando el suelo.

- ¿No puedes? -Le pregunté con lentitud, ladeando mi cabeza y sonriendo tiernamente.

- D-deja, le preguntaré a mi viejo si puedo y te respondo. -se transformó de vuelta.

- Está bien, esperaré. -susurré.

Dónde estaba su cabeza apoyada ahora estaba frío. Era un poco desagradable, solitario.

- Claro, si, si entiendo. Déjame preguntar. -respondía a una voz masculina al otro lado de la línea.- ¡Ephraim! -vociferó desde el otro lado del cuarto.

- ¿Si?

- No puedo quedarme, tengo que cuidar a mi sobrino... Pero puedes venir tú a dormir. - Movía su cola con emoción.

- No es necesario... Sería terrible el calor en tu casa... -reí, viendo como, luego de escuchar esto, agachaba sus orejas.

- ¡No te preocupes, Tenemos calefacción en solo dos lugares de la casa! -Ladraba, intentando convencerme.

- Está bien. Iré. -Entonces, con emoción, dio el comunicado a quien parecía ser su padre.

Me enternecía ver a ese pequeño lobo mover la cola con emoción. Su cola hacía de sus expresiones fáciles de leer, como un libro. Cuando estaba feliz, la movía de un lado a otro, cuando estaba nervioso, arriba a abajo, cuando tenía miedo o estaba incómodo, solo la metía entre sus piernas

- Mi padre nos esperará. -Dijo, terminando la llamada, volviendo a acercarse a mí, sentándose de piernas cruzadas en frente.

- Ya veo. -respondí, levantándome de mi puesto, viendo la gran cantidad de escamas en el suelo.- Que asco. -reí.

Hambre [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora