11. Su Hambre.

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— Nael... déjame besarte. —sus ojos brillaban con intensidad, y su pupila se asemejaba, por primera vez, a la de un reptil. Fría, tenebrosa, escalofriante y manipuladora. Comprendía por qué decían entonces que fueron los ojos de la serpiente los que llevaron a Eva a cometer el pecado y sus dulces palabras a caer en la tentación.

Como si un encantamiento hubiera sido rociado sobre mi, deje de pensar en cualquier cosa que no fuera Ephraim.

Movía su cabeza de un lado a otro como una serpiente e inevitablemente  movía yo la mía.

Sus manos comenzaron a acariciar mi mandíbula y sus dedos a trazar ésta hasta llegar a mi barbilla. Su caliente respiración sobre mi rostro y sus afilados colmillos acercándose a mi boca.

Sentí miedo. Terror y aunque mi cuerpo tirita no podía moverme ni un solo centímetro. Cómo si me fueran a devorar. Cómo si en cualquier momento ese dragón se transformará y con sus enormes mandíbulas me engulliría completo.

— ¡Vamos rápido, Nai! —llamó mi hermano y pude ver cómo Ephraim volvía en si mismo cuando sus ojos se estremecieron

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— ¡Vamos rápido, Nai! —llamó mi hermano y pude ver cómo Ephraim volvía en si mismo cuando sus ojos se estremecieron.

Sentí como si pudiera volver a respirar. Y mis piernas cedieron ante la nada, cayendo de rodillas al suelo.

— Perdóname, ¿estás bien? —pregunta, ofreciendo su mano para apoyarme. — A veces lo hago sin querer. Es vergonzoso así que no le prestes atención. —mientras soltaba una risita nerviosa, tomé su mano aceptando su ayuda y me levanté del suelo.

— ¡Nael, no tengo todo el día! —exclama una vez más Isaac.

Luego de cruzar miradas por un momento incómodo de silencio, tomé mis cosas, mis documentos y bajé la escaleras.

‡†‡ Narra Ephraim ‡†‡

¿¡Pero qué te pasa Ephraim!? Reacciona, tarado. Ya se te congelo la sangre de nuevo. 

— ¿Tío Ephraim? —llamó Theo. El pequeño lobo se restregaba contra mi en el enorme sótano como si quisiera ser acariciado.

— ¿Qu-qué pasa, Theo? — preguntaba, mientras tocaba su suave pelaje azabache como la noche.

— Tus ojos dan miedo. —mencionó, sentándose en frente mío mirando mi rostro.— Son extraños.

— ¿Mis ojos dan miedo? —extrañado tomé mi celular y mire mi rostro en el reflejo de la pantalla negra de éste.

Cómo una serpiente, era primera vez que veía mi pupila tan rasgada, como un alfiler.

Probablemente relacionado con lo que recién sucedió entre Nael y yo, mis ojos se asemejaban a los de un verdadero reptil.

Hambre [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora