16. Temor (parte 1)

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— Gracias por acompañarme hasta mi casa. —susurra el lobo, Nael, limpiando sus zapatos, sacudiéndolos un poco en la entrada de la casa.— ¿Quieres entrar un momento? —Pregunta ya terminado con su calzado, mirando los ojos del dragón.

— Estoy un poco cansado la verdad. —contesta modesto mientras que mira hacía un lado en el frío suelo.

— ¿Seguro que puedes llegar a tu casa con el frío? Podrías quedarte un rato para ganar calor y luego irte... —responde Nael.

— De verdad, estoy bien. Además quiero llegar a dormir lo más pronto posible. —Sonreía levemente mientras le daba un golpecito al hombro del mamífero. — Nos vemos mañana. —Entonces levantando su mano en señal de despedida, Ephraim da una media vuelta y a un paso un tanto acelerado se devuelve por dónde habían venido.

Nael se queda mirando la espalda del dragón, era un tanto ancha y esbelta. Le recordaba a aquel momento cuando Ephraim lo cargó en su espalda, podía sentir su respiración, sus latidos y su peculiar ronroneo.

Ephraim dobló en la esquina.

Entonces Nael decidió entrar a la casa. Cómo siempre, no había nadie.

— Dioses, qué hambre... —susurra luego dejar sus cosas a un lado y se dirige a la cocina, queriendo revisar la comida pero extrañamente no se le antojaba nada de lo que había.

Su corazón comienza a comportarse extraño. Latía con fuerza y aceleraba su pulso, como respuesta, Nael comenzó a jadear.

¿Qué le estaba ocurriendo? Se sentía incómodo, insatisfecho y la manera en que su cuerpo le respondía le asustaba. Quizás esto era una penitencia de su instinto, por recurrir tanto a él en casa de Ephraim, como una adrenalina que ahora pasaba la cuenta.

Entonces de un portazo cerró el refrigerador y subió las escaleras hasta su cuarto. Se estómago crujía y su corazón corría, jadeaba y sus pies perdían un poco la fuerza, dejándolo arrastrarlos hasta legar y dejarse a caer en la cama.

Tomo una posición fetal, solo así sentía que el hambre se desvanecía un poco.

Quizás lo mejor era esperar a que el padre de Nael viniera con la cena o algo así.

Cerró los ojos y prefirió dormir.

:::

Ephraim llegó a su casa mejor de lo que esperaba. Aunque obviamente tenía frío, no era como para desmayarse ni mucho menos.

Apenas entró a su casa, prendió la calefacción para poner las manos cerca de éste.

Mañana tenía agendada una pelea contra el oso. Todo gracias a ese tal Dante que se había colado.

La desventaja, es que no se podía transformar. Si lo hacía, quizás terminase como la última vez que se transformó sin el calor suficiente, atacando a Nael.

La imagen de sus cuerpos en nada más que boxers volvía a su mente, la piel desnuda que resbalaba entre sí y el contraste de temperaturas.

Ephraim tocó su frente con la yema de sus dedos, tratando de calmar su instinto.

— Supongo que mejor dormiré. —pues mañana, el dragón debía ganarle al oso sin transformarse, si lo hacía corría el riesgo de que su presencia como dragón atrajera a un cazador al pueblo y sería el fin de todo.

Y así la noche siguió con tranquilidad, Ephraim en su cama dormía tranquilo con el aroma que Nael había dejado.

...

Hambre [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora