21. Descanso

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El tacto suave de su piel como si estuviera depilado, Ephraim envolvía el cuerpo de Nael como si fuera un burrito además de que sus brazos y piernas se habían atado a él, sus alas le cubrían de cualquier rayo de luz que pudiera entrar y su cola se enrollaba en la de Nael, dándole por lo bajo unas tres vueltas y estrangulándola con gran fuerza.

Al ser un reptil, Ephraim apenas tenía vello corporal, Nael acariciaba los brazos que si es que apenas tenían algunos vellos, sus piernas también eran tan suaves. Las unicas partes dónde realmente tenía cabello eran su cabeza, la punta de su cola y un tanto de vello púbico.

El amor de un dragón si que dolía pero valía la pena oír ese cascabel en su pecho que le hacía saber que, cada vez que estaba cerca, él estaba feliz con su compañía.

Entonces Ephraim de acurrucó un poco más y la fuerza de su abrazo aumentó por un minuto antes de despertar.

El suave gruñido de un dragón sonó mientras intentaba abrir sus ojos.

Entonces Nael no se dió cuenta cuando comenzó a lamer lo que tenía más cerca de él, la clavícula de Ephraim y dando pequeños besitos y chupetones, logró sacar una risita del dragón.

— Ya desperté, ya desperté... —abría una de sus alas, mostrando la floja manera de vestir de Nael. Su pecho desnudo y sus pantalones algo sueltos que mostraban su vello púbico pero su miembro aún se escondía dentro.

El dragón acercó una de sus manos y cepilló el cabello ajeno entre sus dedos.

Nael gustaba ser acariciado y apegó su cabeza a la caricia, tal cual un perro o un gato haría.

Entonces Ephraim acercó sus labios a la frente del lobo y con un pequeño besito en ésta, deshizo su abrazo y se levantó del suelo.

— ¿A dónde vas? —preguntaba con una cara monótona pero sus orejas se echaron hacia atrás, indicando que no estaba satisfecho habiendo deshecho el abrazo.

— Al baño, estoy que me hago. —se reía, agitando su cola y mostrando de vez en cuando su trasero.

Nael miró su mano en el piso.

Se sentía el hambre que había estado ignorando, pensamientos de desgracias venían a su cabeza.

No eran más de las siete de la tarde pero pensar que hace unas horas quiso comerse a alguien, a un humano. El olor a sangre era tan dulce, olía tan bien, tan sabroso, se le hacía agua la boca de solo recordarlo.

Cerró sus ojos y en posición fetal, apegó sus rodillas al pecho, apretando su estómago, en un intento de aliviar su dolor.

Jadeos salían de su boca.

Estuvo revolcándose en pensamientos extraños y en el dolor de su hambre, que no se dió cuenta de que Ephraim llamaba a su nombre.

— ¿Nael estás bien? ¿Te duele algo? —toca su hombro con suavidad, sujetando al lobo. Su mano viaja a la frente ajena, sintiendo un calor mayor de lo que acostumbraba, pero la temperatura corporal de Nael siempre había sido bastante alta.

— No realmente... —mintió, cerrando los ojos con la caricia en su frente, al haber lavado sus manos, el tacto del dragón estaba fresco, helado y se sentía un poco agradable.— Acuéstate conmigo... —Nael acercó su mano al brazo de Ephraim para agarrarlo con la intención de tirar de él.

— ¡Mierda! —rugió el reptil. Entonces Nael despertó un poco.

Con unas enormes garras, había rasgado la piel en el dragón, dejando una pequeña herida no muy seria, por suerte Ephraim había quitado la mano pues sino, habría sido mucho más grave.

Hambre [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora