27. Recompensa.

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Nael sentía la goma de la cancha de atletismo en las almohadillas de sus pies. Era dura y al mismo tiempo blanda para sus garras, era realmente incómoda pero se sentía fácil para correr.

A su lado había un perro y al lado de ese perro, estaba Dante.

Los cuernos de Dante parecían con orgullo señalar que era un soberano mestizo e intimidaba al resto de los contrincantes. Aunque Nael no se sentía para nada abrumado contra el aura soberana. ¿Porqué sería? ¿Quizás estaba muy acostumbrado a Ephraim?

Se sentía más nervioso por el público que veía atento (obviamente por la belleza mestiza de Dante en la escena) pero podía sentirlo, aunque no lo veía, podía sentir que entre ese público estaba Ephraim.

Clavó sus garras un par de veces en la goma del piso.

Jadeó.

— ¡Prepárense! —gritó la profesora a cargo de la carrera.

Atentas las bestias en las pistas de atletismo.

¿Porqué sentía Nael en su instinto que debía ganar? Llevaba tres años en esta escuela y en los cuatro eventos anteriores, nunca sintió la necesidad de ganar hasta ahora.

— ¡En sus marcas!

Nael sentía su corazón a punto de salir por su garganta, sus orejas palpitan ante la presión.

— ¡Listos!

Comenzó a gruñir. Los cabellos de la espalda se le erizaban y el perro a un lado suyo ahora tenía más miedo de Nael que de la gran bestia soberana de Dante y es que parecía...

— ¡Ya!

...Un verdadero salvaje.

El perro no se movió ni un centímetro.

Las patas de Nael se sentían ligeras. Su cabello teñido en negro de éstas se agitaba con el movimiento y una brisa por fricción con el aire, se sentía bien... Se sentía increíble.

Dante tenía problemas siguiéndole el paso al lobo y eso que la mezcla de ciervo y león era bastante rápida.

Entonces, Dante recogió la fuerza en sus patas y aceleró increíblemente. Tuvo un pequeño flashback. La última vez que había corrido tan rápido fue en el incidente cuando conoció al dragon herido de Mikhail.

¿Cuántos años habían sido ya?

Ahora sí, le hacía frente al lobo e incluso le superó un poco y una sonrisa se le escapaba al león. Ver a Nael con tanto empeño era una vista inusual.

— Estoy seguro que es un demonio... —Susurró Mikhail.

— Deja de llamarlo demonio. Es un lobo. —se quejó Ephraim.

— Tu nunca has visto un demonio, ¿Qué mierda vas a saber? —escupió sus palabras.

— ¿Entonces como se supone que luce un maldito demonio? —preguntaba con sarcasmo.

— Son horribles. Son salvajes. —explicaba sin dirigir su mirada a quién pregunta.

— Eso no explica nada. —se quejó.

— Ya sabrás cuando veas a uno.

Ahora se acercaban a la recta final. Dante, Nael y un caballo.

Nael se sentía tan bien. Espera. ¿Porqué estaba corriendo? ¿Por qué sentía tan listo para atacar si era una simple carrera? ¿Eh? ¿Dónde estaba la presa? ¿Porqué no hay un presa en frente de él?

Asustado por los pensamientos. Agitó su cabeza y en el movimiento, una de sus garras terminó clavadas en la goma, haciéndole tropezar en su pista, deslizándose por completo en el doloroso piso.

Hambre [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora