4. Su piel.

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— Estos son muchos huevos, ¿No? —rió la vendedora.

— Ehm... Si... Bueno, yo... —trataba de explicar incómodo.

— Creí que a los lobos no les gustaban los huevos.

— Soy algo diferente... —mentí, rascando mi nuca, mientras que hacía entrega del dinero.

— Ya veo. Bueno, que te vaya bien. —Sonrió. Luego de agradecerle, seguí mi camino, viendo las direcciones de Ephraim en mi teléfono, era algo complicado.

Era ha casi medio día, una hora más temprano de lo que solíamos entrar a la escuela.

Sentí una leve hostilidad contra mi nuca. Como si alguien estuviera tras de mí.

Idiota de mi, decidí ignorarla y continuar.

Era difícil dar los pasos con toda la nieve que había caído anoche. Una buena idea sería meter la bolsa de las cosas que había comprado en mi mochila y andar como un lobo con equipaje, sería más fácil acarrear todo y andar por la nieve.





— ¡Mami, mira! ¡Un lobo con mochila! —rió una pequeña humana.

— ¡Es cierto! —contestó la madre.

— Un gusto. —mencioné, sentándome frente a la pareja madre e hija.— ¿podría ayudarme con la dirección? —sonreí, acercando mi celular con la dirección en él, sujetándolo cuidadosamente, sin babearlo.

— ¡Claro! —Dijo la mujer con una sonrisa, acariciando mi cabeza, tomando el teléfono.

— ¡Señor lobo! —rió la niña, aferrando sus manos a mi cabello, tirandolo.— ¿Cómo se llama?

— Nael. —Sujeté su brazo sin fuerza alguna con mis patas, evitando que tirará mucho.

— Mira, si sigues recto por esta calle y giras a la izquierda, te encontrarás unas casas de techo negro. De ahí buscas el número de la placa. —Dijo, devolviendo mi teléfono.

— Ya veo... Muchas gracias. —sonreí.

— Ah, ¡Hija no le tires el pelo! ¡Le duele!

— ¡Adiós, señor lobo! —se despidió mientras su madre la cargaba.

— ¡Adiós, gracias! —ladré.

Entonces, era hora de seguir las indicaciones de aquella mujer.

Mientras caminaba fácilmente entre la nieve, pensaba repetidamente, ¿Qué debería hacer de comida?

Cómo había dicho esa cajera, no me gustan los huevos, por lo que no se cocinarlos. Aunque he visto muchas veces que los hacen hasta que son amarillos. ¿Será que se doran? ¿O usarán colorante? Pues son blancos... ¿Y si veo unos videos antes?

Ah pero si le gustan los huevos, probablemente, sabe hacerlos...

— Gracias, Nael... Está delicioso... —resonó en mi imaginación, con una sonrisa que le devolvía la vida a un gatito. Con aquél sonrojo, y sus brillantes ojos azules...

— ¡Nael deja de pensar en eso! —Aullaba, clavando mi cabeza en la nieve.

Estaba tan nervioso, sentía ese escalofrío más allá del helado invierno.

Sentía que algo iba a pasar entre Ephraim y yo. Algo como lo que pasaba todas las veces que nos juntabamos.  "Cosas sucias". Y el tan solo pensar en eso me daba la sensación de que podría ponerme duro justo aquí. Justo ahora. Y gracias a Dios, el frío me ayudaba a retenerlo, entonces, sin más que pensar, comencé a correr en la dirección que anteriormente me habían indicado.

Hambre [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora