VICTORIA

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Nada más llegar a nuestra casa decidida a tirarme en el sofá y contarles a mis abuelos todo lo que ha ocurrido en este tiempo veo que los gemelos y sus padres están en el salón por lo que mis planes se ven afectados.

-¡Ya era hora! - dice Eva levantándose del sillón - ¿no veníais a las cinco? - pregunta y mi madre resopla.

-Tu no sabes que atasco, ¡que calor! pensaba que me iba a morir en ese coche te lo prometo, el aire acondicionado no estaba sirviendo para nada.

Nuestros padres empiezan a hablar mientras Daniel y yo que aun no nos hemos acercado no hemos parado de mirarnos. Me acerco a mis abuelos y les doy veinte besos a cada uno.

-Victorina podías ir a la tienda de la esquina a comprar unos helados - me dice mi abuela haciendo que la mire mal, sabe que odio que me llame así.

-Vale abuelina - le digo con rentintin.

Saca su monedero y me da veinte euros, también me susurra que me compre lo que yo quiera.

-¿Me acompañas? - le digo a Daniel que sigue sentado, asiente con una sonrilla y se levanta.

Una vez en la calle y tras cerrar la puerta de casa me coge con todo el ímpetu del mundo y me abraza tanto que de un momento a otro creo que dejaré de respirar.

-¡Dani! - me río y empieza a moverme como si fuese una muñeca de tela.

-Te he echado mucho de menos - dice ya soltándome - y no me pongas esa cara que se que solo ha sido una semana vale - me señala con el dedo.

-Yo no he dicho nada - me río - yo también te eche de menos, perdón por contestarte cada cinco horas, es que ya sabes como soy con el móvil - le digo y sonríe.

Me da un beso en la frente y caminamos hasta la tienda mientras me cuenta lo que ha echo con sus amigos estos días.

-Te podrías quedar a dormir en mi casa - me dice - salimos por allí, te presento a los chicos y esas cosas que se hacen en verano, en un verano normal, no en uno de tus veranos - se ríe.

-Claro, como todos los veranos abro tiendas fuera de mi país - ruedo los ojos - si te dejan tus padres me quedo.

-Pero si tu ya eres una mas - dice pasando su brazos por mis hombros, mentiría si dijese que no me he puesto colorada, y no por la calor.

Mis padres saborean los helados como si del mejor manjar del mundo se tratase, recordaba que en Sevilla hacía calor, pero joder, que estoy sudando incluso con el aire puesto.

-¿Por qué no os salís a la piscina? - me dice mi abuela - que seguramente este Toni y Martita.

-Sí - dice mi hermano levantándose del sillón enérgico - venid conmigo que os dejo un bañador - les dice a los gemelos.

Mientras yo voy a mi habitación a cambiarme, al fin empieza el verano que me gusta, mis amigos, piscina y nada más. Toni y Martita como los llama mi abuela son los nietos de una de sus amigas de la infancia, las casas están juntas, no comparten ni puerta principal ni ninguna habitación pero si tienen patio común y ahí esta la piscina en la que mi hermano y yo pasamos todos los veranos con ellos dos.

-Pues me da a mi que no están - dice mi hermano una vez en el jardín.

-¿Quienes son? - me pregunta Jesús refiriéndose a Toni y Martita.

-Nuestros amigos de Sevilla, viven en esa casa - le señalo la gran puerta de cristal de enfrente - es una piscina común.

Me acerco a la puerta y cuando estoy en el cristal pego la cara buscando algún ser viviente y es cuando veo a Martita bajando las escaleras a toda prisa, ¿cuando ha crecido tanto?

-¡Vic! - grita desde el otro lado de la puerta.

Intenta abrirla pero no puede con ella, me río por la fuerza que esta haciendo y que esta sirviendo en vano porque no se ha movido ni un milímetro.

-¡Antonio! - empieza a gritar la niña - ¡ábreme la puerta!

Mi hermano se pone a mi lado esperando que Toni se digne a bajar. Es entonces cuando veo como Toni baja las escaleras tranquilamente mientras se coloca el pelo hacia atrás, va sin camiseta, ¿cuando se ha vuelto un hombrecito este chico? Cuando nos ve sonríe y rápidamente abre la puerta.

-¡Joder, que no sabia que veníais! - dice abrazándonos - el año pasado nos abandonasteis - se queja.

-¡Te has cortado el pelo! - dice Martita abrazando mis piernas.

-¿Te gusta? - le pregunto y asiente con una sonrisa.

La cojo en brazos y tras dar otro abrazo a Toni nos encaminamos hacia los gemelos que se han quedado en las hamacas echándose el protector solar.

-Jesús, Dani - los llamo - este es Toni - le señalo - y esta es Martita.

Se saludan y Martita me susurra al odio que son iguales y que no sabe diferenciarlos, es una monada. Mi hermano me la arrebata de los brazos y se tira con ella al agua.

-Si que has cambiado - me dice Toni - hace dos años eras tan pequeñita y ahora... sigues siendo pequeñita pero estas cambiada.

-Oye - le doy un puñetazo - es que tu has cambiado y antes mediamos lo mismo pero es que ¡me sacas dos cabezas! no es justo. Por cierto, ¿que tal con esa chica que te gustaba? - le pregunto curiosa y se ríe.

-Esa chica me gustaba hace dos años Victoria - niega con la cabeza y me encojo de hombros.

-Que mas da, ¿conseguiste hablar con ella? - pregunto y niega.

-Que va - rueda los ojos - estaba en su propio mundo - me dice y hago una mueca.

-Pues ya lo siento - le digo.

Me quito la ropa y nos metemos todos en la piscina. Miro a Dani y no quiero malinterpretar su actitud pero me atrevería a decir que esta un tanto celosillo. Voy hasta él intentando hacerle una aguadilla que se queda en intento, por lo que acabo subida a caballito en él.

-Como si estuviésemos en el río - le digo recordando ese momento.

-Como si estuviésemos solos - susurra.

Todo es por ti. [gemeliers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora