XXIII

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Romina.

Sali de bañarme y me puse una remera que le había pedido a Tomás.

Entre a la pieza y lo ví, estaba acostado mirando tele. Daba ternura. Me miro y sonrió. Hizo señas para que vaya a la cama y así lo hice.

- Hable con Gonzalo, vamos a ayudar a tu mamá - Me dijo con una sonrisa.

- Tendrias que sonreir más, tu sonrisa es linda - Le dije sentandome.

- Vos sos linda sonriendo, dormida, despeinada, con o sin ropa - Dijo y me beso. Me agarro de la cintura y me sentó arriba suyo.

- Aúnque sin ropa más ¿No? - Le pregunte levantando una ceja. Él asintió. Me mordí el labio inferior y me saqué la remera. Abrió bien los ojos cuando se dió cuenta de que no llevaba corpiño.

Tomás me beso otra vez y fue bajando sus besos por mi cuello. Movi mi cadera y pude sentir como él me apretaba más contra su cuerpo.

- No hagas eso - Susurro contra mi cuello.

- ¿Por qué? Sí ya sabemos lo que va a pasar - Le dije.

Me acostó en la cama y se acostó encima mio. Siguio bajando sus besos por mi abdomen. Me sacó la tanga y la tiro por algun lado.

Metió un dedo en mi y yo mordí mi labio con más fuerza. Volvió a besarme el cuello, mientras metía otro dedo y empezaba a moverlos. Le agarre la cara y lo besé. No queria gemir. Saqué su remera y lo empuje suavemente hacia un lado de la cama.

Me senté encima suyo y le besé el cuello, dejando una marca. Fui bajando mis besos por su abdomen hasta llegar a su pantalón, lo desprendi y lo baje junto con su boxer. Lo mire y sonreí, el puso sus manos en su nuca.

Agarre su pija y empecé a lamerla, después la metí en mi boca. Claro, lo que pude, porque vale aclarar que el chiquito estaba bien dotado. Seguí con mi trabajo por un rato hasta que Tomás me agarro de los brazos y me acostó de nuevo en la cama. Se subió encima mío, con cuidado de no aplastarme. Acomodó su pija en mi entrada y me penetró. Solté un gritito y él río.

Empezó a moverse lento. Sus movimientos eran placenteros. Besó mi cuello y dejo chupones que mañana iba a tener que tapar con bastante maquillaje.

- Más rapido - Pedí.

Aceleró sus movimientos y yo clave mis uñas en su espalda. Sentí mi abdomen contraerse y su respiración se volvió más pesada.

- Venite conmigo mami - Susurro en mi oído y sonreí.

Siguió moviendose hasta que llegamos juntos al orgasmo.

Se acostó a un lado mío y me acercó a su pecho.

- Me quedaría así toda la vida - Le dije. Él me miro.

- ¿Quién dijo que no podemos? - Sonrió.

•••••

Siento que es una reverenda cagada, pero entiendan que nunca narre un garche.

Igual espero que les guste ❤

Madre sustituta ; c.r.oDonde viven las historias. Descúbrelo ahora