Madre sustituta ; c.r.o

XXXV

Romina.

Me desperté en una habitación blanca. Mire a todos lados, hasta que encontre a Tomás sentado en el piso, apoyado contra la pared y llorando sin consuelo. Me levante rápido para ir con él, pero me mareé. Tomás se levantó rápido, me agarro y me sentó en la camilla de nuevo.

- Te desmayaste, así que con cuidado - Me dijó. Lo abrace, él siguió llorando en mi hombro.

Entró el médico y me revisó, media hora después me dejo salir.

Entramos a la habitación en donde estaba Adriana, ella estaba despierta.

- Tomi, perdón - Susurro con desesperación - Ibamos bien, nos chocaron a nosotros. Perdón, solamente perdón.

Adriana estába llorando, la maquina a la que estaba conectada nos indicaba que los latidos de su corazón estaban muy acelerados. Tomás respiro hondo y se acerco a ella.

- Tranquila Adri, esta todo bien - Le dió un beso en la frente - Iñaki esta perfecto. No le pasó nada a él.

Ella asintió y nos despedimos, para salir de la habitación.

- ¿Y si pasa algo? ¿Qué le vas a decir? - Le pregunté. Tomás se dió vuelta y me miró.

- Si a Iñaki le pasa algo, yo no voy a estar vivo para tener que decírselo a Adri - Respondió y me agarró de la mano.

Ésta vez, nos dirigimos a la habitación en donde estaba Iñaki. Tenia cables en sus brasitos, en el pecho, y un respirador artificial. Sentí a Tomás apretar mi mano.

Pasamos horas sentados al lado suyo. Tomás tenia su cabeza apoyada en el pecho de Iñaki y de a ratos le hablaba, le pedía que aguanté, que sea fuerte. No comimos en todo el día, no teniamos hambre.

Gabriela me llamo y le conté. Apenas habló con Alejo y le contó la situación, se vinieron los dos, con Tony y Mauro al hospital.

Mientras yo lloraba en los brazos de Gabriela, Tomás lloraba abrazado a Alejo. Ahí fue cuando decidimos que ellos iban a ser imprescindibles en la vida de Iñaki.

Esa misma tarde estabamos los cuatro: Alejo y Gabriela, Tomás y yo, frente a la camilla en donde Iñaki seguía en coma, con un cura que habia aceptado bautizarlo en ese estado. Tomás y yo eramos los padres, Alejo y Gabriela los padrinos.

Nunca le pregunté a Tomás porque no lo habia bautizado hasta ese momento. Pero tampoco me importaba. Solo me importaba que las horas siguieran pasando y que Iñaki sorprendiera a los médicos.

Cuando me quize dar cuenta, nos habiamos dormido. Los cuatro. Alejo y Gabi se quedaron toda la noche con nosotros. Y ahora ya era de día.

Un médico entró a la habitación y moví a Tomás, que se desperto exaltado y se paró del suelo. Alejo y Gabriela tambien se despertaron.

El médico nos hizo salir de la habitación, esperamos y vimos que dos médicas más entraron. Tomás ya estaba nervioso.