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Revivió al siguiente día, cuando los rayos solares traspasaron la cortina y terminaron por reflejarse en su rostro, así dándole lugar al infaltable malhumor que lo acompañaba hasta que su paladar degustara las primeras migajas del desayuno

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Revivió al siguiente día, cuando los rayos solares traspasaron la cortina y terminaron por reflejarse en su rostro, así dándole lugar al infaltable malhumor que lo acompañaba hasta que su paladar degustara las primeras migajas del desayuno. Se sentó en la cama y se froto los ojos, miró por la ventana y se dio cuenta que justo le tocó la habitación que recibía la mayor luz solar durante las primeras horas del día, concluyó que si su deseo era dormir hasta tarde entonces debería hacerse de cortinas oscuras y reemplazarlas por el fulgente naranja que ahora se hallaba.

Esos fueron sus primeros segundos en un nuevo día, cuestiones que para el Seungmin cuerdo y bien desayunado era insignificantes, pero si había alguien a quien Seungmin detestaba, ese era su lado más cuerdo y racional, el mismo que lo había obligado en incontables oportunidades y callar los gritos de su corazón y pretender que no había un incendio en su interior. De todos modos, cuerdo o no, fue imposible no recorrer con la vista su alrededor y que la realidad lo cacheteara mientras le sacaba en cara que esta había sido su primera noche lejos de la casa donde se su infancia y adolescencia se hallaban estancadas.

Y no la iba a falsear: no estaba viviendo en un cuento de hadas. Ese cuento donde él es el ogro y los demás son intrusos en su pantano no es divertido, el problema es que el pantano no es suyo y los intrusos son los propiestarios. En fin, consultándolo con la almohada, se tomó el trabajo de sacar conclusiones y en base a ellas definirse con una perspectiva hacia el futuro: fue así que se obligó a prometerse que conseguiría un trabajo a medio tiempo de lo que fuera, esa sería la forma más práctica en la que podría partir de la morada de Felix cuanto antes mientras planeaba sus siguientes pasos. Posiblemente era una resolución impulsiva e inmadura, pero sus pensamientos no lo avergonzaban, se conocía a sí mismo. Le parecía inviable la idea de llevar la misma rutina que Felix, lo amaba, claro que sí, sin embargo, eso de que extraños se paseen por los pasillos de su casa, reglas difusas y la inexistencia de derechos, responsabilidades y, sobre todo, autoridad representaban, en su esquema mental, el caos más catastrófico.

Había sido criado por abogados estrictos y a él le había terminado gustando ese tipo de vida donde el orden y el control rigen, ser partícipe de ese juego donde las pautas están marcadas desde que la partida inicia es una manera de sobrevivir también. Con Felix, ese modo de vida era ficticio, y eso estaba genial, porque eran su vida y su casa, no era una fiesta para Seungmin, pero sí para Felix, y eso también es genial. Porque son amigos.

Las esponjosas pantuflas bajo sus pies le permitieron dar pasos suaves cuando salió de la cama y se dirigió al baño. Se entretuvo media hora allí entre el aseo y la observación de su cara demacrada frente al espejo, buscó algunos pocos billetes de su ahorro, tomó una campera y el celular, se acercó hasta la cocina y saludó a Felix y Changbin, quienes estaban desayunando en la cocina.

―Saldré a caminar un rato, Lix. Estaré aquí cerca del mediodía ―le regaló una mirada cálida a su amigo.

―¿Necesitas algo antes de irte? ―a Felix le era imposible no preocuparse.

WATERCOLORS || HyunMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora