❀; Fifteen.

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—Pero...

—Shh, cállate. Sé que podrás.

Podría jurar que si dos semanas atrás le decían que tendría a Hwang Hyunjin, el vicedirector del Museo Nacional de Artes Visuales de Seúl, con el pecho pegado a su espalda, colocándole una venda en los ojos con la intención de que en ese estado pinte lo que sea que le pida, les diría que en la vida a veces es necesario conectar dos neuronas y ser un poco más realista y menos patético.

La verdad es que el patético es Kim Seungmin.

Era uno de los momentos más raros de toda su vida, e incluso debía decir le agradaba en cierto punto cambiar su rutina.

Tenía miedo, esto que Hwang le presentaba no se parecía en nada a la prueba anterior. El tener los ojos vendados lo limitaba mucho, más teniendo en cuenta que la vista es el sentido que mejor tiene desarrollado.

Del lado izquierdo las voces le gritaban que era un fracasado y que incluso dándolo todo de sí mismo tarde o temprano terminaría por arruinarlo. Y del lado derecho las voces le decían que no existía persona con su sentido de percepción y estética, que Hyunjin creía en él y que si había llegado hasta ese punto tan impensado de su vida era por algo.

No quería fallar, el fracaso lo aterraba.

Por su parte, a Hyunjin no le cabía duda alguna de que su aprendiz era capaz. Notaba el gran talento que escondía detrás tosas sus notorias inseguridades, y es por eso que planeaba los más complicados desafíos.

Era real la sorpresa que se lleva seguido consigo mismo debido al dedicado empeño que le ponía a este trabajo extra y gratis que se había añadido prácticamente sin pensar en los resultados que traería. Las madrugadas eran sus mejores amigas para crear posibles pruebas y analizar cosas que podría agregar para convertirlas en una experiencia con un nivel de interés superior. No importaba cuán difíciles las divisara en su mente, estaba convencido de que el más bajo las superaría como sea, de alguna manera encontraría el camino para ganar.

—Solo serán la naturaleza y tú —comenzó a explicar con un semblante serio. —Únetele, escúchala, sé uno mismo con ella y deja que traslade a lo que verdaderamente es. Debes crear algo con las hojas y acuarelas, una especie de collage, lo que sea, hasta si tienes las agallas suficientes, puedes pararte y buscar otros materiales de aquí mismo, no me importa. El objetivo de la prueba es que en tu creación debo ver e incluso sentir que está conectado con tu alrededor y contigo a la vez. En cuanto a los colores, no importan, usa los que sean, cualquiera está bien ya que ellos no existen aquí, es una interpretación a ciegas, aunque intenta sorprenderme en todo, seré más estricto esta vez. ¿Preguntas?

—Ninguna.

—Bien. Yo no hablaré, pero estaré aquí en todo momento, observándote —amenazó y se alejó algunos pasos. —Comienza.

Siendo ateo, Hyunjin estaba a punto de rezar por un niño casi desconocido. Casi, porque en realidad lo conocía bastante.

Pero antes de iniciar, Seungmin necesitaba solicitar una última cosa.

—Hyunjin —lo llamó. —Tengo una pequeña petición que hacerte.

El aludido se tomó la frente, no quería objeciones ni inconvenientes. No lo parecía, pero esa era una sesión profesional, el alumno no podía imponer las reglas.

—¿Cuál?

—Quiero usar mis viejas acuarelas, ¿podrías por favor cambiarlas por las que me regalaste?

Sin querer darle vueltas al asunto, muchos menos hacer del pedido uno polémico, Hyunjin hizo lo que le pidió en absoluto silencio: removió las acuarelas nuevas de las manos del chico y en su lugar colocó las viejas.

WATERCOLORS || HyunMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora