❀; Forty Three.

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Al cabo de veinte minutos volvió a salir, ya más calmado y con la timidez en un nivel mucho más bajo de lo que entró. Supuso que Hyunjin ya no estaría en la cama, por lo que bajó las escaleras, el living se hallaba vacío, por lo que caminó hasta la cocina, donde tampoco no encontró a nadie. En lugar de dar con alguna presencia, se topó con un bellísimo ramo de rosas rojas que traían una carta con ellas amarrado a una delicada cinta.

¿Estaría mal revisar algo que no era de su incumbencia?

Aunque su conciencia le dijera que estaba mal, no le iba a hacer caso. Se trataba de su novio, pensaba que no le molestaría aquel acto, por lo que con cuidado de no pincharse tomó la carta. Sorprendentemente, la carta estaba dirigida a él. Contento, comenzó a leerla; conocía esa letra.

Para mi pequeño ángel.

La verdad nunca fui bueno escribiendo cartas, mucho menos siendo cursi, así que espero que mis sentimientos estén plasmados lo mejor que pueda.

Me desperté con ganas de darte un regalo, espero que te gusten las rosas rojas y si no es así prometo seguir esforzándome para darte regalos que sí te gusten.

Me fui a traer el desayuno que querías así que espérame para desayunar y no lo olvides que te amo mucho.

Tu novio, Hyunjin.

Estaba todo bien con la carta, muy hermosa y significativa, pero la parte más sorprendente fue el te amo. Era increíble que la primera vez que se lo dice fuera en una carta, era como más especial.

Dejó el papel de lado, todavía un poquito sensible por aquel presente y llevó toda su atención a las bellísimas flores que venían adjuntadas a aquel escrito. Se preguntaba de dónde sacó esas flores ya que en ningún momento lo vio salir a comprar y las flores parecían como recién cortadas. Por suerte, no era de esas personas que se molestaban por esas cuestiones como cortar flotes y matar la naturaleza, no estaba del todo bien, no obstante le parecía una exageración las reacciones de otras personas, por lo que estaba perfectamente bien con su regalo.

Disfrutó su aroma y la suavidad de los pétalos. Guardó la carta en su bolsillo pensando que cuando tuviera tiempo hasta la plastificaría pues era la primera, y lo primero en todo siempre es especial.

Al cabo de unos pocos minutos, escuchó la puerta abrirse, y se asustó un poco por eso ya que estaba tranquilamente disfrutando de sus flores.

— ¡Ya llegué, SeungSeung!

Emocionado, corrió hasta la entrada a recibir con un beso a su novio, quien no tardo en corresponderlo, sosteniendo el desayuno en una de sus manos y con la otra tomándolo de la cintura. Todavía con la puerta abierta, se besaron mostrando su amor a los visitantes que pasaban hacia la casa de Junghee, no sé trataban de extraños, sino del hijo de Junghee que venía a buscar a su hija, pero incluso así era sorprende para el caminante ver tan ocupado al chico que creía que quedaría soltero para toda la vida.

Se separaron al minuto. Seungmin se encargó de cerrar la puerta con llave y luego tomar de la mano libre de su novio para llevarlo hasta la cocina. Lo sentó y le sacó las bolsas de papel y acomodó todo en la mesa. Finalmente se sentó en la mesa frente al más alto con una sonrisa.

— Gracias.— Fue lo único que recitó cuando todo estuvo calmo, no existía mejor palabra que esa para expresar todo lo que estaba sintiendo.

— No, gracias a ti, Seung.

No había nada más que palabras simples, no obstante ambos sabían que existía muchísimo más detrás de aquello y lo más importante, entendían esos mensajes ocultos.

Dos personas que se necesitaban, que no creían estar solas, mas tampoco admitían estar completas con las personas a su alrededor. Dos complementos que se atrajeron desde el primer segundo. Personalidades que quizá no son las adecuadas, pero que se vuelven perfectas al mezclarse. Pensamientos que no concuerdan en muchas cuestiones, aunque sí comprensivos, pues está ese punto medio donde ambos saben detenerse. Gustos y pasiones de la misma rama, sin embargo completamente distintos. Dos artistas que antes ignoraban o incluso detestaban las creaciones del otro, pero inteligentes sobre todas las cosas.

— ¿Cómo supiste que te gustaba bailar?

Hyunjin no supo qué decir.

— No lo sé.— Respondió sin más.

— ¿Cómo no lo sabés?— Inquirió el más pequeño como un niño cuando se le niega la respuesta a su curiosidad. —Vamos, yo te dije. Dime tu historia.

— No existe una historia para todo, pequeño, o por lo menos no todas tienen ese drama o sorpresa para ser dignas de un relato.— Corrigió. —Ni siquiera recuerdo bien a qué edad empecé, creo que fue más o menos a los seis o siete años. Para esos tiempos había danza como materia en la primaria, la profesora puso una canción cualquiera y mostró su baile frente a todos mis compañeros, era para dar una introducción a la clase. Me encantò todo lo que hacía, yo quería ser igual así que le pedí a mi madre que me inscribiera en alguna academia y aquí estoy.

— El punto interesante o dramático, como tú lo llamas, no se lo pone el relator, sino quien oye el relato. Cada persona decide qué es interesante y qué no según sus gustos, no te precipites.— Añadió como buen sabio. —Segundo, esa es una historia, aunque te parezca simple, a mí me pareció deslumbrante, sencillamente porque es parte de ti, y cualquier cosa que provenga de tu persona es totalmente llamativo para mí.

Sonrieron y nadie dijo más nada, pues decir otra cosa estaría de más en esa paz tan bella que se creaba solo cuando ellos dos existían en una misma habitación.

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¡Hola, perfecciones!

El capítulo me quedó más cortito y medio choto, me voy a matar, basta. Más allá de todo, espero que ustedes sí lo hayan disfrutado y continúen la historia hasta final, zikzi.

Les cuento que después de terminar Watercolors (<\3) voy a subir una nueva novela Minsung o quizá Changlix. Tengo tantas tramas que todavía no me decido, pero por ahí ando.

Nos leemos luego~.

— D a n o n i n o .

WATERCOLORS || HyunMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora