❀; Twenty.

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El sonido de la cerradura siendo abierta lo trajo a la realidad. Sintió cómo le sudaba la nuca y las manos.

—¿Seguro que no será mucha molestia? —inquirió todavía dudoso de lo que estaba haciendo.

Antes de entrar, Hyunjin fue incapaz de ignorar su obsesión con el orden. Con disimulo, dio una ojeada rápida al departamento y sonrió: estaba como le gustaba, ordenado y limpio.

—Claro que no, tengo lugar de sobra —aseguró y empujó a Seungmin dentro del lugar.

Lo que menos esperaba el pequeño Kim de esa noche era terminar visitando el departamento de soltero Hwang Hyunjin, mucho menos que algún día dormiría en su morada. No porque no le gustara la idea, sino porque hasta no hace mucho, este solo mostraba señales de disgusto y malestar para con su persona.

Cerró la puerta tratando de ser lo más sigiloso posible. Era una regla de oro en el edificio el silencio absoluto y el respeto entre vecinos. La mayoría de los habitantes de los demás departamentos eran ancianos quisquillosos y que, por supuesto, venían discursos de valores y ética y moral incluidos. A este punto ya no le molestaban esta regla, estaba tan mimetizado con los ancianos que ya era uno más entre todos ellos.

No hubo mucho tiempo para buscar otra opción que no sea ocupar el en el departamento de la misma persona que podría ser su jefe en unas dos o tres semanas. Otra opción era ir a buscar a Felix a la fiesta, no obstante, la segunda alternativa se convertía un tanto engorrosa si se pensaba en todo lo que conllevaba; Seungmin temblaba como una hoja en medio de una tormenta con solo pensar en volver a ese lugar, y esa era razón suficiente como para descartar la idea.

Quedarse en casa de Hyunjin era lo más cómodo y lo que sin querer, ambos querían, fin.

Su amigo pecoso no daba señales de vida y con eso mostraba el claro desinterés que sentía por Seungmin en esa que prometía ser una gran noche y terminó transformándose en la continuación de una gran pesadilla. En cuanto este se enterara de dónde se encontraba en ese mismo momento, se enfadaría muchísimo, mas no tendría derecho a culparlo; si estaba en casa de Hyunjin, era meramente su culpa e irresponsabilidad por llevarlo a ese lugar sabiendo todos los riesgos que corrían y, encima, dejarlo solo.

Estaba enojado con Felix.

Pensando con la cabeza fría, supuso que, de todos modos, Felix lo buscaría al final de la fiesta, por lo que le envió un mensaje diciéndole que estaba bien, que se había ido con Hyunjin y que, a pedido del dueño del departamento, volvería a la mañana siguiente sano y salvo.

De repente, cuando sus pensamientos decidieron darle un respiro, se encontró a si mismo abandonado en el medio de esa gran sala de estar. Dio unos pocos pasos por el living, que era con lo primero que te encontrabas una vez que ingresabas, y se dispuso a admirar toda la coqueta decoración basada en blanco, negro, gris y rojo; la encontró muy bonita y elegante. Todo el lugar denotaba delicadeza y clase, tan Hwang Hyunjin. Le sorprendía que aquel orden pudiera provenir de Hwang, no lo veía como una persona ordenada, tampoco detallista. Después de meditarlo pensó que habría de tener tantas ideas equivocadas de él que, esperaba, se fueran haciendo polvo con el pasar del tiempo. Sus ojos, posados en las paredes, conocieron un montón de rostros nuevos junto al de Hyunjin: chicos y chicas, quienes supuso, eran sus amigos, pues lucían de la misma edad; en otra foto de un tamaño mayor había un gran grupo de personas con trajes extravagantes, todos sobre un escenario, sonreían, incluso Hyunjin, y se preguntaba qué los hacía tan feliz en ese momento; luego solo aparecían retratos de una niña pequeña, casi siempre vestida con un tutú rosa.

—¿A poco no es muy bonita mi hermana? —Hyunjin salió sin hacer ruido de alguna puerta con frazadas en sus brazos para preparar la cama de Seungmin en la única habitación libre del departamento.

WATERCOLORS || HyunMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora