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Hwang Hyunjin and Kim Seungmin.
❝ Fue el mejor trato que pudimos pactar jamás. ❞
En esa desabrida oficina ambos allí, estáticos, iluminados por el bello mural de la pared del fondo.
"-Ayer estabas muy confi...
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Un nuevo día nacía y con él una nueva oportunidad se filtraba por la ventana de la habitación de Seungmin.
Sonriente y esperanzado debido a lo que los próximos minutos le deparaban, dio lo mejor de sí para mostrar el atuendo lo más formal posible con las pocas prendas que había metido en la mochila aquel día. No fue una tarea ardua, ya de por sí, su estilo era bastante formal y clásico, pero aun así se decía la combinación de colores y texturas era clave para una buena primera impresión. Después de colocarse el suéter de lana verde militar por encima de la camisa y el pantalón de jean ancho, se peinó e se colocó un poco de maquillaje, solo para tapar las ojeras.
No sabía nada de moda ni de maquillaje, pero le gustaba el resultado final cuando se vio en el espejo del baño.
Esa mañana, por primera estuvo solo en la propiedad de Felix, no le quedó otra que desayunar con la compañía de nadie. El silencio fue su música y la brisa otoñal que se colaba por la ventana era el sentimiento más cálido que sintió desde que llegó.
La soledad era un sentimiento al que estaba habituado y del cual gozaba de experimentar.
Se demoró unos cuantos minutos más de lo planeado, no quería irse, había disfrutado mucho estar en la casa solo.
Al final no pudo dilatar ni un segundo más su partida por mucho que quisiera quedarse; se levantó de la mesa, lavó la taza donde había tomado el té, guardó el paquete de galletitas de chocolate en la alacena, se detuvo justo en el espejo de cuerpo completo que por alguna razón Felix había ubicado en la cocina y se sonrió a sí mismo deseando que su propia sonrisa le dé fuerzas frente a este nuevo desafío. Se dirigió a la puerta donde se colocó las zapatillas blancas con las que había llegado a casa de Felix, dio un último vistazo a esa casa casi sin paredes, se dio vuelta y se fue sin más.
El camino hasta el museo fue rápido. El tránsito estaba ligero y al autobús no le tomaba mucho tiempo llegar hasta el lugar. El trayecto se le hizo más tranquilo de lo habitual, las primeras calles que rodeaban el barrio de Felix no eran concurridas en la mañana, hoy lo había terminado de confirmar. De todos modos, una vez que el autobús se empezaba a acercar al centro de la ciudad, el transporte se empezaba a colmar de más y más gente.
En cuanto bajó, entre movimientos torpes y pequeñas luchas con los demás viajeros para que lo dejaran pasar, divisó maravillado el museo como tantas veces lo había hecho. Estaba ahí, parado en la vereda y, mierda, se sentía demasiado extasiado y feliz de solo ver esa arquitectura. No importaba cuántas veces estuviera allí, siempre se emocionaría como la primera vez.
Esta vez, sin dudas, era especial. No se trataba de una escapada a escondidas o una nueva muestra de algún artista famoso o talentoso, nada de eso, se encontraba allí para dar un gran paso en su carrera artística y laboral. Si lo lograba, desde ese punto iría para arriba, nada más lo detendría.
Si lo lograba.
Tenía fe en sus habilidades y conocimiento, pero temía que su inexperiencia y juventud lo traicionase.