( ❀ ) . . . H Y U N M I N ↶
Hwang Hyunjin and Kim Seungmin.
❝ Fue el mejor trato que pudimos pactar jamás. ❞
En esa desabrida oficina ambos allí, estáticos, iluminados por el bello mural de la pared del fondo.
"-Ayer estabas muy confi...
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En la mañana siguiente la lluvia continuó, haciendo de ese día uno de los más grises y tristes en mucho tiempo. Así como el agua que caía del cielo, los nervios de Seungmin también lo acompañaron desde que abrió los ojos.
Hoy era uno de esos cuatro días que definirán su futuro.
Hasta se preguntaba si era demasiado exagerado el querer encerrarse a llorar cinco minutos en el baño en lo que esperaba a que Hyunjin apareciera por la puerta principal.
Felix, propio de su rutina, se marchó a trabajar temprano, y por consecuente, ni Changbin ni ninguno de sus amigos se hallaban allí con él. Esperaba no tener que pasar por ningún altercado con extraños inesperados o irruptores con aires de altanería en un día tan importante, aunque no creía que eso fuese posible; ambos grupos los conformaba Hyunjin: un extraño interruptor con aires de altanería y mucha soberbia.
No obstante, Hyunjin sería la excepción pues no quería a nadie más merodeando en la casa, lo ponía histérico.
No se levantó tan temprano como el día anterior, pero sí se obligó a estar más precavido y atento. Permitió de forma consciente que la paranoia ronde entre sus pensamientos. Era parte de su satisfacción de trabajar bajo presión.
El hacerlo bien solo dependía de él y de lo que hiciera de en todo el rato que dure la prueba, se repetía esa frase hasta el cansancio, torturándose la mente, exigiéndose no ser un fracasado. Con toda intención, en el rato en el que esperaba a Hyunjin, se dedicó a alterar hasta cada una de sus células cerebrales.
Pensar en lo que se le podría haber ocurrido a Hyunjin para hacerlo sufrir lo llevaba a morderse las uñas, hábito que creía haber superado. Cuando se dio cuenta, las uñas de su mano izquierda parecían haber sido cortadas con un serrucho.
Estaba considerando con mucha seriedad el tomarse un momento solo para llorar.
Muchas veces sus creaciones fueron despreciadas, razón que lo llevó a pensar que en realidad nadie merecía el castigo de observar sus pinturas. Fue así que solo las empezó a ver como una terapia para un mejor control de sus emociones; era mejor contarse a sí mismo sus propios pensamientos que hablar con alguien. Ese alguien que no existía. No podía contarle a nadie cómo se sentía o qué tal le había ido en el día. No importaba si estaba feliz, triste, enojado, entusiasmado o decepcionado, nadie querría oír los problemas superficiales de un chiquillo nacido en cuna de oro.
Sus padres tampoco fueron buenos compañeros: nada referido al arte les parecía un tema serio a tratar durante la cena, y el viaje de cuarenta y cinco minutos que lo separaban de Felix le impedían contactarlo seguido, más cuando su amistad era ilegal y sin celulares de por medio.
Incontables fueron las veces en las que estuvieron solo él y sus emociones, la soledad y el silencio eran invitados vips a sus reuniones con sus pensamientos más profundos, tan así fue que, pintar en la penumbra, se volvió un placer al que le gustaba recurrir cada vez que pudiese.