WATERCOLORS || HyunMin

❀; Forty Seven.

Apenas abrió lo ojos se desesperó, no tenía su trabajo con él, iba a enloquecer.

— ¡Mi pintura! ¡¿Dónde está mi pintura?!

Un Changbin asustado y al parecer también recién despierto entró desesperado a la habitación, incluso el pobre se golpeó alguno de sus dedos del pie derecho porque gritó una medición antes de hablar.

— ¿Qué te pasa? ¡Deja de gritar!

Fue ahí que el más pequeño de la casa cayó en la realidad, se encontraba en casa de Felix, era capaz de sentir el riquísimo olor a café mezclado con tostadas recién horneadas, la especialidad del pecoso. Su conocida cama lo sostenía confiadamente proporcionándole una comodidad inigualable.

¿Qué rayos pasó la noche anterior? No recordaba nada.

— ¿Dónde está mi pintura?— Preguntó con la voz seria.

— Está envuelta en film alveolar en una de las sillas. Tranquilizate, maldito maniático paranoico.— Lo insultó y continuó. —Por tu culpa casi me da un paro cardiaco sumado a que perdí un dedo del pie así que será mejor que no me provoques o no respondo por mí.

El artista sabía que estaba enojado por lo del dedo, pues lo consideraba uno de los golpes domésticos más dolorosos, y por esa misma razón, no dijo nada y dejó que el más bajo se fuera por donde vino.

Si su pintura se hallaba tal cual dijo, no se preocuparía por ella, sino por todo lo que pasó. Se durmió esperando a Hyunjin, ¿y después? Él no estaba ahí para verlo despertar, no estuvo anoche cuando aguardó por su aparición, ¿dónde estaba? ¿habría visto su pintura?

Salió de su habitación y se metió directamente en el baño, tardó más o menos quince minutos -un tiempo récord si pensamos en que Seungmin siempre se toma su tiempo en las mañanas- y salió única y directamente para interrogar a Felix.

Apenas entró en la cocina, pudo ver su obra tal cual se le había sido descripta, también a simple vista, se veía sana y salva, por lo que finalmente podía respirar con normalidad.

Se sentó en donde ya había adoptado como su lugar en la mesa, a su lado Changbin y enfrente Felix, era como la representación de los dos hijos del pecoso, ya que en algunas varias veces tomaba el papel de madre para ambos.

— ¿Qué pasó con Hyunjin?

Eran tres en la mesa, pero aun así el silencio incómodo se formó.

— ¿Nadie me va a responder?— Insistió levantando muy levemente el tono de voz.

— Primero merienda.— Ordenó Felix dándole un mordisco a su tostada con manteca.

Había dicho merienda. Ahora sí que estaba perdido, ¿qué hora era? Miró hacia arriba, al feo reloj de pared color negro y amarillo que Changbin colgó diciendo que generaba otra energía en la casa, éste indicaba que eran las cinco de la tarde, es decir que Changbin se había levantado de dormir la siesta, tanto como él. No podía ser que hubiera dormido tanto fueron más de doce horas. Cuatro días sin dormir hacían daño.

No tenía ganas de pelear, recién se levantaba, no tenía fuerzas para nada y el dolor de cabeza que tenía le partía la cabeza en dos, así que como le pidió el rubio, sujetó el mango de la taza que le fue asignada y de un solo trago terminó todo el líquido que contenía en más o menos treinta segundos, de un solo mordisco, comió casi la mitad de una de las dos tostadas que tenía y miró a Felix.

— Dime.

— No terminaste to...

— Deja de dilatar las cosas, Felix. No se está muriendo como para hagas tanto drama.— Interrumpió Changbin, una vez más, cansado de las absurdas situaciones que tenía que presenciar en aquella casa.