d é c i m o

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[DURAZNO]

Egon.

Mis ojos bailaban buscando la figura de su cuerpo pero no había rastro de ella, y eso me agobiaba.

Era viernes y ni siquiera había ido a la escuela, ni nuestras asesorías. Me preocupaba su bienestar y me enfurecía pensar que faltaba a clases por él. Me encamine a la biblioteca con un astibo de esperanza en mi corazón, las clases habían terminado y por ello no había mucha gente. Me dirigí rápidamente a nuestra mesa predilecta añorando su grata presencia pero ella no estaba ahí.

Rendido me senté y de mi mochila saqué el libro que me pidió leer.

La soledad me embargo por un momento haciéndome sentir vacío sin ella, estaba dependiendo de ella, era lo contrario a lo que yo quería, quería que ella dependiera de mí, que ella no pudiera estar sin mí, que ella me deseara tanto como yo la deseo a ella. A esa pequeña e inalcanzable mujer.

Cegado por la frustración lance el libro hacia enfrente haciendo que el golpe resonara por las paredes de la solitaria biblioteca escolar. Tomé con fuerza mi cabello y tiré de él. Cada vez me volvía un poco más demente. Ya había estado por un tiempo lejos de ella pero, esto era demasiado para mí. Necesitaba verla y tenerla entre mis brazos y no soportó la idea de que éste al pendiente de ése bicho de ojos miel.

Me levanté exasperado de la silla dispuesto a todo con tal de tener de vuelta a mi Angel y justo en la puerta estaba ahí ella, sonriendo a la Sra. Tepes, la bibliotecaria.

Llevaba un vestido color amarillo pastel y una coleta alta en la coronilla de su cabeza, sus zapatos azul añil con un lazo resaltaban en todo el conjunto, al igual, que sus hermosas curvas y sus ojos del color del café tostado brillaban al momento en el que me vio, «por mí y para mí. Solo por mí y solo para mí.»

Con una sonrisa deslumbrante en el rostro se acercó a mí y sus labios dieron a mi mejilla, le sonreí de vuelta - "¿Vas a abrazarme o seguirás ahí parado?" - una sonrisa ladina se plantó en mi rostro ante su repentina voz segura y a diferencia de otros abrazos me tomé la libertad de tomarla por la cintura con firmeza haciendo que su piel tomara un ligero color rosa y sus nervios estaban aflorando, acaricie su ya rosada mejilla sintiendo su calor, me acerque a ella lentamente y besé su frente. Me quedé unos segundos más ahí con mi labios contra su piel, saboreando el momento.

Platicando con tranquilidad nos dirigimos a la mesa donde ella se disponía a explicarme algo que yo no prestaba la mínima atención, me perdí súbitamente admirando la forma en la que sus rosados labios se movían libremente y el brillo labial escaso en sus labios me decía que había bebido agua o... Que había besado a alguien.

Esa idea inundó mi mente, ella besando otros labios, ella siendo tocada por el bicho de ojos mieles.

-"¿Angel, con quién estabas?" - solté de repente, notando en mi voz el tono grave que tomo. Sus ojos avellana me miraron y su expresión cambió de repente a una preocupada y triste, mi estómago se contrajo al ver su expresión. A ella le importaba.

-"Oh ¿no supiste? Mi amigo Mike Johnson tuvo un accidente o bueno más bien lo asaltaron o algo parecido..." - me removí incómodo en mi asiento y me pase una mano por el cabello, un sentimiento de nervios cruzó mi cuerpo pero traté de ocultarlo exitosamente -" Bianca a insistido en llevarme toda la semana para ayudar a cuidar a Mikey pero le he pedido que me dejara venir hoy" - sus ojos avellanas rodaron cuando menciono la insistencia de la mujer y eso me hizo sonreír un poco - "Sigue con la idea de que aún no he superado a... ¿Sabes? Ni siquiera tiene importancia. Vamos a estudiar que estamos un poquito atrasados y yo quiero que te vaya bien éste semestre" - sonrió evadiendo el tema. Estaba nerviosa e incómoda, tamborileaba con sus dedos la madera de la mesa y cada 2 minutos movía sus pies en cierto ritmo.

De repente me sentí como un pedazo de papel que se retorcía en las llamas ardientes del fuego. Atrapado por la gruesa capa de inseguridad de perder algo que es mío pero, a la vez, no lo es.

-"Pequeña..." - le llamé, giró su rostro para mí y sus faros avellanados me miraron esperando alguna pregunta de mi parte pero yo no dije nada - "¿Qué pasa, grandulón?" - rió alegremente y una sonrisa teñida de un suave color rosa se esparció por su bello rostro joven y vivaz. Me tentaba. Era tan inocente y yo ardiendo deseaba ser el dueño de su dulce sabor.

Necesitaba reclamar a Angel.

Llevé mi mano a su mejilla y la acaricié, sus ojos se cerraron con mi tacto. Me acerque cautelosamente a su rostro, respire su aire y su perfume de flores silvestres.

Quería besarla, necesitaba besarla.

Sus párpados se levantaron y en cuestión de segundos sus mejillas eran rosas al notar la cercanía de nuestros rostros - "¿Angel?" - su mirada no se desconectaba con la mía, fusionando el azul y el avellana convirtiéndolos en un nuevo y majestuoso color - "¿Sí, Egon?" - su voz era temblorosa y casi inaudible pero me encantaba saber que yo era la razón, una sonrisa apreció en mis labios, pasé mi lengua por ellos y noté los ojos curiosos de Angel viajando hasta ahí, le imite - "¿Qué sabor es ése brillo en tus labios, cara mia?" - la voz salió profunda desde mi pecho, mi corazón latía en descontrol total - "E-es de... Durazno" - tartamudeo siendo más tierna.

«¿Era eso posible?» Al parecer sí.

Suspiró mirándome intensamente - "Quiero probarlo, pequeña"- ella jadeo sutilmente. Era demasiado para mí. No podía más. - "Egon..." - me acerqué más, nuestras narices rozaron y nuestra respiración se hizo una. Sentía mi corazón golpeando mi pecho como si en cualquier momento se fuese a salir y mi nombre saliendo de sus labios de esa manera tan estimulante me hacía perder la cabeza, y si no estuviese en un lugar público sin duda ya la hubiera tomado.

Ella no tenía idea de lo que estaba haciendo, no tenía idea de lo que causaba en mí. Era una niña, mi niña.

Mis labios rozaron loa suyos incitando a la pequeña a sucumbir en los deseos de la carne.

Llevé mi mano a su otra mejilla, tomándola fuerte, no quería que se alejara cuando el pitido molesto de su teléfono celular retumbó en las paredes de la biblioteca.

-"Egon, debo atender" - mis ojos buscaron los suyos cuando bajo la cabeza - "El, cara mia. Mírame" - su mirada conectó de nuevo con la mía y el estúpido teléfono dejó de hacer escándalo - "Prométeme que jamás volverás a alejarte de mí tanto tiempo y menos sin avisarme. Estaba tan preocupado, preciosa" - acaricié su mejilla y ella recibió gustosa cerrando los ojos. Suspiro y asintió - "Lo prometo, Egon" - sonreí.

«Mi pequeña buena chica»

[N/A]:

"Here comes the sun, here comes the sun and i say, it's all right"


Angel; Edén.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora