[MARCHITA]
Narrador omnisciente.
La mirada verdosa de Theodor estaba fija en la copa que contenía el licor tinto, sentía una fuerte opresión en el pecho. Algo no andaba bien.
-"Cariño" - le llamo su mujer pero él aún tenía la mirada perdida en el líquido.
-"Bianca, llama a Angel" - le pidió de manera extraña lo que confundió a la rubia frente a él - "Bien, si eso te hace sentir más tranquilo, le llamaré"- el teléfono móvil dio a sus manos en un simple movimiento llamar al contacto de su hijastra - "No me contesta, de seguro tiene la música a todo volumen. Tranquilo, Theo"- el hombre asintió no muy convencido pero no reprochó más.
(...)
Su camino a casa fue ameno, a excepción de la increíble inquietud del hombre que acrecentó cuando la puerta principal abierta fue la primera visión de su casa, abruptamente Theodor paró su auto, abrió la puerta desesperado, bajo la mirada expectante de su mujer, y sacó la mitad de su cuerpo por ella alzándose sobre la ventanilla de la puerta, con desgarro llamó a su hija mas solo vio la puerta entreabierta bailar con el templado viento de la noche mostrándole un poco más del interior de la casa dándole un vistazo de lo que había ocurrido en ése lugar.
-"Llama a la policía, Bianca"- la rubia lo miró estática, sin poder moverse de la impresión -"¡Ahora, Bianca!" - el teléfono rebotó en sus manos y temblando marcó el número de emergencias.
Paradise impaciente entró corriendo a su propiedad encontrando los restos de una notable lucha, los filosos pedazos de los jarrones de su esposa esparcidos por el piso y a su alrededor las margaritas que Angel había recogido en la mañana del jardín.
El nombre de la joven resonó en las paredes de la casa pero Theodor no recibió respuesta.
Entró a la cocina para encontrar jugo de naranja en los mosaicos del suelo expandiéndose entre la cristalería rota.
Salió rápido de ahí deseando subir las escaleras y encontrar a su hija escondida en el ropero, quería encontrar a su pequeña hija de 6 años en el ropero, las lágrimas surcaron sus verdes ojos cuando no la encontró y en su lugar una orquídea marchita sobre las telas blanquecinas desechas en su cama. Se derrumbo soltando un clamor que inundó hasta las solitarias calles del vecindario que presenciaron su desaparición.
Bianca corrió escaleras arriba y abrió la puerta esperando encontrar una horrible escena pero encontró una escena melancólica, su aparente marido fuerte llorando como Elián en el suelo abrazado a las ropas tiradas.
-"Dios mio" - apenas pudo pronunciar y con cautela se intentó acercar a su esposo -"No está, Bianca. Mi bebé, se la llevaron"- con el rostro lleno de lágrimas se expresó. La rubia le abrazo tratando de sosegar el dolor que latía en su corazón pero era imposible, Biaca sabía cuan especial era Angel para su padre, sabía que había una diferencia entre Elián y Angel, sabía que Theodor jamás le amaría como amó a Anna y que Angel era lo único que le quedaba del amor de su vida.
Las luces azules y rojas se filtraron por las ventanas de la habitación que presenció el infame suceso, Theodor no mantenía la calma y cada vez más desgarrador era su incesante llanto, necesitaban que el hombre se mantuviera tranquilo porque está, quizá, sea la batalla más dura que hayan pasado-juntos. Tomó el rostro de su esposo entre sus finas manos y lo obligo a mirarle -"Mirame, Theo, mirame. Vamos a encontrarla, vamos a encontrarla. Te lo prometo."- promesa que selló con un casto beso en sus labios, le ayudó a levantarse y secó sus lágrimas con sus dedos antes de encaminarse a la puerta y enfrentar la dura verdad.
A paso firme, los agentes entraron en casa sacando a los Paradise de su morada, para afirmar lo que ya era obvio, perros entrenados se infiltraron en la casa con la esperanza de encontrar un cuerpo mas, después del fracaso, fueron enviados a los alrededores en la arboleda y pastizal para encontrar algún rastro.
Minutos después un auto civil aparcó en la propiedad y un hombre de aspecto lúgubre bajó del auto color negro, encendiendo un cigarrillo y azotando la puerta, caminó hasta quedar frente a la casa y le admiro detenidamente. A paso tranquilo se acercó a la pareja que miraba espantada al oficial de policía que les entregaba más malas noticias. Lanzó el cigarrillo al césped y con la suela de su bota lo piso, las miradas se centraron en él y les miró inexpresivo.
-"Soy el detective Truman del departamento de casos especiales del estado, me han asignado el caso Paradise ¿ustedes son familiares de la víctima? - los miró atentamente esperando su respuesta.
Y fue ahí donde inició el infierno de los Paradise, el inicio del fin.
Se vieron envueltos en un huracán devastador.
Un huracán con nombre y apellido, que arrastro a Angel a un océano pérfido, plagado de perversión y horror.
Un huracán que será su perdición.
(...)
A
algunos kilómetros lejos de la civilización se movía una vieja cafetera de apariencia sencilla y normal donde viajaban un joven y una niña, que bien podría pasar por su hermana menor, la cual miraba por la ventanilla sucia la amarga noche.
Giro su mirar a su lado para encontrar el perfil perfecto de su amado agresor que su mirada fija mantenía en el camino, su dedos largos acariciaban la sensible y pálida piel de su muslo que al tacto se erizaba. Tantos pensamientos y sensaciones cruzaban su mente.
Saltar del auto.
Saltar a su regazo.
Las dos parecían ideas neutras.
Las dos la tentaba.
Pero ninguna era suficiente.
Algunas lágrimas resbalaban por sus mejillas tan dolorosamente que dejarían cicatrices, no entendía el poder que Egon tenía sobre ella, era su dueños, su amo.
Él no era un quizá, él era el elegido.
No era cualquiera era él.
-"Duerme un poco, dulce. Aún queda camino por recorrer" - ella obediente, se acomodó en el asiento y cerró los ojos esperando su destino.
[N/A]"love of my life, you've hurt me"
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Angel; Edén.
RomanceAngel Paradise, y tal como su nombre lo dice, es mi paraíso. Sus ojos, mi delirio. Su sonrisa, mi perdición. La palabra perfección queda corta para ella, ella es todo, mi vida, mi mundo. Destila inocencia y, a la vez, pasión. Su cabello de noch...