d é c i m o q u i n t o

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[AGRIDULCE]

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Narrador omnisciente.

Sentada en su cama después de cenar con su familia revivió, sin querer, todo los recuerdos del día sintiéndose agotada emocionalmente.

Pensó en Mike, en lo lindo que era, los padres de Angel lo querían mucho y era más que obvio que serían felices si ellos estuviesen en una relación pero no sentía en su estómago esa sensación de desespero al estar lejos de él y el roce de sus labios no era tan dulce como suponía. Era un amor viejo, lo comparó con el sabor de esa goma de mascar que ya había perdido dulzor. Eso era Mike Johnson para Angel.

Como siempre, su mente le trajo a Egon para admirarlo en secreto una vez más. Él era todo lo contrario a lo que alguna vez conoció, era misterioso, inteligente, incluso ella lo había llamado algunas veces "Sr. Sabe-Lo-Todo", lo había hecho reír tanto la primera vez que lo dijo. Era un placer ver esa sonrisa para ella y vaya que pagaría para verla siempre.

Egon se convirtió, para ella, en ése libro que quieres acabar pero a la vez no, en ése dulce chico de las películas de acaramelado corazón y sueños de chocolate amargo.

Eso era Egon para ella, chocolate amargo, era esa sensación agridulce que anhelaba tener en la boca.

Sin querer se encontró con la palabra que describía a Egon a la perfección.

Agridulce.

Oh, pero como añoraba a ése ente agridulce, y no le importaba probarlo mil veces.

Era trágico y misterioso.

Entonces volvió a ése pensamiento de intriga, quería escarbar en las profundos adentros de la mente de Egon, navegar en el océano de sus ojos y si eso la llevaba a pecar, estaba consciente de ello.

Irse directo al infierno.

Pero saborear el agridulce sabor de Egon no tenía precio.

Con la mente nublada de pensamientos rosas se dispuso a quitar cada prenda de su cuerpo, sin pudor retiró hasta las pequeñas bragas blancas y en desnudez se dirigió a la puerta de su armario para sacar un camisón rosa palo pero la sensación de ser observada la dejó parada en medio de la habitación, desde hacía tiempo que la sensación de unos ojos puestos en ella la embargaba pero, como siempre, no le tomó importancia, así que, reanudó su camino al armario para sacar la prenda e imponerla en su cuerpo. Su mirada choco con la ventana abierta y frunció el ceño, pensó en cerrarla pero por alguna razón pero le permitió estar de esa forma, abierta de par en par.

Se lanzó a la cama y rebotó en ésta sacándole una sonrisa tierna al ente de ojos azules que tenía su mirada en ella.

Mas ella centro su atención en la pastilla blancuzca en el mueble blanco a su izquierda, junto a la taza de cristal con el líquido transparente.

Dudó en tomar su pastilla pero terminó ingiriendo la dosis, esa noche quería dormir tranquila, sabía muy bien que si aquella pastilla no estaba en su sistema el insomnio la atacaría o si dormía tendría pesadillas. Tomó el camino fácil, una vez más.

Y para deleite del hombre de aquellos océanos por ojos, en cuanto la cabeza de la chiquilla tocó la mullida almohada cayó en un profundo sueño.

La figura imponente se vislumbraba en medio de las penumbras de la pieza, se acercó a ella con cautela y se sentó a su lado en la gran cama, el cabello azabache de la niña en contraste con el blanco algodón bajo su cabeza formaba la obra de arte más magnífica que haya visto y la transparencia del camisón era mortal a sus ojos, las montañas en su pecho subían y bajaban junto a su acompasada respiración, el aire helado que entraba por la ventana hizo el trabajo de hacer marcar aquellas dos cerezas en la tela del camisón.

Respiro profundo para contenerse a pecar pero ella era jodidamente tentadora y delicada. Tan inocente y sensual.

Pecó cuando uno de sus dedos acarició la marcada cereza, cerró los ojos y se estremeció, de lleno tocó con su enorme mano esa parte sensible del cuerpo pequeño sobre la cama, lo apretó sintiéndose su dueño pero se detuvo al sentirla moverse bajo su tacto.

Una gran sonrisa apareció en su rostro al ver que jadeando había abierto un poco la boca para soltar un pequeño gemido que lo había incitado a continuar tocándole, sin estar lo suficientemente satisfecho, removió las sábanas de su cuerpo para verla y se maravillo de el arte de su cuerpo.

Ella era arte.

Agradeció al padre de Angel por a haberle comprado ése camisón rosa que ahora era deleite a su vista.

Las piernas pálidas de la chica captaron su atención y desde ahí fue subiendo su vista, el camión llegaba a la rodilla y partiendo de ahí su piel se perdía entre la tela rosa y el encaje, subió su vista y se tomó el atrevimiento de ver de reojo su venus pero apartó la vista. Quería que ella se lo entregara.
Posó su mano en su muslo y le acarició, un suspiro salió de esos rojizos labios.

En su delirio se acercó a su rostro, posicionando su pecho contra en0 de ella, con una mano se sostuvo y con la otra afirmó su agarre en el muslo de la chica, viendo su rostro en un imperturbable sueño, la amo una vez más besando sus labios en un movimiento mordaz y sintiendo como ella gemía sobre sus labios mas no correspondía. Se separó y la vio una vez más - "Mi bella" - susurro, entre sueños una sonrisa imperceptible apareció en los labios de sus fantasías, sonrió y llevó sus labios a su frente dejando un tierno beso, se levantó contra su voluntad, le arropó y le admiró una vez más antes de dirigir su andar a la ventana y salir de ahí pero unos balbuceos provenientes de la muchacha lo detuvieron en seco - "Egon..." - su voz adormilada sonó en sus oídos, cerró los ojos con fuerza y se giró para encontrar a la misma chica dormida, soltó el aire que retuvo en sus pulmones en un suspiro aliviado para después sonreír ante la imagen.

Soñaba con él.

Remontó su andar, salió de ahí cerrando la ventana atrás de sí, la sonrisa nada ni nadie se la quitaba.

Llegó a su auto estacionado a varios metros lejos de la casa de la niña y se encontró con el rubio Lucas recargado en el cofre - "Vaya, Vandergast, parece que acabas de tener un muy buen polvo" - dijo el rubio con una ceja arqueada y una sonrisa pícara en su rostro, Egon rodó los ojos y rió sorprendido más al otro muchacho - "Calla, Lucas y sube al auto" - se largo a reír el mencionado y subió al auto diciendo - "Cómo diga, jefe" - hizo reír una vez más a Egon y partieron de ahí.

(...)

A la mañana siguiente, Angel despertó con una agradable sonrisa en el rostro y una sensación agridulce sobre la piel.

La sensación agridulce del pecado.

[N/A]:

"I'm an angel, living in the garden of evil"

Angel; Edén.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora