El plato principal

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Todo pasa demasiado rápido. Demasiado rápido como para saber por qué lo hago, demasiado rápido como para pensar si esto está bien, demasiado rápido como para saber reaccionar a tiempo. Las manos del rubio que hace un momento me retenían contra la pared ahora me guían hasta el salón. Raoul me aprisiona ahora contra el sofá y vuelve a besarme.

Ago: quién te crees que eres? Que seas un famoso no te da derecho a hacer esto
Ra: prefieres que pare?
Ago: y dejarme con el calentón? Y una mierda
Ra: *sonríe a modo de victoria* entonces de qué te quejas, idiota?

Dios, esa sonrisa. Nuestros labios vuelven a juntarse, pero esta vez su lengua se abre paso a mi boca y empieza a batallar con la mía. Joder, qué bien besa este tío. Sus labios se desplazan y ahora atacan a mi cuello. Agoney, céntrate que este tío te cae mal. Del cuello vuelve a mi mandíbula a la que acaba dando un pequeño mordisco. Agoney, que es un imbécil. Se quita la camiseta. Agoney... Me la quita a mí. Empieza a repartir besos húmedos por todo mi torso sin dejarse ni un hueco. Madre mía, el rubio sabe lo que hace. Y aquí es cuando me pierdo yo. Raoul empieza a bajar por mi pecho repartiendo besos lentos, poco a poco llega a mi tripa hasta que topa con mis vaqueros. Se para a mirarme y al cabo de unos segundos reacciona.

Ra: esto va fuera *le desbrocha el pantalón y se lo quita*
Ago: qué velocidad...
Ra: no hay tiempo que perder... ya sabes, entras, haces las fotos, te pagan y yo sigo alimentando mi ego, recuerdas? Esto no formaba parte del plan
Ago: *intenta ocultar una sonrisa que se le acaba escapando*
Ra: *sonríe victorioso*

Dios, como lo odio! Tiene respuesta para todo. Acto seguido, se deshace de sus propios pantalones. Puede estar más bueno el maldito crío? La ropa interior de ambos no dura mucho más que los pantalones. Sin pensarlo dos veces, el rubio se lleva mi miembro a la boca. JO DER. Será cabrón... qué bien lo hace... Mientras él sigue haciendo esto, yo enredo su pelo con mis dedos y lo ayudo, aunque, realmente, no le hace falta ninguna ayuda. Contengo mis gemidos para no darle esa satisfacción, pero no puedo evitar soltar uno cuando hace que me corra. Después de esto, Raoul vuelve a besarme, pero esta vez ataca a la espalda. Los hombros, la zona de los omóplatos, las lumbares y, como no, los glúteos. El catalán saca del pantalón, que yacía en el suelo, su cartera y, de dentro de ella, un condón. Rompe el envoltorio y se lo pone.

Ra: estás preparado o es demasiado para ti?
Ago: qué vas a ser tú demasiado para mí, enano? Si contigo no tengo ni para los entrantes
Ra: ah, no? *ríe* pues lo siento pero voy a tener que ser el plato principal *se acerca al oído del canario* pero tranquilo que no te vas a quedar con hambre

Un escalofrío recorre todo mi cuerpo. Cómo lo hace para ponerme tan nervioso con tanta facilidad? Es que no puedo con él, Dios! Tras soltar otra de sus risitas burlonas al ver mi reacción, hace que apoye mis manos en el sofá y, posando sus frías manos en mi cadera, entra lentamente dentro de mí. Ahora ya no hay contención que valga, me da igual, simplemente me dejo llevar y eso implica gemir todo lo que me plazca y más. Pero al rubio no parece importarle, de hecho él hace lo mismo. Entra y sale de mí a tal velocidad que incluso me da algún calambre en las piernas de la fuerza que hago. Nuestros gemidos se entremezclan en el aire y ya no sabría decir qué sonido sale de qué cuerpo. Y, finalmente, llegamos ambos casi al mismo tiempo. Saco fuerzas de donde no las tengo para ponerme de pie y colocarme bien en el sofá. Raoul se deja caer en éste a mi lado. Ambos necesitamos un momento para recuperar el aliento. No me puedo creer lo que acaba de pasar, sigo en shock.

Ago: *con la respiración agitada* sueles tirarte a todas las personas con las que trabajas?
Ra: solo a las que me llaman la atención

Vale, me esperaba un "no" como respuesta. Confirmadísimo, este tío es un imbécil y un chulo de mierda.

Ago: *rueda los ojos* tú eres un poco gilipollas, no?
Ra: vaya, hace unos segundos no decías eso
Ago: me voy de aquí *empieza a vestirse*
Ra: *ríe* pero no te piques, Agonías, qué pasa? Te has enfadado porque te he dicho que no eres el único al que me he tirado?
Ago: qué dices? Las ganas tuyas, chaval
Ra: vale vale *ríe*

Dios qué rabia me da que se ría por absolutamente todo! Acabo de vestirme y voy a la puerta. Es que no me creo que lo hayamos hecho, me cuesta hasta mirarle a la cara.

Ago: mañana a la misma hora
Ra: aquí estaré, pero no vayas contando por ahí que hemos follado que sino la prensa rosa nos emparejará y te perseguirán a todas partes
Ago: pero tú quién te crees que eres? Es que madre mía, me voy antes de partirte la cara
Ra: *ríe* era broma, imbécil, para quitarle hierro al asunto, hasta mañana
Ago: adiós

Por qué me habré tirado a este gilipollas? Me pongo a revisar las fotos que le he hecho... Vale, ya recuerdo por qué lo he hecho con él... En fin, me voy para regresar a mi vida. Mi coche sin aire acondicionado, mi apartamento de tres habitaciones y mi estudio de fotos con sus bodas y comuniones pretendiendo que nada de esto ha pasado. Pero me es imposible porque nada más vuelvo a mi entorno, absolutamente todo me recuerda mi encuentro con el rubio. Y cómo olvidarlo si convivo con la mismísima prensa rosa? Pues nada más volver debo enfrentarme al interrogatorio de Nerea.

UN SECRETO A VOCES (Ragoney) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora