Capítulo 25: ¿Dónde...?

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Tres minutos...

Tres minutos faltaban para que sonara el despertador.

Cada vez duermo menos o peor, cualquiera de las dos opciones me vale.

Me levanté con pesadez y me dirigí al baño con el móvil en la mano, para que cuando sonará poder apagarlo rápidamente. Me duché y peiné con una coleta, desayuné mínimamente y volví al baño a lavarme los dientes, me eché colonia y me puse la gabardina de Katsuki al salir.

Caminaba tranquila y con dolor de estómago, ya que me sobraba tiempo y tenía la regla. El aire era frío por la mañana y eso, aunque fuese prácticamente invierno, me ayudaba a despertarme mejor y más rápido.

Tenía un sueño exagerado, pero por más que intentara dormir no iba a conseguir descansar ni cinco minutos. Las pesadillas se sacudían en mi cabeza una y otra vez, lo que me dejaba más cansada que antes.

Subí las escaleras de la entrada para ir hacia la clase de Katsuki, a devolverle la gabardina, y seguidamente a la mía, a descansar, o al menos dispuesta a intentarlo. Aunque nada más doblar la esquina para dirigirme a las clases, Katsuki me agarró del brazo y me empotró contra la pared, poniendo su brazo derecho por encima de mi cabeza, apoyándose en la pared; acorralándome entre ella y él, justo delante de todos; y estos no tenían nada mejor que hacer que quedarse a mirar.

-Katsuki: Hoy no vamos a poder estar juntos, nos tenemos que ir la clase A y B a un maldito entrenamiento, tampoco te voy a acompañar a tu trabajo.- Asentí lentamente, mirando sus ojos rojos.

-_____: Está bien, da igual.- Katsuki frunció el ceño.

-Katsuki: ¡No, no está bien! No está para nada bien y mucho menos da igual.- Bajaba su tono de voz a medida que continuaba con la frase, no era el mejor sitio para ponerse a gritar y mucho menos cuando a todos les parecía la mar de interesante.

Se separó de mí, incorporándose, dejándome lo justo como para poder volver a respirar tranquila. Automáticamente me acordé de que le tenía que devolver la bendita gabardina.

-_____: Gracias por dejarme tu abrigo.- Mientras lo decía dejé la mochila en el suelo y quise desabrochármela, pero Katsuki me cogió la mano apartándome de los botones.

-Katsuki: Devuélvemela mañana, quiero que la lleves puesta.-

Los de la clase A y B, que no estaban en el pasillo, empezaron a salir con sus cosas, ya que tenían que hacer un entrenamiento, algunos se nos quedaron mirando con cara de póquer, otros (sólo era Kirishima, Sero y Kaminari) sonrieron a Katsuki como padres orgullosos de su hijo, y otros con asco. Aunque muchos pasaban de nosotros.

Katsuki me dio la mochila y me agarró de la nuca, poniendo un beso en mi frente, antes de irse totalmente me susurró un -Mañana te recojo.- Y suspiró cansadamente, luego me soltó, para bajar las escaleras mezclándose entre sus compañeros.

Me apoyé en la pared hasta perderlo de vista, Kirishima me guiñó un ojo y levantó el pulgar, como felicitándome por haber llegado tan lejos.

Decidí llegar a mi clase, atravesando la marea de estudiantes que me miraban como si fuera un espécimen de laboratorio; no se alejaban mucho tampoco.

Llegué a mi sitio con Hitoshi esperándome levantando las cejas.

-Hitoshi: No duermes muy bien últimamente, que digamos, ¿verdad?- Ni me molesté en contestarle, ya sabíamos la respuesta.

Me senté y dejé la mochila en el suelo, seguidamente dejé mi cabeza reposando sobre mis brazos, que estaban encima del escritorio. Hitoshi me acarició la cabeza como si fuera un perro, aunque a veces intercalaba mechones de pelo entre sus dedos.

Te quiero aquí... (Katsuki Bakugou y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora